Desnudos y sin límites. El impacto social y ambiental de la producción de ropa

Por: Alejandro Aldana Pérez / Químico / Magíster en Química / diciembre 2019.

Cómo citar este artículo:
Aldana, A. (2020). Desnudos y sin límites. Revista Protección y Seguridad. Enero – Febrero 2020 pág. 29-32. Consejo Colombiano de Seguridad. https://ccs.org.co/portfolio/desnudos-y-sin-limites-el-impacto-social-y-ambiental-de-la-produccion-de-ropa/

El escritor William Ospina (2016), en su ensayo titulado Parar en seco dice lo siguiente: “…cada invento trae aparejado su accidente, de modo que, al inventar la navegación, surgió la posibilidad del naufragio, al inventar el coche la posibilidad de “crash” y al inventar las máquinas voladoras la posibilidad del siniestro aéreo…” Esta tesis manejada por el escritor tolimense puede extenderse hacia muchos frentes. No obstante, la invención a la cual haremos referencia está relacionada con la protección y la moda: la ropa.

La ropa es una invención humana que satisface dos necesidades. La primera de estas se vincula con la defensa. La ropa cumple el papel de salvaguardar a los humanos de la intemperie. En un principio, el vestuario fue concebido con el propósito de brindarnos calor, de aislarnos del sol, el viento, la nieve y ser barrera del agua en los días lluviosos. Luego, la misión de resguardar se extendió al campo laboral. Por eso, es común ver a médicos y a los profesionales que trabajan en laboratorios de ensayos con batas como elemento de protección personal. Dependiendo de la profesión podemos encontrar trajes con tecnología. Por ejemplo, en el caso de un bombero, su ropaje está elaborado con materiales especiales que lo protegen contra las llamas. En fin, la principal función de la ropa es protegernos. El segundo objetivo que cumple la vestimenta se relaciona con la estética y la apariencia. Sin estas no existirían los colorantes y pigmentos. Para nadie es un secreto que los colores le otorgan vida a las prendas de vestir. El color le aplica a los vestidos, camisas, corbatas, medias, pantalones y “jeans” toques artísticos y de exclusividad. También, la confección le otorga estilo y glamur al vestido. En conclusión, la moda le concede singularidad a la ropa y ese aspecto genera deleite al ser humano.

Sin embargo, en consonancia con la tesis manejada por el escritor William Ospina, la ropa también trae aparejado su accidente: su impacto al medioambiente. Y para corroborar esto, traemos a colación un fragmento de un informe de la Fundación Ellen MacArthur, publicado por el diario El Espectador bajo el título: El verde es el nuevo negro o cómo la industria de la moda podría ser sostenible. Este documento dice lo siguiente: “Al retroceder hasta el inicio del ciclo de producción de la ropa, desde los fertilizantes para sembrar el algodón, el agua necesaria para regar los cultivos y hacer las telas- 93000 millones de metros cúbicos de agua al año-, pasando por los químicos necesarios para teñir la ropa y los derivados del petróleo necesarios para hacer algunas fibras artificiales; es posible entender porque la industria de la moda emite 21 veces más CO2 que la industria del transporte del mundo” (Rubiano, 2017). Esta información es abrumadora; no obstante, es la realidad y la industria textil debe tomar conciencia de la situación. En ese contexto, uno podría ir a los extremos y proponer una solución radical: la desnudez. No obstante, esto es absurdo, la ropa es un elemento esencial para la humanidad que se seguirá produciendo, y en ese orden de ideas lo que la especie humana debe hacer es enfocar sus esfuerzos en aras de mitigar la huella negativa que produce la invención de la ropa sobre el medioambiente.

Por otra parte, teniendo un contexto concerniente a la situación de la ropa en torno al medioambiente, es pertinente aclarar que no se ha hecho referencia a lo peligroso que es elaborar prendas de vestir para la salud humana. Y en esta ocasión no tengo un dato, como el expuesto por la Fundación Ellen MacArthur, que soporte esta afirmación. No obstante, para la fabricación de artículos asociados al vestuario es necesario el empleo de sustancias químicas y ellas poseen peligros intrínsecos que pueden afectar la salud del ser humano. Debido a esto, se han creado en el mundo sistemas de comunicación de peligros que han sido concebidos con el objeto de mitigar el impacto de la producción de la ropa u otro elemento sobre el medioambiente y la salud del hombre. Y aquí es importante esclarecer que, cada sistema de comunicación de peligro y política ambiental tienen sus reglas de juego y definiciones. Por esta razón, a continuación, trataremos un escenario a modo de ilustración.

En una ocasión un cliente de la compañía donde laboro expuso la tesis de considerar los productos inflamables como no ecológicos. La proposición fue motivo de controversia. En principio, era inconcebible dicha afirmación. Sin embargo, este escenario ponía en evidencia la importancia de conocer la función y los límites de los sistemas de comunicación de peligros. En concordancia con esto y con el objeto de tratar de dilucidar la situación planteada arriba, es pertinente recurrir a las definiciones. En ese sentido, vamos a echar mano de la definición de ecología de la Real Academia Española de la Lengua. Según la RAE (2019), la ecología es la ciencia que estudia los seres vivos como habitantes de un medio y las relaciones que mantienen entre sí y con el propio medio.

En otras palabras, examina las interacciones entre organismos vivientes y cómo estos se relacionan con su hábitat. En ese marco, si consideramos a un trabajador como un ser vivo y como entorno a una bodega de químicos, podríamos registrar las posibles conexiones con el potencial de llevarse a cabo entre ese individuo y esas sustancias químicas. Este tipo de interacción hombre y sustancia química es estudiada por la salud ocupacional, la higiene industrial y la toxicología laboral. Es decir, de los vínculos existentes entre el humano, el hábitat y las sustancias químicas han surgido nuevas ramas del conocimiento. Lo anterior demuestra, de cierta manera, la complejidad del asunto.

Con base en lo anterior, si evaluamos lo que pudiera suceder si un producto inflamable es sometido por un individuo a condiciones que puedan activar su peligro intrínseco de provocar un incendio, entonces es posible pensar que una sustancia inflamable sea peligrosa para el medioambiente, considerando el daño que puede ocasionar el fuego en un hábitat rodeado por seres humanos. Sin embargo, dada la complejidad del asunto con lo concerniente a esa interacción hombre – sustancia química, se han creado metodologías de comunicación de peligros que acotan un poco el límite entre peligroso para el medioambiente y no peligroso para este. Sin estos acotamientos, casi todas las sustancias químicas deberían considerarse peligrosas desde el punto de vista ambiental. Por esa razón, es importante conocer las definiciones y los límites de los sistemas de comunicación de peligros.

El Sistema Globalmente Armonizado (SGA) es uno de los instrumentos más utilizados en lo referente a la clasificación de peligros asociados con las sustancias químicas. De este podemos extraer la descripción del concepto de inflamabilidad. Por cuestiones prácticas, nos centraremos en la definición de líquido inflamable. Para este método, un líquido se considera inflamable cuando su punto de inflamación no supera los 93°C. En otras palabras, cualquier líquido que tenga un punto inflamación por debajo de 93°C es considerado como inflamable. También, el SGA ha establecido que un producto químico es clasificado peligroso para el medio ambiente según la concentración vinculada con la dosis letal en especies acuáticas. Dicho de otra forma, una sustancia de uso industrial perjudica al medio ambiente cuando esta afecta de manera directa ecosistemas acuáticos. Es decir, para esta metodología de comunicación de peligros, la inflamabilidad no tiene ninguna relación con la peligrosidad al medioambiente.

De igual forma, también podríamos discernir si una sustancia corrosiva puede considerarse peligrosa desde el punto de vista ambiental o si un explosivo se podría catalogar como nocivo para el medioambiente. Para este último, es evidente que una explosión en un sitio público genera un impacto nefasto en un hábitat. Sin embargo, como ya se ha tratado, en los sistemas de comunicación de peligros la afectación al medioambiente se apoya en la dosis letal por la cual un químico perjudica a las especies vivas en un ecosistema acuático.

En conclusión, la tesis expuesta por el cliente, desde el punto de vista de la ecología, tiene cierta validez. No obstante, es aquí donde las metodologías de comunicación de peligros exponen su calidad de acuerdos. Porque de cierta manera, el Sistema Globalmente rmonizado, el libro naranja y la NFPA 704 son acuerdos establecidos entre profesionales de diversos campos del conocimiento que han tratado de dilucidar la difícil tarea de comunicar de forma eficaz los peligros asociados con el uso de las sustancias químicas. Y aquí se debe resaltar que, sin los convenios y las definiciones sería imposible concebir la civilización humana. Pero también es pertinente hacer énfasis en que los acuerdos son imperfectos y esas fallas las asumen los sistemas de comunicación de peligros mediante actualizaciones o reemplazos.

Para recapitular, y como se dice popularmente, no hay que mezclar peras con manzanas. Antes de sacar juicios de valor es trascendental estar bien informados y conocer el contexto de las situaciones. Es fundamental que tengamos presente que, si queremos estar seguros sobre un criterio asociado a peligros relacionados con productos químicos, debemos recurrir a las definiciones contempladas en los sistemas de comunicación de peligros. Ellos son la brújula que muestra el camino; sus reglas son las encargadas de establecer los límites. Por otra parte, en cuanto a la propuesta de poner de moda a la desnudez como medida de mitigación del impacto al medio ambiente generado por la invención de la ropa, solo esta tiene cabida en la ficción; tal y como nos lo demostró el escritor Hans Christian Andersen (1837) en su ingenioso cuento titulado El traje nuevo del emperador.

Referencias

◥ Andersen, H. (1837). El traje nuevo del emperador. Recuperado de http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/Colecciones/CuentosMas/Emperador.pdf
◥ Ospina, W. (2016). Parar en seco. Bogotá, Colombia: Debate
◥ Real Academia Española [RAE]. (2019). Diccionario de la lengua española [versión electrónica]. Madrid, España. Real Academia Española, https://dle.rae.es/
◥ Rubiano, M. (2 de diciembre de 2017). El verde es el nuevo negro, o cómo la industria de la moda podría ser sostenible. El Espectador. Recuperado de https://www.elespectador.com/noticias/medioambiente/el-verde-es-el-nuevo-negro-o-como-la-industria-de-la-moda-podria-ser-sostenible-articulo-726388