Protección financiera frente al riesgo de desastres: un mecanismo para la resiliencia y la sostenibilidad

Por Lizeth Viviana Salamanca Galvis / Comunicadora Social con énfasis en periodismo / Magíster en Responsabilidad Social y Sostenibilidad / Líder de Comunicaciones / Consejo Colombiano de Seguridad (CCS).

Colombia es un país que, por su configuración geográfica y ambiental, es altamente vulnerable frente a amenazas de origen natural como los movimientos telúricos, las precipitaciones torrenciales, las inundaciones, los huracanes, los intensos periodos de sequía y los deslizamientos de tierra, entre otros fenómenos, que a lo largo de su historia han afectado su desarrollo económico y social.

Las pérdidas de vidas humanas, la destrucción total o parcial de infraestructura pública y privada, la suspensión de operaciones en diversos sectores de la economía durante semanas e, incluso, meses, y la pérdida de cultivos ha generado un grave impacto al presupuesto nacional y al patrimonio de pequeños y grandes empresarios, comerciantes, emprendedores y ciudadanos en las últimas décadas.

Para no ir tan lejos, el paso del huracán Iota por el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, en noviembre de 2020, dejó más del 98 % de la infraestructura de la isla de Providencia afectada y 1.134 viviendas destruidas, según la Evaluación de Daños y Análisis de Necesidad realizada días posteriores a la catástrofe por la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD).

La emergencia afectó los planes de reactivación económica del archipiélago, en un momento en el que el sector turístico —previamente afectado por la pandemia—, apenas iniciaba su reactivación: una buena proporción de hoteles, restaurantes y comercios de los cuales depende la subsistencia de gran parte de los isleños se vio gravemente afectada. Así mismo, el Gobierno Nacional estimó que los recursos necesarios para mitigar esta emergencia superarían los 82 mil millones de pesos.

Lo anterior demuestra que el riesgo de desastres puede afectar, desde el punto de vista macroeconómico, la sostenibilidad fiscal de los Estados. A su vez, impacta el patrimonio de las micro, pequeñas, medianas y grandes empresas en una región o país, que pueden ver amenazada su continuidad dependiendo de la gravedad de las pérdidas generadas por el desastre y de la capacidad económica con la que cuentan para afrontar una emergencia y llevar a cabo la reposición o reconstrucción posdesastre.

De ahí la importancia que adquiere el aseguramiento en la gestión del riesgo de desastres pues permite contar con una protección financiera con el fin de disminuir la vulnerabilidad fiscal de un territorio u organización y aumentar su nivel de resiliencia. Así, tal y como lo establece la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), se trata de mecanismos o instrumentos financieros de retención intencional o transferencia del riesgo que se establecen en forma ex ante con el fin de acceder de manera ex post a recursos económicos oportunos para la atención de la emergencia y la recuperación.

No en vano, el decreto 2157 de 2017, “por medio del cual se adoptan directrices generales para la elaboración del plan de gestión del riesgo de desastres de las entidades públicas y privadas”, menciona la protección financiera en su numeral 2.3 como el conjunto de “instrumentos del mercado financiero suscritos de manera anticipada para disponer de recursos económicos, una vez se materialice el riesgo, para cubrir el costo de los daños y la recuperación” y establece que “la entidad responsable deberá suscribir coberturas financieras que le permitan atender los impactos ante la ocurrencia de un desastre ya sea por el ejercicio de la actividad propia o por aquellos eventos de origen natural que la afecten directamente o al entorno acorde con las ofertas que para ello ofrezca el mercado financiero”.

Dada la importancia que adquieren estos mecanismos, máxime en un escenario en el que los fenómenos de variabilidad climática se hace sentir con mayor intensidad, hablamos con Carlos Alberto Varela Rojas, vicepresidente Técnico de la Federación de Aseguradores Colombianos (Fasecolda) para que nos contara sobre los avances, perspectivas y desafíos que tiene el sector asegurador frente a la gestión del riesgo de desastres y por qué las organizaciones, sin importar su tamaño, sector o naturaleza deben empezar a considerar la protección financiera como un asunto de carácter estratégico en su planeación y operación.

Carlos Alberto Varela Rojas, Ingeniero civil de la Universidad del Valle. Magíster en Ingeniería Civil de la Universidad de los Andes. Especialista en seguros y seguridad social de la Universidad de La Sabana. MBA en administración con énfasis en finanzas y gerencia del riesgo. Experto en reaseguramiento, pérdidas por sismos y transferencias del riesgo de desastres. Vicepresidente técnico de la Federación de Aseguradores Colombianos (Fasecolda).

CCS: La gestión del riesgo comprende diversos aspectos. Una de estos es la transferencia del riesgo. ¿Cómo se está abordando actualmente la protección financiera frente a los riesgos de desastres desde el sector asegurador?

Carlos Varela, vicepresidente técnico de Fasecolda: El riesgo de desastres no ha sido ajeno al sector asegurador. Por su naturaleza catastrófica, las compañías de seguros y reaseguros han venido estudiando continuamente este tipo de riesgos desde hace varias décadas, mejorado las metodologías para su adecuada medición y posterior tarifación previo a la expedición de las pólizas.

Uno de los riesgos catastróficos más relevantes para el país es el de sismo. Después del terremoto del eje cafetero, tanto las compañías de seguros como el supervisor y regulador financiero, acometieron la tarea de mejorar los esquemas de protección y aseguramiento contra este riesgo. Después de un trabajo de casi dos décadas, a partir del 2019, las aseguradoras realizan modelaciones probabilísticas de las pérdidas por sismo, utilizando softwares de avanzada que contienen información de la amenaza sísmica regional y local, así como datos sobre las características físicas de las edificaciones presentes en el país.

La información específica que las compañías han venido recopilando de todos y cada uno de los bienes inmuebles asegurados, ha repercutido no sólo en el abordaje de los terremotos sino en la cobertura por inundación, vientos huracanados y movimientos en masa.

Hoy el sector cuenta con información de los bienes asegurados, en un nivel de detalle que hace tan solo cinco años parecía imposible de alcanzar. ¿Dónde están los riesgos (en términos de coordenadas geográficas)?, ¿qué tipo de edificación cuenta con cobertura?, ¿dicha edificación es privada, pública, es una empresa, es una PYME?, ¿qué uso tiene?, ¿cuál fue su año de construcción?, ¿cuál es su prima pura de riesgo?, ¿cuál es la pérdida máxima probable asociada a un período de retorno dado de la cartera asegurada? Estas son algunas de las preguntas que el sector asegurador está en capacidad de responder sobre los bienes que les han sido transferidos para su protección. Sin lugar a duda, esto constituye un gran avance en la gestión de riesgos del país.

CCS: ¿Por qué se hace necesario que las organizaciones cuenten, hoy por hoy, con este tipo de instrumentos en su protección financiera frente al riesgo de desastres? ¿Qué beneficios les genera?

C.V.: Las organizaciones públicas y privadas están sometidas a diversos tipos de riesgos. Sin embargo, se hace necesario ponderar en primer lugar aquellos que tienen el potencial de destruir por completo sus activos y, consecuentemente, detener su operación de manera definitiva. Entre estos riesgos están los que hemos denominado de naturaleza catastrófica.

Poder reconocerlos, establecer el grado de vulnerabilidad que tenemos frente a ellos, adelantar acciones de mitigación que estén a nuestro alcance y, luego, transferir el riesgo residual se convierte en una tarea estratégica para las organizaciones.

Un adecuado proceso de gestión de riesgos garantiza que, en caso de que se manifieste el evento, la organización pueda regresar a operar lo más pronto posible. Los beneficios no sólo son obvios para estas empresas sino también para quienes se benefician de ellas, como trabajadores, clientes y proveedores.

Como consecuencia de lo anterior, la correcta gestión de riesgos y un adecuado aseguramiento se traduce en una empresa, una comunidad, una ciudad y un país más resilientes ante la ocurrencia de estos fenómenos.

CCS: ¿Qué ocurre cuando no se cuenta con instrumentos de protección financiera? ¿A qué se expone una organización?

C.V.: No contar con una protección financiera adecuada para protegerse contra los riesgos que giran en torno a la actividad de una empresa, es dejar a la suerte su continuidad. Es posible que ocurra un evento que afecte su patrimonio y la organización pueda asumir la pérdida y continuar. Sin embargo, cuando se trata de riesgos de naturaleza catastrófica, es necesario contar con un mecanismo de transferencia de riesgo so pena de dejar de operar.

Por ende, se hace preciso recordar que una organización, cualquiera que sea, está conformada por un grupo de colaboradores, se ha constituido para ofrecer un servicio, para agregar valor, para generar empleo y riqueza. No se trata sólo de la organización sino de todo el entorno que la rodea. Dejarla sin protección, es dejar a la suerte el enorme beneficio que genera una organización en su entorno.

CCS: En la actualidad, en un contexto de cambio climático y mayores posibilidades de eventos de desastre, ¿las aseguradoras presentes en el país están interesadas en un mercado que asegure el riesgo de desastres? ¿qué retos implica el desarrollo de estos seguros?

C.V.: El cambio climático exacerba cierto tipo de riesgos que, además de ser conocidos por la industria aseguradora, crean necesidades de protección que demandan nuevos productos. El sector reasegurador mundial ha identificado estos retos y ha venido preparándose para enfrentarlos. Existen varias dificultades asociadas al cambio climático que la industria aseguradora debe afrontar, entre ellas, la medición adecuada de riesgos como exceso o déficit de lluvias (especialmente para el seguro agropecuario), inundaciones y fenómenos de remoción en masa, incendios forestales, vientos huracanados, etc. La información oficial que provean los Estados sobre las afectaciones de estos riesgos será de gran utilidad para modelarlos de manera adecuada. Hoy las compañías de seguros están a la altura de este reto y se están preparando para ofrecer las coberturas que, en breve, el mercado empezará a demandar.

CCS: En línea con lo anterior, ¿existe cobertura para eventos Natech (eventos de origen natural que pueden desencadenar emergencias tecnológicas)?

C.V.: Las coberturas para los riesgos a los que están expuestas las herramientas tecnológicas de las empresas se vienen comercializando desde hace algún tiempo en el mercado colombiano.

Estas protecciones se han centrado especialmente en los riesgos de responsabilidad civil asociada a la pérdida de información debido, por ejemplo, a ataques informáticos. Los eventos Natech se empiezan a reconocer en la gestión de las organizaciones y, en ese sentido, será más común encontrar oferta de seguros para ello.

CCS: Desde su perspectiva, ¿pueden los seguros incentivar la inversión por parte de las empresas en medidas de reducción del riesgo mediante el otorgamiento de beneficios o la reducción de costos en pólizas para aquellas organizaciones que las adopten?

C.V.: La inversión en medidas de mitigación de riesgo debe verse desde una perspectiva más amplia que los beneficios o reducción de costos que las aseguradoras puedan otorgar. Como lo hemos mencionado, la gestión de riesgos ayuda a la organización a garantizar su permanencia en el mercado, incrementando su resiliencia frente a diferentes eventos que la pueden afectar. Es por esta razón que un adecuado proceso de gestión de riesgos debe verse como un elemento de valor estratégico en la organización.

Una empresa resiliente encuentra recompensas en diversas aristas de su operación, entre ellas, los costos que puede encontrar en las pólizas, que frecuentemente reconocen que el riesgo se haya gestionado de manera adecuada.

Dicho esto, es preciso mencionar que el sector, entre compañías e intermediarios profesionales de seguros, pueden ser de gran ayuda a las organizaciones en la identificación y mitigación de los riesgos a los que están expuestos.

CCS: Con respecto a esquemas de transferencia del riesgo, ¿cómo se puede estimar la potencial cobertura frente a eventos que no solo afectan la propia infraestructura o el proceso, sino que también pueden llegar a afectar a la población aledaña y al medio ambiente? Por ejemplo, pensemos en el caso de Hidroituango, si se hubiera presentado una ruptura de la represa.

C.V.: La transferencia de riesgo puede construirse en diferentes niveles que van desde el auto seguro, hasta la utilización de coberturas que ofrezca el gobierno nacional o local, pasando por el mercado de seguros.

Cuando un gobierno local o nacional quiere proteger a su población frente a determinados riesgos puede hacer uso de diferentes formas de transferencia de riesgo, entre ellas, los seguros paramétricos, el aseguramiento comercial masivo o la adquisición de coberturas en los mercados de capitales. Existen también mecanismos de aseguramiento masivo en forma de consorcios, como ocurre en España o México con la cobertura agropecuaria.

En estos casos, lo que pretenden los gobiernos no sólo es ofrecer una cobertura específica a sus ciudadanos, sino reducir la vulnerabilidad fiscal ante desastres naturales. Estos mecanismos no son nuevos en Colombia y se han aplicado con éxito en el pasado, como lo muestra el aseguramiento contra terremoto que se contrató en el marco de la Alianza del Pacífico. Es claro que estos mecanismos pueden o no pasar por el mercado local de seguros.

CCS: ¿Cuáles son los sectores económicos del país que más le están apostando a la protección financiera y por qué?

C.V.:Tradicionalmente la industria ha utilizado mecanismos de protección financiera, porque entienden los conceptos de gestión de riesgos como elementos centrales y estratégicos en su visión de mediano y largo plazo.

El Estado ha protegido sus bienes porque así lo demanda la normativa, sin embargo, se han realizado esfuerzos interesantes en el gobierno nacional y en algunos gobiernos locales, en reducir su vulnerabilidad fiscal, en el marco de una gestión integral del riesgo.

CCS: ¿Podría mencionar algunos casos de éxito o ejemplos de buenas prácticas que podamos destacar en el uso de instrumentos de protección financiera?

C.V.:Al mencionar algunos de estos mecanismos se corre el riesgo de dejar por fuera esquemas de protección financiera incluso más exitosos. Sin embargo, se podrían resaltar los trabajos que se han realizado desde el Ministerio de Hacienda para el aseguramiento contra terremoto en el marco de la Alianza del Pacífico que, a pesar de que no está vigente, demuestra que el Gobierno Nacional pudo sacar adelante un esquema de protección para la población que no puede adquirir protección en el mercado tradicional.

Otro ejemplo lo constituyó el aseguramiento de la ciudad de Manizales a través del Predial, los estudios de seguros paramétricos para el agro liderados por Finagro y el estudio que adelanta la ciudad de Medellín para avanzar en la protección financiera del municipio frente a desastres naturales. Todos estos ejemplos son interesantes desde la perspectiva macro.

Desde la perspectiva meso y micro se puede afirmar que cualquier persona, natural o jurídica, que haya tomado la determinación de asegurarse para reducir sus pérdidas potenciales, proteger a su familia, empleados, proveedores y comunidad, es, en sí mismo, un caso de éxito.

Referencias

  • Departamento Administrativo de la Presidencia de la República. (2017, 20 diciembre). Decreto 2157 del 20 de diciembre de 2017. https://dapre.presidencia.gov.co/. https://dapre.presidencia.gov.co/normativa/normativa/DECRETO%202157%20DEL%2020%20DE%20DICIEMBRE%20DE%202017.pdf
  • Infobae. (2021, 22 enero). Contraloría verifica el cumplimiento del ‘Plan 100 días’ para la reconstrucción del archipiélago de San Andrés. Contraloría General de la República. https://bit.ly/3keX1Ec
  • Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres – UNGRD. (2020, 1 diciembre). Tras 15 días del paso del huracán Iota, el Archipiélago renace en medio de la resiliencia de sus habitantes y las labores del Gobierno Nacional. http://portal.gestiondelriesgo.gov.co/. http://portal.gestiondelriesgo.gov.co/Paginas/Noticias/2020/Tras-15-dias-del-pasodel-huracan-Iota-el-Archipielago-renace-en-medio-de-la-resiliencia-de-sus-habitantes-y-las-labores.aspx
  • Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres -UNGRD. (2016, enero). Guía de aseguramiento. Bienes inmuebles públicos y la transferencia del riesgo. Protección financiera ante el riesgo de desastres. UNGRD. https://repositorio.gestiondelriesgo.gov.co/bitstream/handle/20.500.11762/20604/Proteccio%CC%81n%20financiera-.pdf?sequence=3&isAllowed=y#:~:text=La%20Protecci%C3%B3n%20Financiera%20ante%20riesgos,bonos%20de%20cat%C3%A1strofe%2C%20los%20cr%C3%A9ditos.

Artículo técnico tomado de la Revista del Consejo Colombiano de Seguridad, Protección & Seguridad No. 399 Septiembre – Octubre – 2021