Medio ambiente

Recomendaciones para afrontar la crisis hídrica en el sector industrial

En medio de la creciente alerta por el desabastecimiento hídrico que afecta a varios embalses, represas y cuerpos de agua del país por cuenta del Fenómeno de El Niño y las medidas de racionamiento impuestas en la capital colombiana y 12 municipios aledaños de la Sabana para enfrentar la crisis, se hace necesario abordar el impacto que el suministro limitado de agua puede tener en la productividad de las empresas y organizaciones. En Colombia, el Estudio Nacional del Agua 2022 del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) indica que las actividades productivas de agricultura y poscosecha representan el 43,25 % de la demanda hídrica sectorial con un consumo de 14 mil millones de metros cúbicos por año. A este le siguen las actividades de generación de energía (8224 millones de m3), la piscicultura (3971 millones de m3) y el consumo doméstico (2857 millones de m3). Otros sectores como las actividades pecuarias y de sacrificio, la minería, los hidrocarburos, la industria, el sector oficial y de servicios y la construcción tienen una participación mucho menor. Puntualmente, el sector industrial representa el 1% de la demanda hídrica; no obstante, la tasa de agua extraída que no retorna a la cuenca se sitúa en el 58 %, siendo el segundo sector que presenta mayor porcentaje a nivel nacional. Por su parte, el Registro Único Ambiental Manufacturero (RUA-MF) del Ideam, indica que las actividades industriales con mayor demanda hídrica son ‘fabricación de pulpas (pastas) celulósicas, papel y cartón’ con el 18 %, seguido de ‘elaboración y refinación de azúcar’ con el 10,8 %, y ‘elaboración de otros productos alimenticios n.c.p.’ con el 8,7 %. Con base en lo anterior, resulta evidente que las industrias y organizaciones que dependen del agua para llevar a cabo sus procesos de producción pueden experimentar interrupciones significativas si no tienen acceso suficiente a este recurso. Esto puede resultar en la reducción de la producción, retrasos en la entrega de productos y servicios, e, incluso, la suspensión temporal de las operaciones e interrupción del negocio. Esto puede tener un efecto dominó en toda la cadena de suministro y afectar la capacidad de las organizaciones para cumplir con los compromisos contractuales. Así mismo, la escasez de agua puede afectar la eficiencia operativa al limitar la capacidad para desarrollar labores de higiene y limpieza, refrigeración, producción de alimentos y bebidas, creación de mezclas, generación de vapor y otros procesos industriales que requieren de agua. Finalmente, pero no menos importante, el acceso restringido a agua potable puede afectar el bienestar de los empleados, especialmente, en entornos de trabajo donde se requiere agua para el consumo, la higiene personal y la seguridad. Por ello, si bien muchas de las medidas para enfrentar la crisis hídrica actual se han dirigido a los hogares con el propósito de fomentar un consumo racional y eficiente del recurso hídrico en los hogares, es preciso también adoptar acciones orientadas al mismo fin en los entornos laborales. Desde el Consejo Colombiano de Seguridad (CCS) se brindan algunas recomendaciones: Tomar medidas para el uso racional y eficiente del agua no solo permite afrontar la crisis actual por el desabastecimiento del recurso, sino que también ayuda a garantizar la disponibilidad y gestión sostenible del agua en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS 6 – Agua limpia y saneamiento), garantizando un ambiente de trabajo sano, seguro y con bienestar para todos los trabajadores.

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Desnudos y sin límites. El impacto social y ambiental de la producción de ropa

Por: Alejandro Aldana Pérez / Químico / Magíster en Química / diciembre 2019. Cómo citar este artículo:Aldana, A. (2020). Desnudos y sin límites. Revista Protección y Seguridad. Enero – Febrero 2020 pág. 29-32. Consejo Colombiano de Seguridad. https://ccs.org.co/portfolio/desnudos-y-sin-limites-el-impacto-social-y-ambiental-de-la-produccion-de-ropa/ El escritor William Ospina (2016), en su ensayo titulado Parar en seco dice lo siguiente: “…cada invento trae aparejado su accidente, de modo que, al inventar la navegación, surgió la posibilidad del naufragio, al inventar el coche la posibilidad de “crash” y al inventar las máquinas voladoras la posibilidad del siniestro aéreo…” Esta tesis manejada por el escritor tolimense puede extenderse hacia muchos frentes. No obstante, la invención a la cual haremos referencia está relacionada con la protección y la moda: la ropa. La ropa es una invención humana que satisface dos necesidades. La primera de estas se vincula con la defensa. La ropa cumple el papel de salvaguardar a los humanos de la intemperie. En un principio, el vestuario fue concebido con el propósito de brindarnos calor, de aislarnos del sol, el viento, la nieve y ser barrera del agua en los días lluviosos. Luego, la misión de resguardar se extendió al campo laboral. Por eso, es común ver a médicos y a los profesionales que trabajan en laboratorios de ensayos con batas como elemento de protección personal. Dependiendo de la profesión podemos encontrar trajes con tecnología. Por ejemplo, en el caso de un bombero, su ropaje está elaborado con materiales especiales que lo protegen contra las llamas. En fin, la principal función de la ropa es protegernos. El segundo objetivo que cumple la vestimenta se relaciona con la estética y la apariencia. Sin estas no existirían los colorantes y pigmentos. Para nadie es un secreto que los colores le otorgan vida a las prendas de vestir. El color le aplica a los vestidos, camisas, corbatas, medias, pantalones y “jeans” toques artísticos y de exclusividad. También, la confección le otorga estilo y glamur al vestido. En conclusión, la moda le concede singularidad a la ropa y ese aspecto genera deleite al ser humano. Sin embargo, en consonancia con la tesis manejada por el escritor William Ospina, la ropa también trae aparejado su accidente: su impacto al medioambiente. Y para corroborar esto, traemos a colación un fragmento de un informe de la Fundación Ellen MacArthur, publicado por el diario El Espectador bajo el título: El verde es el nuevo negro o cómo la industria de la moda podría ser sostenible. Este documento dice lo siguiente: “Al retroceder hasta el inicio del ciclo de producción de la ropa, desde los fertilizantes para sembrar el algodón, el agua necesaria para regar los cultivos y hacer las telas- 93000 millones de metros cúbicos de agua al año-, pasando por los químicos necesarios para teñir la ropa y los derivados del petróleo necesarios para hacer algunas fibras artificiales; es posible entender porque la industria de la moda emite 21 veces más CO2 que la industria del transporte del mundo” (Rubiano, 2017). Esta información es abrumadora; no obstante, es la realidad y la industria textil debe tomar conciencia de la situación. En ese contexto, uno podría ir a los extremos y proponer una solución radical: la desnudez. No obstante, esto es absurdo, la ropa es un elemento esencial para la humanidad que se seguirá produciendo, y en ese orden de ideas lo que la especie humana debe hacer es enfocar sus esfuerzos en aras de mitigar la huella negativa que produce la invención de la ropa sobre el medioambiente. Por otra parte, teniendo un contexto concerniente a la situación de la ropa en torno al medioambiente, es pertinente aclarar que no se ha hecho referencia a lo peligroso que es elaborar prendas de vestir para la salud humana. Y en esta ocasión no tengo un dato, como el expuesto por la Fundación Ellen MacArthur, que soporte esta afirmación. No obstante, para la fabricación de artículos asociados al vestuario es necesario el empleo de sustancias químicas y ellas poseen peligros intrínsecos que pueden afectar la salud del ser humano. Debido a esto, se han creado en el mundo sistemas de comunicación de peligros que han sido concebidos con el objeto de mitigar el impacto de la producción de la ropa u otro elemento sobre el medioambiente y la salud del hombre. Y aquí es importante esclarecer que, cada sistema de comunicación de peligro y política ambiental tienen sus reglas de juego y definiciones. Por esta razón, a continuación, trataremos un escenario a modo de ilustración. En una ocasión un cliente de la compañía donde laboro expuso la tesis de considerar los productos inflamables como no ecológicos. La proposición fue motivo de controversia. En principio, era inconcebible dicha afirmación. Sin embargo, este escenario ponía en evidencia la importancia de conocer la función y los límites de los sistemas de comunicación de peligros. En concordancia con esto y con el objeto de tratar de dilucidar la situación planteada arriba, es pertinente recurrir a las definiciones. En ese sentido, vamos a echar mano de la definición de ecología de la Real Academia Española de la Lengua. Según la RAE (2019), la ecología es la ciencia que estudia los seres vivos como habitantes de un medio y las relaciones que mantienen entre sí y con el propio medio. En otras palabras, examina las interacciones entre organismos vivientes y cómo estos se relacionan con su hábitat. En ese marco, si consideramos a un trabajador como un ser vivo y como entorno a una bodega de químicos, podríamos registrar las posibles conexiones con el potencial de llevarse a cabo entre ese individuo y esas sustancias químicas. Este tipo de interacción hombre y sustancia química es estudiada por la salud ocupacional, la higiene industrial y la toxicología laboral. Es decir, de los vínculos existentes entre el humano, el hábitat y las sustancias químicas han surgido nuevas ramas del conocimiento. Lo anterior demuestra, de cierta manera, la complejidad del asunto. Con base en lo anterior, si evaluamos lo que pudiera suceder si un producto inflamable es sometido

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Así se financia la sostenibilidad

Por Hernando José Gómez Presidente de Asobancaria En entrevista con el CCS, el presidente de Asobancaria, Hernando José Gómez habló de los instrumentos financieros y estrategias que está desarrollando la banca para impulsar la sostenibilidad del país. También se refirió a los principales resultados que ya arrojan esos mecanismos. Consejo Colombiano de Seguridad (CCS): ¿Cuáles son los mayores desafíos y prioridades de trabajo que se vienen identificando en Asobancaria de cara a la inversión con enfoque en la sostenibilidad? Hernando José Gómez: El mayor desafío para la inversión con enfoque sostenible es el desarrollo de un mercado de proyectos o iniciativas que cumplan con criterios Ambientales, Sociales y de Gobernanza (ASG) para la sostenibilidad. Actualmente, la demanda de proyectos con estas características es limitada y para la banca existe el reto de estructurar instrumentos financieros que consideren las características y particularidades de los modelos de negocio para proyectos con criterios ASG. Adicionalmente, las entidades financieras tienen el gran reto de acompañar a las empresas en la transición de sus negocios hacia modelos más sostenibles. La banca tiene un potencial enorme para apalancar la sostenibilidad de la economía y un rol fundamental en ese proceso, precisamente, por ser la fuente de financiación de las familias y empresas en el desarrollo de sus proyectos. Es por eso que, como sector, tenemos el reto, no solo de trabajar internamente en asuntos de sostenibilidad como lo pueden ser la inclusión financiera o la mitigación y adaptación al cambio climático, sino 67 también el desafío de trabajar con nuestros clientes, apoyarlos e incentivarlos a transitar este camino. CCS: En ese sentido, ¿qué estrategias se están desarrollando desde el sector financiero para impulsar a las empresas a adoptar prácticasde sostenibilidad? H.J.G.: Son varios temas. Lo primero que quisiera destacar es el trabajo que ha hecho la Superintendencia Financiera para definir la Taxonomía Verde¹, una herramienta poderosa que nos va a permitir ser mucho más rigurosos y asertivos en las mediciones y metas que nos propongamos. Lo segundo es el trabajo que hemos venido realizando para el diseño y puesta en marcha de un Sistema de Administración de Riesgos Ambientales y Sociales (SARAS) dirigido a instituciones financieras. Gracias a esta iniciativa, en 2020, más de 19 billones de pesos de la cartera fueron analizados con criterios de sostenibilidad, mientras que 773 solicitudes de crédito por 3,8 billones de pesos no fueron aprobados por no cumplir con esos estándares. A su vez, hemos desarrollado líneas de inversión y financiamiento sostenible como, por ejemplo, créditos atados a indicadores de desempeño ASG y productos verdes que incluyen, además, criterios de equidad, diversidad e inclusión los cuales incentivan a losclientes a adoptar prácticas sostenibles mediante mejores tasas, plazos y condiciones en sus productos financieros. También quisiera resaltar que el esfuerzo hecho por las entidades financieras para trabajar en proyectos e iniciativas sostenibles es exaltado a través de nuestro reconocimiento ‘Acercando la banca a los colombianos’ que, precisamente, busca reconocer los proyectos de la banca en materia de sostenibilidad. Para la edición 2021 recibimos más de 30 iniciativas en temas ambientales, sociales, económicos y también en equidad, diversidad e inclusión, lo que muestra que hay un interés del sector en esa dirección. Finalmente, contamos con nuestro protocolo verde, del que hablaremos más adelante. CCS: En Colombia, ¿existen productos financieros dirigidos a inversión sostenible? H.J.G.: Sí. Actualmente tenemos 14 entidades que ofrecen productos y servicios verdes pero, más importante aún, es que 12 entidades ya usan el Sistema de Análisis de Riesgos Sociales y Ambientales. La meta para 2022 es que ese número crezca a 15. Ahora bien, aunque estos productos sostenibles están dirigidos principalmente a las empresas para acompañarlas en esa transición, recientemente se han visto productos como créditos más baratos y flexibles para que las personas naturales obtengan carros eléctricos o inviertan en viviendas sostenibles. Entonces son productos para todos, no solo para los empresarios. CCS: ¿Dónde se concentran las mayores necesidades de financiación? H.J.G.: En los últimos años el indicador de profundización financiera ha aumentado de manera sustancial: mientras que en 2010 la cartera representaba el 32 % del PIB, actualmente bordea el 51 %. Sin embargo, vale la pena anotar que este nivel todavía es inferior al registrado por pares regionales como Brasil, Argentina, Chile, México y Perú. Para avanzar en este frente, debemos prestar especial atención a segmentos que exhiben mayores rezagos como el rural, el de las mipymes y el hipotecario, entre otros, así como explotar el potencial que tiene el financiamiento verde. CCS: ¿Qué resultados arrojan hasta el momento los pilotos de innovación financiera y el denominado ‘Protocolo Verde’ que nos mencionó anteriormente? H.J.G.: El Protocolo Verde es una de las iniciativas más poderosas que hemos podido construir desde Asobancaria. Lo venimos trabajando desde 2012 y ya son 25 las entidades financieras que se han adherido. Es un esfuerzo que hemos hecho para implementar estrategias y prácticas que sean precursoras, multiplicadoras y demostrativas en términos de responsabilidad ambiental en armonía con el desarrollo sostenible del país. Solo para dar una idea de los resultados, en 2020 se hicieron desembolsos por más de 5 billones de pesos para temas verdes y la cartera de este segmento alcanzó los 11 billones de pesos. En 2022 haremos la renovación del Protocolo Verde con el Gobierno nacional, y con herramientas como la taxonomía verde, vamos a lograr darle aún más impulso. En cuanto a los pilotos de innovación financiera, generamos esquemas innovadores de colaboración público-privada que atienden necesidades específicas de financiamiento a través de inversión sostenible para el sector industrial, agropecuario, agua, vivienda, minería, transporte y energía. Gracias a estos pilotos, las entidades que participaron desarrollaron productos, servicios y herramientas para dar soluciones financieras a esos sectores. Los interesados en conocer en detalle los diagnósticos sectoriales desarrollados en el marco de los Pilotos de Innovación Financiera, asícomo los riesgos ambientales y sociales de algunas industrias pueden acceder a la Biblioteca de Documentos disponible en la página web de Asobancaria (asobancaria.com/2016/02/01/pilotos-deinnovacion/ Artículo técnico tomado del Directorio ‘Perspectivas de Sostenibilidad 2022’

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Química sostenible: la vía para lograr el cumplimiento de los ODS

Por Daniel Arturo Quiroga Vargas / Ingeniero Químico / Especialista en Gerencia en Salud Ocupacional / Estudiante Maestría en Salud y Seguridad en el Trabajo/ Líder Técnico del Consejo Colombiano de Seguridad (CCS) / Enero 2020. Introducción En el año 1987, la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, creada en 1983 por la Organización de las Naciones Unidas, presentó ante la Asamblea General de dicha entidad el informe denominado «Nuestro Futuro Común», que también es conocido como «Informe Brundtland»,debido a que la política y ex primera ministra noruega, Gro Harlem Brundtland, presidió tal Comisión (Bermejo, 2014). El informe conceptualizó que: “está en manos de la humanidad hacer que el desarrollo sea sostenible, duradero, o sea, asegurar que satisfaga las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias” (Organización de las Naciones Unidas [ONU], 1987, p.23). El desarrollo duradero o sostenible, como se visualizó en el Informe Brundtland: «No es un estado de armonía fijo, sino un proceso de cambio por el que la explotación de los recursos, la dirección de las inversiones, la orientación de los progresos tecnológicos y la modificación de las institucionesse vuelven acordes con las necesidades presentes tan bien como con las futuras. No pretendemos afirmar que este proceso sea fácil o sencillo (ONU, 1987, p.24).» En los años 80, cuando el medio ambiente empezaba a captar la atención mundial, la pobreza era catalogada como la causa y efecto de los problemas ambientales (degradación ambiental, extinción de especies de fauna y flora). En las dos primeras décadas del Siglo XXI, además de la pobreza hay otras problemáticas globales de inequidad que enfrenta la humanidad, relacionadas con los derechos humanos, la migración y los refugiados y la igualdad de género (Gunawan, Permatasari & Tilt, 2019). Es por esto que, el día 25 de septiembre de 2015, en el marco de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, los líderes mundiales adoptaron un conjunto de 17 «Objetivos de Desarrollo Sostenible – ODS», con 169 metas asociadas, a alcanzar durante un periodo de 15 años, entre el 2016 y el 2030; para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos como parte de una nueva agenda global (ONU, 2015). La agenda es ambiciosa, lo cual se patentiza en las necesidades globales de inversión para el cumplimiento de los ODS, que de acuerdo con estimaciones de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo UNCTAD, están por el orden de USD $ 5-7 billones anuales(aproximadamente 7-9% del PIB Mundial) hasta el año 2030. Este paradigma de cumplimiento de los ODS, asegurar el futuro de la humanidad y potenciar la satisfacción presente de las necesidades y deseos humanos esenciales dentro de los límites ecológicos y de recursos del planeta, es muy relevante para la industria química global (Blum et al., 2017), un negocio de USD $ 4 billones que se extiende a todos los sectores de la economía y emplea directamente a más de siete millones de personas e, indirectamente a más de 20 millones (International Council of Chemical Associations [ICCA], 2017). Dado que la química se halla en el nivel molecular, es necesariamente relevante en una amplia gama de temáticas, que incluyen la salud, el bienestar, el agua limpia, la producción de alimentos, y la preservación de ecosistemas, entre otros (Anastas & Zimmerman, 2018). En concordancia con lo anterior, Anastas (2003) plantea que la sostenibilidad de la humanidad puede alcanzarse si la química fundamental, como base energética de nuestra sociedad y de nuestra economía, sufre transformaciones que le permitan proveer soluciones saludables en lugar de productos tóxicos, partiendo de materias primas renovables y no de fuentes agotables, y restaurando el ambiente antes que coadyuvando a su degradación. La química verde El primer enfoque sistemático de química alineada con la sostenibilidad fue introducido en el año 1991 por Anastas y Warner y se denominó «química verde». La definición acuñada por estos investigadores es la siguiente: “la química verde es el diseño de productos químicos y procesos que reduzcan o eliminen el uso y la generación de sustancias peligrosas” (Anastas & Warner, 1998). Los principios de la química verde constituyen un marco de lo que haría que un producto o proceso químico sea más ecológico (American Chemical Society [ACS], 2020), y son presentados a continuación de acuerdo con el trabajo publicado por Anastas y Warner (1998): Prevención: Es mejor prevenir el residuo que tratar o limpiar el residuo después de que se haya creado. Economía del átomo: Los métodos sintéticos deben diseñarse para maximizar la incorporación en el producto final de todos los materiales utilizados en el proceso. Síntesis de productos químicos menos peligrosos: Siempre que sea posible, los métodos sintéticos deben diseñarse para usar y generar sustancias que posean poca o ninguna toxicidad para la salud humana y el medio ambiente. Diseño de productos químicos más seguros: Los productos químicos deben diseñarse para preservar la eficacia de su función, mientras se reduce su toxicidad. Solventes y auxiliares más seguros: El uso de sustancias auxiliares (solventes, agentes de separación, etc.) debe evitarse siempre que sea posible, y sus efectos deben ser inocuos cuando se usan. Diseño con eficiencia energética: Los requisitos de energía deben ser reconocidos de acuerdo con sus impactos ambientales y económicos y deben minimizarse. Los métodos sintéticos deben desarrollarse a temperatura y presión ambiente. Uso de materias primas renovables: Una materia prima debe ser renovable en lugar de tratarse de una fuente agotable, siempre que sea técnica y económicamente posible. Reducción de derivados: La derivación innecesaria (uso de grupos de bloqueo, protección / desprotección, modificación temporal de procesos físicos / químicos) debe minimizarse o evitarse si es posible, porque tales pasos requieren reactivos adicionales y pueden generar residuos. Catálisis: Los reactivos catalíticos (tan selectivos como sea posible) son superiores a los reactivos estequiométricos. Diseño para la degradación: Los productos químicos deben diseñarse de modo que al final de su función se descompongan en productos de degradación inocuos que no persistan

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Nuevo estudio indica que el 88 % de los humedales de Colombia no está protegido

Por Antonio José Paz Cardona. Tomado de: Mongabay Latam (https:// es.mongabay.com/2021/11/nuevo-estudio-humedalescolombia-o-estanprotegidos/). Colombia es un país de agua, un país de humedales. Colombia es anfibia, como lo mencionan dos grandes publicaciones del  Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt. El país cuenta con cerca de 31 millones de hectáreas de humedales, lo que representa el 26 % de su territorio continental e insular. Aunque los humedales siempre han estado presentes, su posicionamiento reciente en la agenda política colombiana vino a tomar fuerza después del fenómeno de La Niña 2010-2011 que causó grandes inundaciones y pérdidas económicas. Esto llevó a que, un año después, en 2012, se creara el Fondo Adaptación, una entidad dedicada a la construcción, reconstrucción y reactivación económica de las zonas afectadas por La Niña, pero con criterios de mitigación y prevención del riesgo. Uno de los grandes proyectos se concentró en la zona de La Mojana, una de las más afectadas por el fuerte invierno y donde hay muchos humedales debido a la influencia de tres grandes ríos: Magdalena, Cauca y San Jorge. Aunque gran parte de esta región tiene presencia permanente de agua y muchos de sus habitantes están acostumbrados a sus dinámicas, las lluvias fueron tan fuertes que se inundaron zonas que históricamente nunca lo habían estado. Una década después de los impactos dejados por una Niña para la que el país no estaba preparado, los científicos todavía hacen fuertes llamados para que se conozcan y protejan los humedales. En el más reciente informe Biodiversidad, publicado anualmente por el Instituto Humboldt, se analiza el estado de conservación y transformación de los humedales en Colombia y se concluye que “los ecosistemas de humedal deben ser incorporados en los procesos de planificación territorial. No hacerlo no solamente pone en peligro las dinámicas y funciones ecohidrológicas que los caracterizan sino que aumenta la vulnerabilidad de las comunidades ante eventos climáticos extremos”. ¿Un país que ignora sus humedales? Sandra Vilardy, profesora de la Universidad de Los Andes y directora de Parques Nacionales Cómo Vamos, es una de las voces expertas en humedales en Colombia. La bióloga dedicó su más reciente columna de opinión en el diario El Espectador a estos ecosistemas y manifestó una gran preocupación por lo que ocurre con ellos. “La insistencia en invisibilizar los humedales en Colombia no tiene explicación […] Almacenar agua de manera natural debería ser una de las principales funciones a proteger ante la crisis climática, ya que el ciclo del agua será uno de los procesos más afectados por el calentamiento global. Sin embargo, las acciones de política pública en los últimos años y gobiernos han ido en franco retroceso, ante una deuda histórica que tenemos con los humedales”, comenta Vilardy. De hecho, el informe del Instituto Humboldt revela que aproximadamente el 88 % de los humedales del país no se encuentran bajo figuras de protección. El 5 % son áreas que, además de la conservación, permiten el uso sostenible de los recursos y solo el 7 % de los humedales están dentro de parques nacionales, la figura de protección más estricta. Ronald Ayazo, investigador del instituto, explica que desde la época de la colonia, los humedales “no eran bien vistos” y se desecaban, a diferencia de lo que pasaba con las comunidades precolombinas, que los consideraban sitios sagrados. “Los primeros proyectos agropecuarios de Colombia desecaban los humedales para volverlos supuestamente tierra productiva. Actualmente se sabe que los humedales no son improductivos, pero en zonas rurales ves cómo a algunas personas no les gusta tener cerca un humedal”, dice Ayazo. Sandra Vilardy va más allá y comenta que, aún hoy, las políticas agropecuarias mantienen incentivos para la adecuación de tierras, que no es otra cosa que desecar humedales. “¿Cómo es posible que llevemos décadas en esta incongruencia con políticas ambientales que intentan proteger los humedales y por otro lado se otorguen recursos públicos para desecarlos?”, se pregunta en su columna. Los investigadores destacan las importantes funciones y servicios que prestan estos ecosistemas. “La regulación hidrológica es una de sus principales funciones, por ejemplo, la amortiguación ante inundaciones. En el caso de muchas comunidades, ese espejo de agua es lo que los surte de agua y alimentos”, destaca Jaime Burbano, investigador que también participó en la publicación del Instituto Humboldt. El Instituto Humboldt, en una de sus más recientes publicaciones, reconoce que los humedales permanentes del país son especialmente frágiles y recomienda la conservación estricta de sus espejos de agua.   Por otra parte, cada vez hay mayor preocupación por el aumento de la temperatura global, que ha llevado a mensajes alarmantes en el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), donde se indica, entre otras cosas, que los daños causados al planeta son irreversibles y la humanidad es la responsable. En ese escenario los humedales juegan un papel clave ya que estos ecosistemas fijan grandes cantidades de carbono. Por ejemplo, la UNESCO, Conservación Internacional y la UICN, en su iniciativa Blue Carbon, destacan que cada hectárea de manglares captura y almacena más carbono que cualquier otro bosque pero en el mundo se están perdiendo a una tasa de 2 % anual, liberando el 10 % de las emisiones de CO2 causadas por la deforestación, a pesar de que solo cubren el 0,7 % de la superficie terrestre. Ignorar a los humedales en la planificación territorial y en el desarrollo de las poblaciones que conviven con ellos puede traer consecuencias ecosistémicas, sociales y económicas profundas. Ronald Ayazo resume el problema de la siguiente manera: “los humedales no tienden a ser muy valorados, a pesar de brindar servicios ecosistémicos muy importantes para el bienestar de todos, y por ende no se les da la protección y el manejo adecuado”. La ganadería y los cultivos les roban espacio a los humedales En el 2015, cuando el Instituto Humboldt publicó los dos tomos de Colombia Anfibia —uno de los estudios más completos sobre humedales en el país—, clasificó a estos ecosistemas en permanentes, temporales y potenciales. Los permanentes son

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Hallazgos clave del más reciente informe de cambio climático: la humanidad inicia una carrera contrarreloj

Hallazgos clave del más reciente informe de cambio climático: la humanidad inicia una carrera contrarreloj.

Fuente. Por Lizeth Viviana Salamanca Galvis / Periodista / Magíster en Responsabilidad Social y Sostenibilidad / Líder de Comunicaciones del Consejo Colombiano de Seguridad (CCS) El sexto informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) confirma que no hay vuelta atrás en algunos cambios que ya están afectando al planeta y advierte que, si el nivel actual de emisiones globales se mantiene, estaríamos a poco tiempo de superar la barrera de 1,5°C, un escenario crítico para la supervivencia humana. “Un código rojo para la humanidad”. Así fue como el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, calificó las conclusiones del más reciente informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) publicado el pasado 9 de agosto. Se trata de un reporte histórico que supera las 3.500 páginas y que fue elaborado por 234 expertos y científicos de 66 países, con la contribución de 517 autores y la revisión de más de 14 mil estudios que condensan años y años de investigación, convirtiéndose así en la comprensión física más actualizada del sistema climático y reuniendo los últimos avances en materia de simulaciones regionales y globales. En líneas gruesas, el documento revela que el cambio climático es un fenómeno que ya afecta a todas las regiones del planeta, sin excepción alguna, con un impacto negativo acelerado y una intensificación prolongada sin precedentes en la historia de la humanidad. Así mismo, advierte que los efectos del calentamiento global son irrefutables y prácticamente irreversibles o, que al menos, se necesitarán varios siglos, e incluso, milenios para restituir el orden inicial. Con respecto al umbral establecido por el Acuerdo de París, en 2015, el cual buscaba mantener el calentamiento global por debajo de los 1,5°C, el informe es escéptico: “a menos que las emisiones de gases de efecto invernadero se reduzcan de manera inmediata, rápida y a gran escala, este será un objetivo inalcanzable”, afirma. No obstante, el grupo de trabajo del IPCC enfatiza que, si bien una reducción sustancial y sostenida de las emisiones de dióxido de carbono (CO2), metano y otros agentes contaminantes podrían mejorar la calidad del aire, también reconocen que se requerirá entre 20 y 30 años para que las temperaturas mundiales se estabilicen. A su vez, advierte que, de llegar a ese límite, el nivel de tolerancia sería crítico para la agricultura y la salud, lo que pondría en peligro la supervivencia misma de la humanidad, un riesgo cada vez más cercano pues el análisis de la data prevé que la temperatura mundial promediada durante los próximos 20 años alcanzará o superará un calentamiento de 1,5°C. En otras palabras, la ventana de tiempo que tenemos para cumplir el compromiso de París se está cerrando aceleradamente y, según la mirada de los expertos, la humanidad inicia una carrera contrarreloj para evitar un colapso global. “Las campanas de alarma son ensordecedoras (…) Este informe debe sonar como una sentencia de muerte para el carbón y los combustibles fósiles antes de que destruyan nuestro planeta”, sostuvo Guterres a través de un comunicado. Los resultados del análisis surgen en un momento en que el planeta experimenta los embates del incremento de las temperaturas. La misma semana de su divulgación varias regiones de Europa sufrían intensas olas de calor. Incluso, en la isla italiana de Sicilia, las temperaturas rompieron récord histórico al llegar a los 48,8°C, una cifra que no se alcanzaba desde 1977, cuando se registraron 48°C en Atenas, Grecia, según datos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Lo anterior es apenas una muestra inequívoca de las señales de alarma que evidencia el informe, según el cual muchos fenómenos meteorológicos y climáticos extremos, como las olas de calor, las lluvias torrenciales, las sequías y los ciclones tropicales, se han vuelto cada más frecuentes y graves como nunca en la historia. En este sentido, el informe incluye un atlas interactivo de los impactos regionales presentes y futuros, una herramienta que permitirá a los responsables de políticas y a todas las demás partes interesadas contar con información relevante para el diseño de políticas climáticas más acertadas. Pese a que la ONU ha instado a “actuar con decisión para evitar una catástrofe climática” y ha invitado a los países firmantes del Acuerdo de París a redoblar sus esfuerzos en materia de reducción de emisiones, el pasado primero de agosto el organismo informó que el 42 % de los países involucrados incumplieron el plazo para renovar sus compromisos y presentar propuestas actualizadas para evitar que continúe aumentando el calentamiento global. China, India, Arabia Saudita, Sudáfrica, Siria y otros 82 países conforman el listado de los rezagados. Hallazgos del reporte a grandes rasgos Es incuestionable que la influencia humana ha modificado la atmósfera, el océano y la tierra. La dependencia de los combustibles fósiles es la razón por la que el planeta ya se ha calentado 1,1°C con respecto a niveles preindustriales. La escala de los recientes cambios en el sistema climático en su conjunto y el estado actual de muchos aspectos del sistema climático no tienen precedentes durante muchos siglos o miles de años. Muestra de ello es que, desde 1979, el planeta ha perdido el 40% del hielo en el Ártico. Muchos cambios generados por las emisiones de gases de efecto invernadero pasadas y futuras serán irreversibles durante siglos o milenios, especialmente, en lo que respecta a los cambios en las corrientes oceánicas, las capas de hielo y el nivel del mar. Las sequías que ocurrían, en promedio, una vez cada 10 años, ahora ocurren con un 70 % más de frecuencia, cada 3 años. En el otro extremo, las tormentas hoy se presentan con un 30 % más de frecuencia. La temperatura de la superficie global seguirá aumentando hasta mediados de siglo en todos los escenarios de emisiones considerados. El calentamiento global de 1,5 °C y 2°C se superará durante el siglo XXI a menos que se produzcan reducciones profundas en las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero en los próximos años. Debido

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Cinco cosas que debes saber sobre los tapabocas desechables y la contaminación por plásticos

Cinco cosas que debes saber sobre los tapabocas desechables y la contaminación por plásticos

Fuente: Organización de las Naciones Unidas (ONU). [28 de marzo de 2021]. Cinco cosas que debes saber sobre las mascarillas desechables y la contaminación por plásticos. Recuperado de: https://news.un.org/es/story/2021/03/1490132 La pandemia del coronavirus ha provocado un gran aumento del uso de mascarillas, guantes y otros equipos de protección desechable afectando potencialmente la lucha contra la contaminación marítima. Los diversos organismos de la ONU y sus socios aseguran que, de ponerse en marcha una serie de medidas eficaces, la cantidad de plásticos desechados cada año puede reducirse considerablemente, o incluso eliminarse. 1) Aumento de la contaminación provocado por el enorme consumo de tapabocas, guantes y otros productos La pandemia del coronavirus ha provocado un importante aumento de la producción de tapabocas desechables. Las cifras proporcionadas por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo no engañan y prevén que las ventas mundiales de mascarillas ascenderán a unos 166.000 millones de dólares en 2020, frente a unos 800 millones de dólares en 2019. Para muchas personas, una de las más recientes llamadas de atención sobre este problema se produjo cuando aparecieron en los medios de comunicación videos y fotos de buzos recogiendo máscaras y guantes ensuciando las aguas de la Riviera francesa. Este acontecimiento supone un recordatorio de que los políticos, los líderes y los individuos necesitan abordar el problema de la contaminación por plásticos desechados. 2) Considerar la gestión de los residuos como un servicio público esencial Si nos fiamos de los datos históricos, sus cifras nos indican que alrededor del 75 % de los tapabocas usados, así como otros residuos relacionados con la pandemia, acabarán en vertederos o flotando en los mares. Daños medioambientales aparte, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente calcula que el coste financiero, en ámbitos como el turismo y la pesca, será de unos 40.000 millones de dólares. El Programa advierte que, de no gestionarse adecuadamente el gran aumento de los residuos médicos, muchos de ellos fabricados con plásticos de un solo uso, podría producirse un vertido incontrolado. Entre las posibles consecuencias se encuentran los riesgos para la salud pública derivados de las mascarillas usadas infectadas y la quema al aire libre o la incineración incontrolada de las mascarillas, lo que provocaría la liberación de toxinas en el medio ambiente y la transmisión secundaria de enfermedades a los seres humanos. Ante el temor de estos posibles efectos secundarios en la salud y el medio ambiente, el Programa insta a los gobiernos a considerar la gestión de los residuos, entre ellos los médicos y los nocivos, como un servicio público esencial. El organismo argumenta que la manipulación segura y la eliminación final de estos residuos es un elemento vital para una respuesta de emergencia eficaz. «La contaminación producida por los plásticos ya era una de las mayores amenazas para nuestro planeta antes del brote de coronavirus», afirma Pamela Coke-Hamilton, directora de comercio internacional de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo. «El repentino auge del uso cotidiano de ciertos productos que sirven para mantener a salvo a las personas y detienen la enfermedad está empeorando mucho las cosas», advirtió. 3) Es posible reducir un 80 % la contaminación por plásticos  Sin embargo, esta situación puede modificarse como demuestra un amplio informe sobre residuos plásticos  publicado por The Pew Charitable Trusts, y el laboratorio de ideas Systemiq. El estudio, avalado por la directora ejecutiva de la agencia medioambiental de la ONU, Inger Andersen, pronostica que, si no se toman las medidas adecuadas, la cantidad de plásticos vertidos en el océano se triplicará en 2040, pasando de 11 a 29 millones de toneladas al año. Sin embargo, cerca del 80 % de la contaminación producida por plásticos podría eliminarse en ese mismo periodo simplemente sustituyendo una regulación inapropiada: cambiar el modelo de negocio e introducir incentivos que conduzcan a la reducción de la producción de plásticos. Otras medidas recomendadas son diseñar productos y envases que puedan reciclarse más fácilmente y aumentar la recogida de residuos, especialmente en los países de menor renta. 4) La necesidad de impulsar una alianza mundial En un análisis sobre plásticos, sostenibilidad y desarrollo en 2020, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo llegó a la conclusión de que las políticas comerciales mundiales también pueden desempeñar un importante papel en la reducción de la contaminación. Aunque durante la última década muchos países han introducido normativas relativas a la contaminación producida por plásticos, un indicador de la creciente preocupación que rodea a este tema, según el análisis de la Conferencia, es que para que estas políticas sean realmente eficaces se necesitan reglas coordinadas y globales. «El modo en que los países han utilizado sus políticas comerciales para luchar contra la contaminación por plásticos ha sido en su mayor parte descoordinado, limitando la eficacia de sus esfuerzos, dice Coke-Hamilton. «Hay límites a lo que cualquier país puede lograr por sí solo». 5) Impulsar alternativas respetuosas con el planeta y el empleo Aunque la aplicación de estas medidas reduciría enormemente la contaminación por plásticos de aquí a 2040, el informe de la organización sin fines de lucro Pew y el laboratorio de ideas Systemiq reconoce que, incluso en el mejor de los casos, se seguirían vertiendo cinco millones de toneladas de plásticos en el océano cada año. Los autores del estudio consideran que para enfrentarse de forma integral al problema se necesitaría un aumento drástico de la innovación y la inversión que se tradujera en avances tecnológicos. La Conferencia también insta a los gobiernos a potenciar sustancias no tóxicas, biodegradables o fácilmente reciclables, como las fibras naturales, la cáscara de arroz y el caucho natural. Estos productos serían más respetuosos con el medio ambiente y, dado que los países en desarrollo son proveedores clave de muchos sustitutos del plástico, podrían aportar una ventaja añadida: la creación de nuevos puestos de trabajo. Bangladesh, por ejemplo, es el primer proveedor mundial de exportaciones de yute, mientras que entre Tailandia y Côte d’Ivoire concentran la mayor parte de las

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Preparación ante desastres durante la pandemia del COVID-19

Preparación ante desastres durante la pandemia del COVID-19

Fuente: Cruz Roja. (2021) Preparación ante desastres durante la pandemia de COVID-19. Recuperado de: https://www.redcross.org/cruz-roja/obtener-ayuda/tipos-de-emergencias/consejos-de-seguridad-para-coronavirus/preparacion-ante-desastres.html Estamos pasando momentos difíciles a medida que enfrentamos los impactos de la pandemia de la enfermedad de coronavirus. Es probable que el COVID-19 esté con nosotros durante un largo tiempo y es por eso por lo que debemos prepararnos de manera diferente para otros desastres que puedan afectar a nuestras comunidades. Es difícil pensarlo, pero otros desastres, como huracanes e incendios forestales, aún pueden suceder. Saber qué peligros pueden afectar a su comunidad y aprender qué hacer antes, durante y después de cada uno te ayudará  estar a salvo y a fortalecer tu capacidad de adaptación para que puedas recuperarte o “levantarte” rápidamente. Existen acciones que puedes tomar para prepararte, a la vez que te proteges del COVID-19 durante un desastre. Usa esta guía para planificar. ¿Qué desastres podría enfrentar? Algunos desastres, tales como inundaciones o incendios domésticos, pueden ocurrir en cualquier lugar. Otros, incluyendo terremotos y huracanes, son más comunes en determinadas regiones. Para entender sus riesgos locales: Identifica los posibles desastres en tu área. Familiarízate con las acciones que puedes tomar para mantenerte a salvo. Conoce el plan de respuesta de tu comunidad para cada desastre y determina si estos planes han sido adaptados al COVID-19. Obtén información de contacto de los gobiernos y las agencias estatales, locales y tribales y de las agencias de gestión de emergencia estatal. ¿Cómo cubriré mis necesidades básicas en un desastre durante la pandemia? Los desastres pueden causar desafíos repentinos como el corte de la energía eléctrica, bloqueo de caminos, interrupción de la respuesta de los servicios de emergencias y el cierre de tiendas y farmacias durante un período de tiempo extendido. La COVID-19 agrega un problema más a esta situación compleja. Prepárate ahora para tener habilidades esenciales y poder tener cubiertas tus necesidades básicas. Aprende habilidades que salvan vidas, como primeros auxilios y RCP. Arma dos kits de emergencia y ten suministro de medicamentos recetados para un mes. Comienza con esta lista de suministros básicos. Personaliza tu kit para cubrir sus necesidades. Incluye desinfectante y artículos de higiene como jabón y desinfectantes para manos para protegerse contra la COVID-19. Puede que algunos suministros sean difíciles de conseguir y la disponibilidad será menor durante un desastre, por eso comienza a recolectarlos ahora. » Kit para quedarse en casa (suministros de emergencia para dos semanas): incluye todo lo que necesitas para quedarte en casa durante al menos dos semanas con artículos tales como alimentos, agua, suministros de limpieza y desinfectante, jabón, productos de papel y artículos de higiene personal. » Kit de evacuación (tres días de suministros en un “bolso de evacuación”): el segundo kit debe ser una versión liviana y más pequeña que puedas llevar contigo si debes salir de tu hogar rápidamente. Incluye todo lo que necesitas para abastecerte por ti mismo durante tres días de alimentos, comida, artículos de higiene personal, suministros de limpieza y desinfectante que puedas usar si estás fuera de casa (pañuelos de papel, desinfectante de manos con 60 % de alcohol y toallas de desinfección). Asegúrate de que tienes tapabocas de tela, tales como mascarillas y bufandas, para todas las personas en tu hogar, de tal manera que puedan llevar uno de manera segura. Los tapabocas de tela no reemplazan al distanciamiento social físico. Continúa manteniendo una distancia de aproximadamente 2 metros entre tú y los demás en público. No se deben colocar tapabocas de tela en niños pequeños menores de 2 años, una persona que tenga dificultad para respirar o que no pueda sacarse el tapabocas sin asistencia. » Un suministro de medicamentos recetados que te dure un mes así como medicamentos de venta libre, como jarabes para la tos y medicamentos para reducir la fiebre y suministros o equipamiento médico. Mantén estos artículos juntos en un contenedor separado para que pueda llevárselos si tiene que evacuar. ¿Cómo planifico para un desastre durante una pandemia? Planifica lo que harás antes, durante y después de cada tipo de desastre. Las diferentes emergencias requieren diferentes acciones para mantenerte seguro. Asegúrate de que puedes enterarte rápidamente acerca de un peligro. Ten acceso a alertas climáticas y notificaciones comunitarias. Asegúrate de que puedes recibir notificaciones oficiales incluso durante una pérdida de energía. Sigue siempre las instrucciones de las autoridades locales. Regístrate para recibir las alertas de emergencia gratuitas que tu comunidad pueda ofrecer. Considera comprar una radio a baterías. Conoce qué tipo de notificaciones esperar y qué hacer cuando las recibas. Por ejemplo, un aviso para estar “en guardia” significa que debería estar listo para actuar; una “alarma” significa que debe tomar acción de inmediato. Conozca las señales naturales de alarma de un peligro, puede que no siempre recibas una alerta oficial. Debido al COVID-19, debes mantenerte actualizado acerca de la información y restricciones de tus autoridades de salud pública locales ya que esto puede afectar tus acciones y recursos e instalaciones disponibles. ¿Quedarse o irse? Algunos desastres requieren que te quedes donde estás para mantenerte seguro. Otros desastres requieren que vayas a otro lado para mantenerte seguro. Si necesitas ir a otro lado, piensa acerca de estas preguntas: ¿Dónde iré? ¿Cómo llegaré allí? ¿Dónde me quedaré? ¿Cómo puedo ayudar a protegerme del COVID-19? ¿Qué llevaré conmigo? Por ejemplo, en el caso de un huracán o un incendio forestal puede que necesites dejar tu hogar rápidamente y viajar a un lugar seguro fuera del área afectada. Si las autoridades te aconsejan que evacúes, debes estar preparado para irte inmediatamente con tu kit de evacuación (“bolso de evacuación” de suministros de emergencia). Planifica ahora si necesitarás ayuda para irte o si necesitarás compartir el transporte. Pregunta a amigos o familiares fuera de tu área si puedes quedarte con ellos. Habla y ve si tienen síntomas de COVID-19 o si tienen gente en sus hogares con un riesgo mayor de sufrir una enfermedad grave. Si tienen síntomas o personas con riesgo mayor en su hogar, realiza otros arreglos. Habla con hoteles, moteles y campings para

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