Desastres y continuidad de los negocios: prioridades y desafíos

Por Jacqueline Mesa Sierra / Gerente técnica del CCS Ingeniera forestal / Especialista en Gestión Medioambiental / Magíster en Salud y Seguridad en el Trabajo

Los costos asociados a una inadecuada gestión de los riesgos relacionados con amenazas ambientales, el cambio climático y los que se pueden generar por las mismas operaciones del sector productivo siguen en aumento. A pesar de los esfuerzos por proporcionar el financiamiento necesario para la mitigación y adaptación al cambio climático, el mundo sigue lejos de implementar plenamente la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, el Marco de Sendai, el Acuerdo de París y la Nueva Agenda Urbana, entre otros acuerdos internacionales.

Las inversiones en adaptación y reducción de riesgos de desastres siguen estando insuficientemente financiadas y, en algunos casos, pueden representar tan solo entre el 1 y el 2 % de la financiación climática (Press-Williams et al., 2024), factor que está poniendo en riesgo los esfuerzos y la consecución de las metas del Marco de Sendai.

Los costos derivados de los pagos de primas de seguros, así como de las pérdidas y daños manifiestos, siguen aumentando. Al revisar los indicadores interanuales de eventos extremos, las reaseguradoras han encontrado que, en los últimos cuatro años consecutivos, las pérdidas aseguradas a nivel mundial han superado los 100 mil millones de dólares consecutivos (Banerjee et al., 2024).

De acuerdo con los datos reportados por CRESTA1, las pérdidas para el sector de seguros generados por eventos catastróficos siguen en aumento de acuerdo con el informe preliminar del segundo trimestre del 2024. La lista de estas pérdidas incluye, a la fecha del reporte, 197 grandes catástrofes naturales, 117 de las cuales superan el umbral de notificación. En conjunto, los acontecimientos por encima del umbral representan más de 344 billones de dólares en pérdidas para la industria, siendo las inundaciones los eventos más recurrentes, pero no los únicos (CRESTA, 2024).

Al revisar estas cifras, se evidencia que invertir en reducción de riesgo de desastres, adaptación al cambio climático y resiliencia tiene beneficios a nivel económico y social para las regiones y los sectores productivos. Cada dólar invertido en reducción y prevención de riesgos puede ahorrar hasta 15 dólares en recuperación posdesastre. Cada dólar invertido en hacer que la infraestructura sea resiliente a los desastres ahorra cuatro dólares en reconstrucción. Los beneficios en términos de invertir en prevención y resiliencia son claros. Sin embargo, de acuerdo con la Oficina de Naciones Unidas para la Reducción de Riesgo de Desastres (UNDRR), por cada 100 dólares estadounidenses de asistencia oficial para desastres, tan solo se invierten 50 centavos en proteger del impacto de los mismos (UNDRR, 2024). Esto indica una falta de iniciativas privadas y públicas en la inversión en prevención, adaptación y resiliencia en todos los ámbitos y, aún más, en los sectores productivos.

Modelos de negocios: el desafío en el análisis del riesgo sistémico

Con los desafíos del cambio climático y la exacerbación del riesgo de desastres producto de este fenómeno, queda la inquietud acerca de si los negocios y organizaciones, sin importar su tamaño, han incluido en sus modelos de negocios los análisis suficientes para poder prepararse, adaptarse y recuperarse de manera más eficaz y eficiente. Y quizá la respuesta es que no de manera general. Los gerentes y administradores de las organizaciones aún continúan desarrollando o manteniendo modelos de negocios y planes estratégicos, sin contemplar estos temas lo que, en realidad, genera una alta vulnerabilidad y reduce la posibilidad de mantenerse en el tiempo.

Lo primero que debe ocurrir en los ámbitos administrativos y gerenciales, sin importar el tamaño de la empresa, es que los modelos de negocio y su estructuración deben integrar de manera eficaz el análisis del ‘riesgo sistémico’2 y el ‘megarriesgo sistémico’3. Bajo este enfoque, se analiza a la organización y a su operación como parte de un sistema económico, social y ambiental. Además, se incluyen dentro de los análisis financieros y económicos todos los aspectos y amenazas que pueden impactar, impedir y/o potencializar la continuidad de las operaciones.

De acuerdo con la interrelación en el sistema, existen algunos sectores con mayor probabilidad de ser impactadas y/o impactar un sistema completo. Por ejemplo, la llegada de huracanes extremadamente dañinos a los Estados Unidos ha puesto en manifiesto que la vulnerabilidad de las infraestructuras críticas es una realidad en las economías desarrolladas.

A continuación, se presenta la relación de las infraestructuras vitales de los sistemas y cómo estas se interrelacionan, pudiendo impactar áreas que no habían sido mapeadas.

La resiliencia y sus dividendos

Con el contexto anterior, es evidente que las organizaciones deben tomar decisiones basadas en riesgos, como un paso importante para alcanzar la resiliencia y la continuidad de sus negocios.

De acuerdo con Tanner et al. (2015), “los métodos existentes para evaluar las inversiones en gestión de riesgo de desastres subestiman los beneficios asociados con la resiliencia”. Esto está vinculado a la percepción común de que invertir en resiliencia a los desastres solo generará beneficios una vez que ocurra el desastre. La interpretación de quienes invierten va por el mismo camino: se ve como una apuesta que solo da frutos en caso de desastre. Y es esta la misma apuesta que hacen los tomadores de decisiones a nivel de las empresas.

«Es evidente que las organizaciones deben tomar decisiones basadas en riesgos, como un paso importante para alcanzar la resiliencia y la continuidad de sus negocios»

En este sentido, también es importante resaltar los beneficios que puede traer la resiliencia a partir de lo que se ha denominado el ‘triple dividendo de la resiliencia’ aplicado a los entornos empresariales (Tanner et al., 2015):

  1. Primer dividendo. Evitar pérdidas: salvar vidas humanas, minimizar los daños a la infraestructura, reducir las pérdidas económicas, mantener los empleos y medios de vida, entre otros.
  2. Segundo dividendo. Estimular la actividad económica: gracias a la reducción del riesgo de desastres se genera fomento del ahorro, del emprendimiento, se estimula la innovación y los excedentes se reinvierten, entre otros.
  3. Tercer dividendo. Cobeneficios: beneficios sociales, económicos y ambientales positivos, derivados del mismo sistema en el que está inmersa la organización.

Entender los dividendos derivados de invertir en la gestión de riesgos de desastre, la adaptación al cambio climático y la resiliencia, e incluirlos en la planificación y definición de los modelos de negocios, es el argumento para apalancar las inversiones. Esto porque se mapean las pérdidas evitadas, los estímulos a nivel económico y los cobeneficios que se obtienen de las inversiones, que también apalancan las estrategias de sostenibilidad de las organizaciones.

Lo anterior es un reto, principalmente por la falta de datos y las dificultades que puede surgir en las organizaciones para identificar los beneficios en esos términos. Sin embargo, es necesario superar este desafío, toda vez que no se pueden seguir revisando los indicadores medidos por las pérdidas causadas y, mucho menos, gestionar las inversiones en la atención y no en la preparación y adaptación, continuando con ciclos de contabilización de pérdidas que socaban, cada vez más, los sectores productivos.

Este especial comparte un análisis sobre el cambio climático, la gestión del riesgo de desastres y la importancia de generar entornos productivos resilientes, no solo como la única alternativa para generar la necesaria continuidad de los negocios, sino como el aporte que desde sector productivo se puede realizar para alcanzar las metas de los diferentes acuerdos internacionales, asegurando un mundo resiliente y sostenible.

Notas a pie de página

1 CRESTA proporciona datos sobre pérdidas para la industria de seguros por eventos catastróficos internacionales (fuera de EE. UU.).

2 Las características clave del ‘riesgo sistémico’, de acuerdo con UNDRR (2022), pueden clasificarse en cinco temas: “la escala del sistema, la relación de los elementos dentro de un sistema, el nivel de comprensión del sistema, los efectos transfronterizos y los resultados del riesgo sistémico”.

3 El ‘megarriesgo sistémico’ tiene el potencial de generar un daño considerable o mayor a los sistemas y las infraestructuras vitales de los que dependen las sociedades y las economías humanas y en donde los sectores productivos tienen una relevancia importante, ya que se gestionan en una proporción importante desde el sector privado (UNDRR, 2022).

Referencias

Banerjee, C., Bevere, L., Garbers, H., Grollimund, B., Lechner, R., & Weigel, A. (2024). Natural catastrophes in 2023: gearing up for today’s and tomorrow’s weather risks. 1, 1–37.

CRESTA. (2024). CRESTA CLIX Quarterly Update Q2 2024 – CRESTA. https://about.cresta.org/news/clix-update-2024-q2

Press-Williams, J., Negreiros, P., Fernandes, P. de A., Meattle, C., Hamza Abdullah, A. V., & Jose Diaz, B. M. (2024). 2024 State of Cities Climate Finance – CPI. https://www. climatepolicyinitiative.org/publication/2024-state-of-citiesclimate-finance/

Tanner, T. M., Surminski, S., Wilkinson, E., Reid, R., Rentschler, J. E., & Rajput, S. (2015). The triple dividend of resilience. 34. www.worldbank.org

UNDRR. (2022). Informe de evaluación global sobre la reducción del riesgo de desastres 2022. Nuestro mundo en peligro: transformar la gobernanza para un futuro resiliente. www.undrr.org/GAR2022

UNDRR. (2024). Investing in resilience. Our Impact. https:// www.undrr.org/our-work/our-impact