SG-SST

Estrategias para la administración de actividades de salud en el trabajo dirigidas a profesionales de áreas diferentes a la salud

Por: Nasli Miranda Arandia, Ingeniera Industrial, Especialista en Higiene y Salud Ocupacional, Magíster en Sistemas Integrados de Gestión. Profesional de Servicios II del CCS, auditora RUC® Cómo citar este artículo Arandia N. (2022). Estrategias para la administración de actividades de salud en el trabajo dirigidas a profesionales de áreas diferentes a la salud. Protección & Seguridad No. 402 (marzo– abril 2022), 17-83. https://ccs.org.co/portfolio/administracion-actividades-salud-trabajo/ Las actividades de medicina preventiva en los entornos laborales tienen entre sus propósitos controlar el impacto negativo de los peligros sobre las condiciones de salud de los trabajadores durante el desarrollo de sus actividades (Departamento de Empresa y Empleo, 2013). Se entiende por salud laboral o salud en el trabajo aquella que tiene como finalidad «promover y mantener el más alto nivel de bienestar físico, mental y social de los trabajadores en todas las profesiones; prevenir todo daño causado a su salud debido a las condiciones de su trabajo; protegerlos contra los riesgos resultantes de la existencia de agentes nocivos a su salud; ubicar y mantener al trabajador en un empleo acorde con sus aptitudes fisiológicas y psicológicas y, en resumen, adaptar el trabajo al hombre y cada hombre a su tarea» (OIT, 1998). Las actividades de medicina preventiva en el trabajo constituyen una parte fundamental dentro del sistema de gestión y requieren experticia y competencia para su administración. La Guía RUC® define en su numeral 3.2.4 que “las empresas deben demostrar la existencia de un Subprograma de Medicina Preventiva y del Trabajo, presentar las estrategias y recursos para su realización y contar con un profesional del área de la salud con experiencia y licencia en Seguridad y Salud en el Trabajo” (RUC, 2021). Si bien es claro que las actividades de medicina preventiva en el trabajo deben ser desarrolladas por profesionales competentes en el área, existen limitantes en cuanto a la disponibilidad de recursos para las micro, pequeñas y medianas empresas. Estas conforman el 90 % del tejido empresarial colombiano (Ministerio del Trabajo, 2019) y suelen enfrentar limitaciones y dificultades para contar con profesionales en el área de medicina u otras áreas de la salud de manera permanente. En muchos casos, las organizaciones cuentan con el apoyo ocasional de estos profesionales para el diseño de las medidas de prevención y la ejecución de actividades especializadas en salud en el trabajo —exámenes médicos ocupacionales, aplicación de diagnósticos de riesgo psicosocial, estudios de puestos de trabajo, entre otros—, pero el desarrollo de las actividades preventivas queda en manos de los responsables del sistema de gestión en seguridad y salud en el trabajo, siendo estos, por lo general, profesionales en áreas diferentes a las de la salud. Este artículo tiene como propósito revisar algunos lineamientos básicos de apoyo para la administración de las actividades de salud en los entornos laborales por parte de los responsables del Sistema de Gestión de Seguridad y Salud en el Trabajo (SG-SST) que no cuentan con una formación específica en áreas de la salud, de cara a los lineamientos normativos y parámetros definidos dentro de la Guía RUC® y bajo el cumplimiento de las responsabilidades que tiene la empresa como empleador. Para poder identificar los componentes básicos dentro de la administración de las actividades de salud en el trabajo dentro del SG-SST se abordarán nueve componentes principales que constituyen el ciclo de seguimiento y prevención (ver figura 1). Así mismo, se revisará cómo desde la óptica del responsable del SG-SST se deben planear y ejecutar las actividades. La empresa debe identificar los peligros que pueden generar afectaciones a la salud de los trabajadores, valorando el nivel de riesgos con el fin de priorizar las actividades de intervención e integrarlas a las actividades del plan anual de trabajo en SST y de los respectivos programas de gestión, según aplique. 2. Exámenes Médicos Ocupacionales (EMO) Los exámenes médicos ocupacionales son el mecanismo para verificar y hacer seguimiento a las condiciones de salud de cada trabajador. Permiten identificar, con un enfoque preventivo, posibles patologías que puedan llegar a verse afectadas por el desarrollo de la actividad laboral. Para realizar una adecuada gestión de los EMO la empresa deberá considerar lo siguiente: Procedimiento: la organización debe establecer un procedimiento para la realización de exámenes médicos ocupacionales de ingreso, periódico, post incapacidad, reubicación laboral o por retiro, acorde con los lineamientos de la Resolución 2346 de 2007. Dicho procedimiento deberá ser divulgado entre los responsables del proceso de contratación y retiro de trabajadores, de forma que el proceso de remisión no recaiga solo en el responsable del SG-SST lo que puede generar incumplimientos en caso de omisión. Profesiograma: la definición del tipo de exámenes a realizar, la periodicidad y los criterios de aptitud laboral de los mismos se realiza con base en el análisis del perfil del cargo, las actividades a realizar y los peligros presentes en la tarea. Este análisis debe ser desarrollado por un profesional del área de la salud (médico con licencia en SST) y generará como resultado un documento denominado profesiograma, el cual será utilizado por la organización como guía en la programación de sus EMO. Remisión a exámenes médicos: para proceder con la realización de los EMO, la organización debe considerar lo siguiente: Gestión ante los resultados del EMO. Una vez recibido el certificado del examen médico, se deberá considerar lo siguiente: 3. Diagnóstico de condiciones de salud De acuerdo con lo establecido en la Resolución 2346 de 2007, este documento debe ser entregado a la empresa por parte de la IPS o del médico especialista en SST que haya realizado los exámenes a la población trabajadora y debe ser tomado como base para la formulación de las actividades de promoción y prevención en salud. El documento debe contener las recomendaciones a implementar por parte de la empresa de acuerdo conel análisis estadístico realizado por los profesionales de la salud. Estas, usualmente, están dirigidas a la creación de programas de vigilancia epidemiológica,programas de promoción y prevención, mecanismos de mejoramiento de las condiciones de los ambientesde trabajo, entre otras. La empresa deberá tomar estas recomendaciones

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El bienestar integral como pilar de las organizaciones saludables

Por: Carolina Antolinez Figueroa, líder técnica del Consejo Colombiano de Seguridad (CCS). Enfermera / Magíster en Salud y Seguridad en el Trabajo. Cómo citar este artículo Antolinez C. (2025). El bienestar integral como pilar de las organizaciones saludables. Protección & Seguridad No. 420 (marzo– abril 2025), 17-31. https://ccs.org.co/portfolio/el-bienestar-integral-como-pilar-de-las-organizaciones-saludables/ El concepto de salud que todos conocemos hoy en día es el descrito por la Organización Mundial de la Salud (OMS) “un estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Sin embargo, este ha sido fuertemente criticado por diferentes autores, quienes han sugerido su transformación. El primero de ellos fue Deitrich Bonhoeffer, quien en 1953 definió que la salud era «la fuerza de ser», dando a la persona la capacidad de continuar su trayectoria vital en ausencia de barreras que limiten su salud. Posteriormente, en 1970 Christopher Boorse redirigió el concepto bajo el enfoque biomédico en el que la salud se limita a un estado normal con ausencia de anomalías fisiológicas que alteren o deteriorensu estado. Los anteriores conceptos aún se quedaban cortos, por lo cual en 2011 Huber propuso que la salud hiciera referencia a la capacidad que tienen los individuos para adaptarse y autogestionarse. A este concepto, David Misselbrook refiere que la salud es el florecimiento del individuo con la superación de una enfermedad o discapacidad (Armitage, 2023). Conceptos y modelos de organizaciones saludables Ahora bien, en lo concerniente al entorno laboral, la OMS determinó que los lugares de trabajo deben ser escenarios generadores y promotores de la salud, por ello, define que los entornos saludables son aquellos en donde los trabajadores, jefes de área y alta dirección interactúan y trabajan colaborativamente en pro de la mejora continua de la promoción y protección de la salud, seguridad y bienestar de los trabajadores (OMS, 2010). Es así como la OMS en su modelo de organizaciones saludables estableció que es indispensable diseñar e implementar acciones que abarquen las cuatro vías de influencia en el entorno laboral para la promoción de la salud como son: Según el modelo de la OMS, estas cuatro líneas de influencia deben ser abordadas mediante estrategias y programas elaborados bajo los principios fundamentales que deben orientar las acciones de las organizaciones con entornos saludables como son la ética y valores organizacionales, desarrollados desde el compromiso de los líderes y la participación de los trabajadores (OMS,2010). Bajo este concepto y líneas de acción establecidas por la OMS es que la gestión de la Seguridad y Salud en el Trabajo (SST) se constituye en un pilar fundamental para lograr organizaciones saludables y sostenibles. Lo anterior, se debe a que el objetivo principal del SG-SST es lograr la mejora continua del desempeño de la SST a partir de la asignación de responsabilidades a los actores clave, así como a través del compromiso del gobierno corporativo y los trabajadores, la identificación de los peligros y la gestión de los riesgos de SST, la organización del personal, el suministro de recursos, la comunicación, la información, la documentación y el monitoreo continuo. El modelo de la OMS tiene como principal valor lograr el bienestar y la salud de los trabajadores; sin embargo, hay otros autores que adicionan a este concepto y modelo la importancia de la integración del desarrollo del recurso humano. Para Argyris (1958) una organización saludable es donde se permite el óptimo funcionamiento humano. Bennis (1962) indicó que es la que permite la adaptabilidad y sentido de identidad y Schein (1965) afirmó que es en la que existe armonía entre las metas organizacionales y las necesidades de los trabajadores. Entre tanto, autores como Corbett (2004) y Tarride et al. (2008) indican que una organización saludable se instaura instaura a partir del comportamiento de la compañía y la articulación y esfuerzos conjuntos mediante una misión compartida entre trabajadores y líderes, contribuyendo al equilibrio de las relaciones interpersonales entre líder-trabajador-cliente, así como para lograr el bienestar laboral y la eficacia organizacional (Segura-Camacho et al., 2018) llevando a cabo el proceso de mejora continua (Hernández et al., 2022). Este concepto se asocia el término de bienestar integral haciendo alusión al bienestar psicológico y social, satisfacción y calidad de vida relacionado con la salud, la tranquilidad, la paz y el equilibrio entre el trabajo y la familia. Por su parte, Gomide y Nascimento (2012) mencionan la justicia, la cultura organizacional, los valores y la ética como aspectos predecesores de las organizaciones saludables (Cetina, et al., 2020). Salanova (2009) desde su primer modelo creado, así como en el actualizado en 2016, refiere que las organizaciones saludables son una versión más sólida y perdurable. Esto se debe a que han incorporado la salud y el bienestar de los empleados en su funcionamiento, integrándolos con los objetivos estratégicos de la organización. Precisamente, el modelo Healthy and Resilients Organizations (HERO, por sus siglas en inglés) desarrollado por Salanova, establece que la organización saludable es aquella que realiza esfuerzos sistemáticos, planificados y proactivos para mejorar la salud de los empleados mediante buenas prácticas relacionadas con la mejora de las tareas, el ambiente social y la organización. En su modelo propone tres pilares esenciales para conformar las organizaciones saludables (Salanova, 2009): 2. Empleados saludables: a partir de la corriente de la psicología positiva, el modelo de Salanova menciona el concepto del capital psicológico positivo que se relaciona con las fortalezas de los trabajadores, las cuales deben ser medibles y verificables, representando una ventaja competitiva para la empresa. Entre las fortalezas se destacan: autoeficiencia, engagement, optimismo, resiliencia, esperanza y demás emociones positivas. Es a través de este mecanismo psicológico que se logran los resultados saludables para la organización. 3. Resultados positivos: las organizaciones con empleados, prácticas y recursos saludables usualmente generan excelentes resultados, aspecto que aún no cuenta con evidencia científica y empírica sobre la relación de la psicología positiva y el buen desempeño laboral. Sin embargo, se ha evidenciado que los trabajadores que están comprometidos y satisfechos con su trabajo lo hacen de la mejor manera posible, obteniendo mejores resultados. De igual forma,

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“Purgantes naturales”: cuando el remedio es peor que la enfermedad

“Purgantes naturales”: cuando el remedio es peor que la enfermedad

Por: Lizeth Viviana Salamanca Galvis, líder de comunicaciones del Consejo Colombiano de Seguridad. Cómo citar este artículo Salamanca L. (2022). “Purgantes naturales”: cuando el remedio es peor que la enfermedad. Protección & Seguridad No. 46 (octubre– diciembre 2022), 11- 13. https://ccs.org.co/portfolio/purgantes-naturales-riesgos-salud/ Purgantes que dicen ser ciento por ciento naturales. Algunos afirman ser una combinación de “plantas laxantes” capaces de expulsar parásitos, lombrices y amebas; otros prometen desintoxicar el hígado y entre sus beneficios aseguran limpiar el tracto digestivo, luchar contra las flatulencias y hasta eliminar manchas en la piel. Incluso, algunos más osados advierten que si el producto se consume al menos dos veces al año, la persona “gozará de un excelente estado de salud”. Nada más engañoso y alejado de la realidad. En los últimos meses, el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima) ha generado varias alertas sanitarias sobre “purgantes” que se comercializan de manera fraudulenta en las ciudades y municipios del país. Entre la lista negra figuran las denominaciones ‘Geolax’, ‘Bililax Q+’, ‘Golden Health Detox’ ,‘‘Quenopodio’ y sus similares, los cuales indican en sus empaques y etiquetas un registro sanitario falso que no ha sido otorgado por el Invima. Por ende, su venta en Colombia es ilegal. “De acuerdo con la normatividad sanitaria vigente, se trata de productos fraudulentos que, al no encontrarse amparados bajo un registro sanitario, no ofrecen garantías de calidad, seguridad y eficacia. Adicionalmente se desconoce su contenido real, trazabilidad, condiciones de almacenamiento y transporte”, advierte el Invima (2022). El Invima es contundente al manifestar que, en la actualidad, no existen evidencia científica suficiente y robusta para atribuirle propiedades desparasitantes o limpiadoras del organismo a un producto con un supuesto origen natural. Por el contrario, la autoridad sanitaria advierte que son más los riesgos que se han logrado documentar alrededor del consumo de estas sustancias. Un coctel peligroso Protección & Seguridad en la Comunidad consultó al Ministerio de Salud y Protección Social acerca de los efectos adversos que podría generar el consumo de “purgantes naturales”. Entre las consecuencias negativas para la salud, la cartera señala que la ingesta de este tipo de productos sin indicación y seguimiento médico puede aumentar el riesgo de desarrollar cuadros alérgicos, disfunciones hepáticas, intoxicaciones, dolor abdominal, irritación gástrica, náuseas, diarrea, vómito incontrolable, cefalea y deshidratación. Por si fuera poco, en muchos casos se desconoce a ciencia cierta la composición del producto. En otros, el boldo, el sen, la leche de higuerón, el paico, la acacia de india y el ruibarbo —de los cuales tampoco hay evidencia científica suficiente— están dentro de los ingredientes declarados. Además, como lo explica el Invima, algunos contienen componentes activos que se encuentran en laxantes disponibles en el mercado, pero es posible que su dosis y pureza no se controlen cuidadosamente. “La población puede tener la creencia de que todos los productos naturales son seguros. No obstante, al tratarse de combinaciones de diferentes sustancias herbarias, pueden llegar a ser más complejas y riesgosas que otro tipo de medicamentos, por lo que cobra especial relevancia controlar su calidad y seguridad”, indica el Ministerio de Salud y Protección Social. En otras palabras, los purgantes naturales que se comercializan de manera ilegal pueden llegar a ser un coctel peligroso para la salud. Adicionalmente, hay que tener en cuenta que solo un médico tiene la competencia para evaluar la situación de salud de las personas y establecer si se requiere o no un antiparasitario, previa realización de exámenes de laboratorio que así lo determinen. Por lo tanto, las personas no deberían “purgarse” a libre demanda. Otro aspecto de fundamental conocimiento para la ciudadanía es que en las bases de registros sanitarios del Invima y, de acuerdo con las normas farmacológicas actualizadas a enero de 2022, en Colombia no existen en la actualidad medicamentos aprobados para uso como “purgante”. Los que sí están aprobados son los antiparasitarios y, en ese sentido, “para la obtención del registro sanitario que permita su comercialización, el producto debe cumplir con los requisitos técnico- científicos y sanitarios previstos en Decreto 677 de 1995”, afirma el Invima. En resumen, el producto debe demostrar que es eficaz, seguro y que cumple con la calidad exigida por la norma. Errores comunes Entre los descuidos que comete con mayor frecuencia la ciudadanía y que ponen en riesgo su salud las autoridades sanitarias listan los siguientes: Claves para identificar y denunciar un producto fraudulento De acuerdo con el Invima, un producto se considera ilegal o fraudulento cuando: Desde el Invima se recomienda a los consumidores que antes de adquirir un producto verifiquen que el mismo cuente con aprobación sanitaria y que su registro sea real. Para ello, pueden ingresar al siguiente enlace y realizar la consulta con el nombre del producto o el registro sanitario indicado en el envase: https://consultaregistro.invima.gov.co/Consultas/consultas/consreg_encabcum.jsp En caso de comprobar la inexistencia del registro, se pueden realizar el reporte del producto fraudulento ante el Invima, a través de su portal web, en la sección de peticiones, quejas, reclamos y sugerencias, eligiendo la opción ‘Denuncias’. El procedimiento también se puede efectuar en las oficinas de atención a la ciudadanía, líneas telefónicas o por medio del correo electrónico invimafv@invima.gov.co. Referencias Invima. (2022). Entrevista. [Comunicación personal].Ministerio de Salud y Protección Social. (2022). Entrevista. [Comunicación personal].

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Estrategias para intervenir comportamientos inseguros a nivel organizacional

Por: Ricardo Montero Ingeniero industrial / Director de la especialización y maestría en Seguridad y Salud en el Trabajo, Facultad de Ingeniería, Universidad Autónoma de Occidente. Cómo citar este artículo Montero R. (2022). Estrategias para intervenir comportamientos inseguros a nivel organizacional. Protección & Seguridad No. 402 (marzo – abril 2022), ( 402), 69- 75. https://ccs.org.co/portfolio/estrategias-para-intervenir-comportamientos-inseguros-nivel-organizacional/ Desde comienzos de este siglo la comprensión del efecto de los factores organizacionales en la ocurrencia del comportamiento inseguro o seguro ha venido en aumento. Si bien las raíces conceptuales se hallan en la profundidad de la literatura del siglo XX (Khon et al, 2000; Perrow, 1984; Reason, 1990; 2000; Sagan, 1993; Sender y Moray, 1991) y desde los años 60 se hacía mención de estos factores, fue en este siglo XXI que la literatura al respecto se incrementó y se incorporaron nuevos autores alrededor del tema (ver, por ejemplo, a Dekker, 2005; Hollnagel, 2014; Kletz, 2001; Peter & Peter, 2006; Sarter et al., 2010; Sharit, 2012; Whittingham, 2004). Siguiendo el ‘Modelo del Queso Suizo’ de James Reason (2009) la ocurrencia de accidentes corresponde, usualmente, a una combinación de errores activos y latentes que se manifiestan en las áreas de ingeniería, de operaciones y mantenimiento en las industrias y de sus equivalentes en los servicios. Los errores activos son aquellos relacionados con comportamientos inseguros de quienes ejecutan acciones frente a los riesgos. Por su parte, los errores latentes están asociados a comportamientos inseguros que realizan personas que pueden no estar presentes en el momento de ocurrencia del accidente o que, incluso, están relacionados con una actividad bastante previa, como lo sería el diseño conceptual de la máquina o la herramienta que se utiliza en la operación donde ocurrió el accidente. Como su nombre lo indica, los errores latentes no conducen de inmediato al accidente, pero están ahí, y, en combinación con errores activos u otros aleatorios, vulneran las defensas establecidas y conducen al accidente en un momento dado. Se pueden identificar dos tipos de errores latentes: operacionales y organizacionales. Los errores latentes operacionales están más asociados al mantenimiento cuando no se logra dejar el sistema en un determinado nivel de seguridad o no se logra que el equipamiento crítico para la seguridad (alarmas, dispositivos de paradas automáticas o de mitigación automática, etc.) esté disponible cuando se necesita por razones que involucran dicho mantenimiento. Los errores latentes organizacionales van desde errores de diseño —los cuales provocan que el sistema donde opera el humano sea inseguro (incluyendo el diseño de los equipos, los procesos, los ambientes, las tareas y los procedimientos)— hasta los errores de gestión, los cuales inducen a errores activos por parte de los trabajadores. Prevención de los comportamientos inseguros a nivel macro Más que prevenir errores latentes de gestión, para comenzar, habría que asegurar y promover los Factores que Influencian el Desempeño (de las personas o grupos) o Performance Influencing Factors (PIFs). Para este caso, tales factores son de origen organizacional y están relacionados con la gestión. Parece lo mismo prevenir que asegurar, pero en realidad lo segundo es un enfoque mucho más positivo que prevenir errores. En segundo lugar, hay que tener en cuenta que el tema que se abordará a continuación no se produce de forma natural en las organizaciones. Cuando no se toman acciones conscientes para promover la cultura de la seguridad (que puede ser sinónimo de asegurar los factores que influencian el desempeño) y este asunto es dejado a la reacción natural de las personas, el resultado es tan aleatorio como lo puede ser el comportamiento humano sin ninguna guía o dirección. De hecho, la cultura organizacional se inclinará a darle prioridad a los temas de producción o servicios por encima de cualquier tema de seguridad ya que la mayoría de las organizaciones están diseñadas para esas funciones. Por supuesto, para promover la cultura de la seguridad no basta solamente con hacer declaraciones o diseñar políticas de seguridad y salud. Este es apenas un primer paso, pero es completamente insuficiente manifestar el deseo por sí solo, sin que esté seguido del resto de los componentes del ciclo Planear-Hacer-Verificar-Actuar o ciclo PHVA. Manifestar el deseo es solo un componente de la fase Planear y pudiera ser declarar la política. En muchas organizaciones hay una política de seguridad y salud establecida e, incluso, un sistema de gestión de la seguridad y salud diseñado y, al menos, parcialmente implementado. Sin embargo, la cultura de la seguridad tiene amplias posibilidades de ser mejorada. Casi nunca se cierra el ciclo PHVA desde el punto de vista de la gestión, principalmente por los jefes que no son los encargados de la seguridad y la salud. ¿De qué vale que el gerente general declare que lo más importante en la organización son las personas, su seguridad y su salud, si después, durante el resto del año, nadie percibe que él se está ocupando realmente de esos asuntos? En muchas ocasiones hay una percepción por parte de los especialistas en SST de que son los mandos medios los que “se resisten” a implementar las acciones de seguridad que son de su responsabilidad. “La alta gerencia está convencida” se les oye declarar a los especialistas en SST, “pero a esos jefes intermedios es a quien debe estar dirigida cualquier intervención para que mejore la cultura de la seguridad” es lo que se suele escuchar. Lamentablemente, y aunque las percepciones sean legítimas, pocas veces corresponden con la realidad. Los mandos medios saben perfectamente a qué deben responder para ser eficientes en lo que se les evalúa en sus puestos de trabajo y esto, como quizás todos sabemos, tiene que ver no con lo que el mando medio crea que es importante, sino, en primer lugar, con aquello por lo que su jefe de verdad se preocupa y le controla. Por ejemplo, si el mando medio tan solo es evaluado por la cantidad de producción, a ese aspecto le dedicará todos sus esfuerzos. Entretanto, la atención que le dedique a la seguridad será aleatoria, dependiente, quizás, de cuánta “sensibilidad humana” haga parte de

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Exposición diferenciada por género en la gestión de sustancias químicas

Por: David Andrés Combariza Bayona, médico cirujano Magíster en toxicología / Especialista en medicina del trabajo y epidemiología / Docente del departamento de Toxicología de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia. Cómo citar este artículo Combariza, D. (2024). Exposición diferenciada por género en la gestión de sustancias químicas. Revista Protección & Seguridad en la Comunidad No. 418. (noviembre– diciembre 2024). pág. 8-13. https://ccs.org.co/portfolio/exposicion-sustancias-quimicas-genero/ Las sustancias químicas pueden estar presentes en diferentes entornos, incluyendo los lugares de trabajo, las viviendas, los centros de entretenimiento e, incluso, el ambiente mismo tanto en las ciudades como en las zonas rurales. En muchos casos, estos agentes facilitan la vida de las personas, pero, en ocasiones y dependiendo de las circunstancias de manipulación, pueden generar riesgos para la salud. Estos efectos están determinados por aspectos específicos de la sustancia como sus características fisicoquímicas y su peligrosidad inherente, por condiciones de contacto como lavía de ingreso al organismo, la frecuencia y la magnitud de la exposición. A su vez, influyen aspectos relacionados con la persona expuesta, ya que el impacto puede variar en función de la edad, el género, las patologías preexistentes, los medicamentos que consume y los hábitos de vida adquiridos, como el consumo de alcohol y/o cigarrillo, que pueden generar efectivos sinérgicos con las sustancias químicas para la generación de efectos negativos en la salud. Particularmente, este artículo abordará el impacto de la exposición de las sustancias químicas en función del género, analizando cómo las diferencias biológicas y fisiológicas entre hombres y mujeres pueden influir en la susceptibilidad y la respuesta a las sustancias. Al observar el panorama general de la exposición diferenciada por género a sustancias químicas, se puede inferir que son pocos los estudios que permiten conocer a profundidad la relación entre dichas variables. No obstante, según la ‘Encuesta sobre las condiciones de trabajo en Europa’ de 2021, las mujeres tienen una mayor exposición a sustancias o roductos químicos (ya sea por manipulación o contacto con la piel) que los hombres en la Unión Europea. Para el caso de España, el 21,1 % de las mujeres encuestadas afirman estar“siempre” o “frecuentemente” expuestas a sustancias químicas, en contraste con sus pares masculinos donde esta participación alcanza el 15,3 %. Por otro lado, debido al rápido y permanente incremento en la producción de nuevas sustancias, muchas aún no cuentan con suficientes estudios que evalúen su seguridad antes de ponerlas en el mercado. Incluso, son muy pocos los casos que han explorado las diferencias en cuanto a efectos específicos sobre la salud de las mujeres, pues la gran mayoría de investigaciones relacionadas con efectos de la exposición ocupacional a químicos se han realizado, principalmente, en sectores en los que la población evaluada son hombres. Además de lo anterior, los roles sociales y ocupacionales definidos por la sociedad también influyen en la exposición a las sustancias químicas. Por ejemplo, las mujeres suelen ser las principales responsables de las tareas de cuidado y aseo que, a menudo, requieren el uso de productos químicos de limpieza y desinfección los cuales, si se utilizan de forma inadecuada, pueden representar un riesgo para la salud. Así mismo, en los entornos rurales, las mujeres pueden estar expuestas a plaguicidas durante su preparación y aplicación, así como en el desarrollo de las labores agrícolas o al efectuar la limpieza de ropa, herramientas y elementos utilizados por los hombres en la aplicación de estos productos, desconociendo las medidas de prevención necesarias para manipular dichos objetos. En el sector servicios el panorama es similar. En entornos laborales predominantemente feminizados como ocurre en este ámbito, las mujeres están expuestas de manera significativa a sustancias químicas. Tal es el caso de los servicios de aseo y limpieza, la elaboración de alimentos, la atención sanitaria, los centros de estética y belleza, la industria textil y la confección, entre otros. Lo peor sucede cuando estas labores se realizan de manera informal o sin las medidas de protección adecuadas y necesarias debido al desconocimiento de los riesgos que representan las sustancias, lo que conlleva a la manipulación inadecuada de los productos químicos tóxicos que afectan la salud a largo plazo. Sumado a las diversas formas de exposición y a pesar de que, en ocasiones, se utilicen Elementos de Protección Personal (EPP) para reducir el riesgo, estos no suelen estar diseñados ni ajustados teniendo en cuenta las características anatómicas de las mujeres. Por lo tanto, debido a que ellas pueden tener una complexión o una fisonomía más delgada, muchos de los EPP no suelen estar disponibles en tallas adecuadas o no permiten un ajuste preciso para reducir el riesgo de contacto con productos químicos. Por su parte, los niveles límites permisibles definidos para diferentes sustancias químicas han sido obtenidos, principalmente, a partir de estudios epidemiológicos efectuados en hombres con exposición ocupacional, asumiendo que dichos resultados son válidos también para sus pares femeninos, pero sin verificar su especificidad para la protección de aspectos de gran relevancia como la salud reproductiva de las mujeres. Perspectiva biológica: diferencias El panorama aquí expuesto demuestra la relevancia de incluir dentro de la gestión de las sustancias químicas la perspectiva de género, entendida esta última como un concepto que contribuye a entender, identificar, cuestionar, analizar e intervenir la desigualdad y exclusión de las mujeres en los escenarios y situaciones relacionadas con la exposición frente a las sustancias químicas. A su vez, contribuye a visibilizar y optimizar las acciones requeridas para el logro de la equidad de género frente al manejo de sustancias químicas. De acuerdo con el sexo, existen diferencias y factores que pueden influir en los impactos derivados de la exposición a estas sustancias. El sexo femenino, determinado biológicamente por dos copias del cromosoma X, se relaciona con algunas condiciones morfofisiológicas específicas como: Por su parte, los hombres presentan una menor respuesta inmunológica que las mujeres determinada por el cromosoma Y, cuentan con mayor masa muscular y acumulan menos grasa. Las diferencias en la producción hormonal determinan que en la mujer predominen los estrógenos y la progesterona producidos por el

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Los riesgos de consumir estimulantes para rendir más en el trabajo

Por José López Guzmán, doctor en farmacia de la Universidad de Valencia / Catedrático del departamento de ciencias farmacéuticas de la Universidad de Navarra / Presidente de la Asociación Española de Farmacia Social / Académico correspondiente de la Real Academia Nacional de Farmacia. Cómo citar este artículo López, J. (2024). Los riesgos de consumir estimulantes para rendir más en el trabajo. Revista Protección & Seguridad en la Comunidad No. 52. (junio – septiembre 2024). pág. 32-34. https://ccs.org.co/portfolio/riesgos-consumir-estimulantes-trabajo/ Desde la cafeína, el ginseng y el omega-3 hasta el metilfenidato, el LSD y la ayahuasca. En los últimos años se ha incrementado el uso de estos productos y medicamentos que ayudan a incrementar el rendimiento físico y mental, también en el ámbito laboral. La duda es: ¿son seguros? Existen estimulantes de distintos tipos, con efectos y riesgos muy diferentes. Básicamente, podemos distinguir tres grupos: Los menos agresivos son los denominados nootrópicos, suplementos que no requieren prescripción médica y que pueden mejorar el rendimiento físico, la motivación, etc. Entre los suplementos nootrópicos podemos encontrar la cafeína, el ginseng, el ginkgo biloba, el triptófano, el omega-3, etc. El segundo grupo está compuesto por aquellos medicamentos que, estando indicados para enfermedades específicas, se utilizan, de forma desviada, para mejorar el rendimiento físico o mental. Por ejemplo, el metilfenidato prescrito en TDAH es empleado por estudiantes (principalmente, en épocas de exámenes) y trabajadores (sometidos a horarios intensos) para aumentar la memoria o la concentración. Este tipo de sustancias requiere fórmula médica. El último grupo está integrado por las microdosis psicodélicas o lisérgicas. Se refiere al consumo de ciertos productos psicoactivos en dosis mínimas, por debajo del umbral de la experiencia psicodélica. Esta práctica se ha extendido entre trabajadores de empresas con elevada exigencia competitiva (ya sea por el grado de implicación, horarios, etc.). Así, entre los productos empleados se encuentran el LSD (dietilamina del ácido lisérgico), la ayahuasca y la mescalina que, a bajas dosis se asocian con un aumento del rendimiento y la confianza. Simultáneamente, también reducen la depresión y la ansiedad. Riesgos de los estimulantes para aumentar la productividad Al usar estimulantes en el trabajo lo que se pretende es mejorar el rendimiento físico o mental para lograr una mayor resistencia a la hora de cumplir horarios exigentes, incrementar el rendimiento en los exámenes o aumentar la capacidad en la práctica deportiva. Los problemas que ello acarrea dependen del producto utilizado. En general, los riesgos son mínimos en algunos suplementos nootrópicos por su inocuidad, por el aval de estudios científicos y por los controles de calidad a los que la mayoría de ellos están sometidos. En cambio, los riesgos son elevados en las microdosis psicodélicas por la falta de evidencia científica de sus efectos. A esto se le suma que se trata de productos que, por ser ilegales, no están comercializados en los canales ordinarios, lo que supone un riesgo añadido al no contar con los pertinentes controles de calidad. Ahora bien, independientemente del tipo de producto, el uso de estimulantes tiene efectos negativos por varias razones. Para empezar, obvia elementos básicos de la personalidad como lo son la voluntad o el esfuerzo. También puede llegar a enmascarar problemas personales o no detectar ciertas patologías, con productos paliativos que no se dirigen a la raíz del problema. Sin olvidar que puede llegar a tener efectos indeseables y, en algunos casos, ni tan siquiera ponderados. El desarrollo del mercado de los estimulantes Es muy difícil realizar un control de estos estimulantes y, por ello, es previsible que su consumo aumente en los próximos años. Para evitarlo, es importante que se adopten determinadas medidas legales. Las autoridades deben implicarse en el control de los productos estimulantes, la legislación tiene que ser clara y no hay que obviar la exigencia de evidencia científica y control de calidad de los productos involucrados. Todo ello sin esperar a reaccionar cuando sea tarde. Por su parte, las empresas deben crear un clima ético adecuado, con unos horarios y unas exigencias laborales proporcionadas a la realidad de sus trabajadores, ya que, en este ámbito, la utilización de los estimulantes suele estar incitada por la agresividad de los entornos corporativos. Una vez creado ese clima ético empresarial, los servicios de bienestar laboral y gestión del talento humano han de preocuparse por el cuidado de sus trabajadores, teniendo presente que muchos estimulantes suponen un riesgo tanto para el colaborador como para la propia empresa y, dado el caso, incluso, para sus clientes. Por último, en lo que respecta a la industria farmacéutica, esta suele ser vista como la “mala de la película” cuando, en realidad, solo tiene responsabilidad en el grupo de los nootrópicos. En este sentido, las compañías farmacéuticas pueden favorecer su buen uso, evitando crear expectativas que no se ajusten a la realidad o asignar propiedades que no estén avaladas por la evidencia científica. En cuanto a los productos de los otros dos grupos, los medicamentos de uso desviado requieren prescripción médica y los lisérgicos son ilegales. Por ello, la influencia de las compañías farmacéuticas en esas dos categorías es bastante limitada. Incentivado por una sociedad que no valora el esfuerzo Existe un claro componente social en el aumento del consumo de productos estimulantes. Por un lado, la presión ejercida por una sociedad que, prioritariamente, valora a las personas por sus resultados. Esta presión ocurre en un ambiente en el que se ha dejado de enseñar el valor del esfuerzo y la voluntad. Y en el que es palpable la falta de capacidad, principalmente entre los más jóvenes, para enfrentarse al fracaso. Lo que parece indiscutible es que su consumo tiene más riesgos que beneficios, puesto que no hacen al ser humano más humano, sino que le ayudan a soportar un entorno hostil o situaciones que suponen un esfuerzo, sin enfrentarse de verdad a los problemas.

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Riesgos del futuro, prevención del presente: el rol actual de la IA en SST

Carlos Augusto Bermúdez Fonnegra / Gerente de tecnología del Consejo Colombiano de Seguridad / Ingeniero de sistemas, especialista en desarrollo y gerencia integral de proyectos con más de 20 años de trayectoria profesional en procesos de transformación tecnológica. Cómo citar este artículo Bermúdez, C. (2025). Riesgos del futuro, prevención del presente: el rol actual de la IA en SST. Revista Protección & Seguridad No. 421. (mayo – junio 2025). pág. 44-47. https://ccs.org.co/portfolio/riesgos-futuro-rol-actual-ia-sst/ En el marco del 58 Congreso de Seguridad, Salud y Ambiente, se abordaron dos temas de gran relevancia en el ámbito de la inteligencia artificial (IA) aplicada a la Seguridad y Salud en el Trabajo (SST): la integración de la IA generativa en la gestión de la SST y el uso avanzado de la analítica de datos como herramienta estratégica para fortalecer la prevención de riesgos laborales. El éxito en la adopción de estas iniciativas depende fundamentalmente de tres factores clave: La implementación de la inteligencia artificial generativa en SST representa un cambio paradigmático en la forma de abordar la prevención de riesgos laborales. A continuación, se presentan cuatro pasos con acciones definidas que fueron desarrollados en profundidad durante la conferencia ‘Riesgos del futuro, prevención del presente: el rol actual de la IA en SST’, la cual brindé en el marco de nuestra cita anual más importante, en la que se exploraron con mayor detalle sus implicaciones, beneficios y desafíos para una integración responsable y efectiva en las organizaciones. Paso 1. Evaluación inicial. Bases para una implementación exitosa Esta primera etapa es fundamental para identificar necesidades, recopilar datos relevantes y preparar la infraestructura tecnológica necesaria para la implementación de la IA en el ámbito de la SST. Las actividades clave en esta fase incluyen: • Identificación de áreas de intervención prioritarias. • Diagnóstico de riesgos existentes. • Definición de objetivos claros y medibles. • Evaluación de compatibilidad tecnológica. • Garantía de la seguridad y privacidad de los datos. Es aquí donde se sientan las bases para una integración sólida, alineando la tecnología con los objetivos estratégicos de la organización. Paso 2. Plan de acción. Diseño estratégico de la implementación En esta fase se diseñan las metodologías específicas para integrar la IA generativa en los procesos de SST seleccionados y se establecen roles y responsabilidades claras. Las actividades principales son: • Definición precisa del problema a resolver. • Selección de tecnologías y herramientas de IA adecuadas. • Colaboración con expertos multidisciplinarios. • Formación de equipos interdisciplinarios. • Designación de responsables de calidad y soporte técnico. La planificación estratégica y la colaboración son esenciales para anticipar retos y asegurar una implementación eficiente Paso 3. Desarrollo, integración, pilotaje y ajustes (DIPA) Esta etapa crítica implica la implementación inicial de la IA en un entorno controlado, permitiendo realizar ajustes antes del despliegue completo. Incluye: • Selección del escenario piloto. • Definición de métricas de éxito y KPI. • Ejecución y monitoreo del piloto. • Ajustes basados en el feedback de los usuarios. • Comparación de resultados con las metas establecidas. • Optimización continua del modelo. • Documentación de aprendizajes. • Capacitación al personal involucrado. El pilotaje controlado minimiza riesgos y maximiza el aprendizaje organizacional. Paso 4. Escalabilidad y monitoreo continuo La fase final garantiza la expansión exitosa de la solución a toda la organización y su mejora continua. Las actividades clave son: • Identificación de nuevas aplicaciones y oportunidades de mejora. • Plan de escalamiento y optimización del recurso. • Actualización continua de la tecnología y procesos. • Implementación de indicadores clave de desempeño (KPI). • Auditorías periódicas y revisiones de cumplimiento. • Plan de comunicación interna y capacitación continua. • Recolección de feedback y ajustes iterativos. Este enfoque asegura que la integración de la IA en la SST sea sostenible y evolucione junto con las necesidades de la organización. La analítica de datos como herramienta estratégica en la prevención La incorporación estratégica de la analítica de datos en SST supone un salto cualitativo en la capacidad predictiva y prescriptiva de las organizaciones. El procesamiento de grandes volúmenes de información estructurada y no estructurada permite identificar patrones ocultos y correlaciones críticas para la toma de decisiones preventivas. Este enfoque, que supera las limitaciones del análisis reactivo tradicional, también fue desarrollado en profundidad durante la conferencia, en donde se presentaron los tres niveles de intervención que permitieron aprovechar al máximo el potencial de la analítica en la gestión de la SST. De hecho, la ponencia ofreció ejemplos prácticos, indicaciones y prompts específicos para cada etapa de la implementación. El objetivo fue proporcionar a los asistentes herramientas y estrategias concretas para liderar la transformación digital en SST de manera ética, efectiva y sostenible.

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Cadenas de suministro: del abastecimiento a la sincronización de esfuerzos en sostenibilidad

Por Jacqueline Mesa Sierra / Gerente técnica del CCS / Ingeniera forestal / Especialista en Gestión Medioambiental / Magíster en Salud y Seguridad en el Trabajo Para el 24 de abril de 2013, el edificio Rana Plaza, una locación comercial de ocho pisos en Savar, capital de Dhaka en Bangladesh, albergaba seis fábricas de ropa, cuyas confecciones eran suministradas a empresas de reconocidas marcas a nivel mundial y empleaba a aproximadamente 6000 personas. A pesar de las reiteradas advertencias sobre las fallas que presentaba la estructura del edificio, se ordenó a los trabajadores que continuaran sus labores en el horario habitual, bajo la amenaza de recortarles los salarios a aquellos que se negaran. Era la última semana del mes. La mayoría de los trabajadores, especialmente, mujeres temían perder sus salarios y, por ende, su principal fuente de subsistencia así que ingresaron al edificio, el cual, horas más tarde se derrumbó. Más de 1100 personas fallecieron y más de 2500 resultaron heridas (Stefanicki (2013) citado por Akhter, 2014). La tragedia del Rana Plaza es apenas una de las muchas historias que suceden a diario y que, incluso, pasan desapercibidas o raramente se cuentan: proveedores y eslabones de las cadenas de suministro que violan derechos humanos, incumplen normativas laborales y dañan recursos naturales. Todo ello sin que las empresas cliente o los propios consumidores se cuestionen siquiera cuáles fueron los impactos sociales, ambientales y económicos generados por el proceso de producción. De ahí la necesidad urgente de reflexionar sobre la gestión sostenible de las cadenas de suministro. Sin embargo, antes de abordar la sostenibilidad, es esencial reflexionar sobre el concepto mismo de «cadena de suministro» debido a su importancia y a los desafíos económicos que representa para las empresas. ¿Qué es una cadena de suministro? De acuerdo con el Council of Supply Chain Management Professionals (CSCMP), comprende “los diferentes eslabones que se suceden en una compañía, que van desde las materias primas no procesadas hasta los productos terminados que llegan al consumidor final”. En este sentido, la gestión de la cadena de suministro (Suply Shain Managemen-SCM por sus siglas en inglés) corresponde a la organización, coordinación y control del ciclo de vida de un producto o servicio “desde que se concibe hasta que se consume… (integra) un subsistema dentro de la organización que engloba la planificación de las actividades de suministro, fabricación y distribución de los productos. En definitiva, la cadena de suministro comprende la oferta y la demanda, dentro y fuera de la empresa”. Framinan et al. (2019) describen cuatro arquetipos de cadenas de suministro que vale la pena mencionar, sobre todo, para que cada una de las organizaciones defina qué tipo de gestión realiza dentro de sus procesos de abastecimiento: A pesar de lo mencionado anteriormente e independientemente del tipo de cadena de suministro que se gestione, no se puede considerar a las compañías que la conforman como entidades aisladas. Más bien, deben ser vistas como una red de socios en la estrategia corporativa (Pardillo Baez & Gómez Acosta, 2013). La gestión en la cadena de suministro se ha convertido en un concepto fundamental para que las empresas mejoren las relaciones con los clientes y proveedores y, a su vez, alcancen una ventaja competitiva. Sostenibilidad en la cadena de suministro En este contexto y con la cada vez más extendida intención de las empresas de asegurar la productividad y la competitividad de sus cadenas de suministro, surge el término «sostenibilidad». No se puede considerar a una empresa como «sostenible» si su única preocupación y objetivos están relacionados con sus propios procesos, sin haber mapeado y evaluado el impacto de sus proveedores de materias primas, actividades y operaciones, productos terminados y/o servicios. En un mundo globalizado, caracterizado por necesidades cambiantes y desafíos de mercado, es imperativo que las decisiones de compra y adquisición no se basen únicamente en criterios económicos o de producción. Es crucial garantizar que toda la cadena (red) cumpla con estándares ambientales, sociales y de gobernanza (ASG). Ninguna organización comprometida con la sostenibilidad desea verse inmiscuida en situaciones como las del desafortunado incidente del Rana Plaza, en los que productos o servicios suministrados a los clientes puedan ser cuestionados debido a prácticas inadecuadas. Garantizar la sostenibilidad en las cadenas de suministro es de suma importancia, ya que se ha convertido en un factor crucial de competitividad en el mercado actual. Implica mantener una relación cercana y permanente con las partes interesadas y asegurar de manera genuina que las operaciones puedan perdurar en las ubicaciones donde opera la organización maximizando las contribuciones positivas al tejido económico, social y ambiental de la zona, a la vez que mitiga los impactos negativos. Es en este punto donde las cadenas de suministro deben integrar y sincronizar sus esfuerzos en términos de sostenibilidad. Al retomar los conceptos de los «arquetipos» de cadena, se vuelve evidente que la información de cada proveedor o miembro de la misma debe ser transparente, no solo en cuanto a producción, sino también en términos de cumplimiento de criterios sostenibles. En este sentido, es fundamental contar con indicadores dinámicos que permitan a las partes interesadas conocer los niveles de cumplimiento de estándares en cada eslabón de la cadena. Sin embargo, el desafío para las organizaciones es considerable. Retos y dificultades En este sentido, se presentan diversos retos para lograr dicho propósito, entre los cuales se encuentran: • Dificultades en integración y sincronización: se requiere encontrar vías de comunicación en las cuales la información de cada eslabón de la cadena esté disponible y pueda ser verificada. • No siempre se asegura a todos los eslabones: en los procesos de compra y adquisición, las organizaciones suelen realizar auditorías que tienden a abarcar únicamente un eslabón aguas abajo. Esto significa que desconocen las prácticas y condiciones en las que operan los productores minoristas o las pequeñas y medianas empresas (pymes) que se encuentran en eslabones más bajos de la cadena. • Objetivos de sostenibilidad no alineados: en el ámbito de la sostenibilidad, es común encontrar diferencias en las prioridades y criterios

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¿Cómo la estrategia de comunicaciones interna y la creación de cultura contribuye a la gestión sostenible?

Por Diana C. Forero Buitrago / Gerente de Comunicaciones del Consejo Colombiano de Seguridad (CCS) Comunicadora Social y Periodista / Magíster en Comunicación e Identidad Corporativa / Especialista en Marketing / Formación en Marketing Digital / Auditora ISO 9001-2015 Mucho se habla hoy de sostenibilidad. Pero lejos de ser una moda (que lleva años), es un compromiso que, como planeta, debemos seguir adoptando para “satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones de satisfacer sus necesidades propias” (ONU, 1987). En ese compromiso, las organizaciones públicas y privadas han adelantado una serie de estrategias, con diferentes niveles de impacto —unas más avanzadas que otras—, que suman a ese propósito y responden a las metas que nos ha propuesto para el año 2030 la Organización de las Naciones Unidas a través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Si bien suena inspirador y hay un cúmulo de buenas intenciones y acciones concretas, desde una mirada corporativa, ninguno de estos objetivos será viable sin el involucramiento, conciencia, compromiso y actuación de los colaboradores de las empresas. Son las personas el centro de la estrategia corporativa y, en esa medida, se constituyen en el eje para que cualquier iniciativa sea posible. ¿Cómo movilizar a los trabajadores para que apropien su gestión de cara a la sostenibilidad? Primero, vamos a precisar que más que sostenibilidad (como ese propósito superior) se hablará de gestión sostenible, en referencia a todas las acciones que las organizaciones realizan para asegurar la continuidad de negocio, gestionando su impacto económico, social y ambiental de forma segura, ética y responsable. “La gestión sostenible, básicamente, consiste en dejar de enfocarse en la maximización de beneficios a corto plazo y apostar por una gestión empresarial en la que se tenga en cuenta el impacto a largo plazo de sus acciones en la sociedad, en los empleados, en los clientes o proveedores y en la conservación del medio ambiente” (SAP, 2022). Para Paraschiv et al. (2012) este enfoque implica reconocer la integración de aspectos económicos, sociales y ambientales a nivel de cultura de la organización, siendo fundamental un profundo proceso de cambio cultural. Así las cosas, sin movilizar a nuestros actores internos, no será posible alcanzar esa gestión sostenible. ¿De qué manera se puede lograr? Puede ser tan sencillo como complejo: con cultura y comunicación. Cultura organizacional: movilizadora de estrategia Como ese conjunto de valores, creencias y comportamientos de los miembros de una compañía, la cultura de una empresa se constituye en el movilizador de cualquier tipo de iniciativa que la organización emprenda. Cuando las empresas adoptan estrategias de sostenibilidad es indispensable permear los objetivos, planes y acciones a todos los niveles de la organización y generar condiciones en las cuales los colaboradores se alineen y se generen los patrones de comportamiento deseados. Reyes (2021) señala que “incidir en la transformación de la cultura organizacional es fundamental para el desarrollo de la sostenibilidad, pues no solo se trata de implementar técnicas y estrategias, sino que tiene que ver con un es tilo y forma de hacer todo en la organización. La sostenibilidad está embebida en la cultura de todos los miembros de la organización. Es una nueva forma de vida, con una visión diferente y prioridades que van más allá de lo puramente económico” (como se citó en Camacho Castro et al., 2021). No obstante, es importante reconocer que la cultura no se impone, es una identidad que se crea, casi de manera natural si no se incide en ella, pero que puede ser administrada para orientarla hacia los propósitos institucionales. Para gestionar la cultura de la organización existen diversas estrategias; independiente de las que se adopten, se proponen cinco pilares sobre los cuales se requiere trabajar: El grupo directivo puede iniciar preguntándose: ¿todos mis trabajadores conocen la estrategia de gestión sostenible?, ¿saben cuál es la contribución desde su rol a la estrategia de sostenibilidad?, ¿cada quién entiende y practica en el día a día de sus actividades la sostenibilidad como estrategia? Estas inquietudes pueden dar luces hacia dónde dirigir las acciones para lograr una gestión sostenible eficaz en las organizaciones a partir del empoderamiento de una cultura bajo este enfoque. Como mencionó Peter Drucker, “la cultura se come como desayuno a la estrategia (…) la cultura es la que traduce la estrategia en acciones y comportamientos que producen los resultados”. Bajo esa mirada, la estrategia de comunicación se convierte en la piedra angular de la cultura de una organización. Estrategia de comunicación para una cultura de gestión sostenible Normalmente, cuando se habla de comunicación para la sostenibilidad, se hace referencia a un reporte al final de año, un listado de actividades o una serie de piezas gráficas o audiovisuales que dan cuenta del impacto generado por las acciones de una empresa. Sin embargo, va mucho más allá de eso. “En un modelo de negocios sostenible, donde la filosofía y los principios de la responsabilidad social guían el accionar de las empresas, la comunicación es un proceso clave para generar y reformar compromisos que impregnen a todos los niveles de la organización, rendir cuentas, incentivar el trabajo conjunto con grupos de interés para enfrentar problemas comunes y fortalecer la imagen y reputación organizacionales” (Asociación Empresarial para el Desarrollo, s.f.). Por ello, el objetivo más importante (y primario) es la interiorización y aprehensión de todos los trabajadores hacia esa mirada, con la claridad de la contribución de su rol en esa estrategia. El proceso de comunicación debe iniciar desde adentro sin desligar las necesidades de comunicación externa (que deben estar completamente alineadas) y con una mirada del propósito superior: velar por una reputación positiva, que no es otra cosa que cuidar la imagen para apalancar el desempeño en el mercado, movilizar beneficios económicos, retener el talento, fidelizar grupos de interés y generar una percepción acertada en la sociedad. Por ello, la estrategia de comunicación debe tener una visión integral. Para este caso, se abordará la primera parte de esa ecuación: a continuación, encontrará una serie de recomendaciones a partir de las

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Gestión del riesgo de desastres, planes de ayuda mutua y requisitos de la Guía RUC®

Por Mauricio Gómez Triana / Auditor líder II Ingeniero químico / MSC. en Gestión y Evaluación Ambiental / Especialista en Seguridad Industrial, Higiene y Gestión Ambiental. Uno de los aspectos clave en la auditoría y evaluación de la Guía RUC® es el relacionado con los planes de ayuda mutua, de los cuales habla el numeral 3.2.7 y que son exigidos por el Decreto 1072 de 2015¹, requisito que, además, está estrechamente alineado con el espíritu de las responsabilidades establecidas en la Ley 1523 de 2012². Esta última normativa adopta la Política Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres y en su articulado define los deberes y obligaciones para el sector privado. De hecho, el artículo 2 define que “la responsabilidad de la gestión del riesgo es de todas las autoridades y habitantes del territorio colombiano³” y que “en cumplimiento de esta responsabilidad, las entidades públicas, privadas y comunitarias desarrollarán y ejecutarán los procesos de gestión del riesgo, proceso que incorpora el conocimiento y reducción del riesgo y el manejo de los desastres en el marco de sus competencias, su ámbito de actuación y su jurisdicción como componentes del Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres”. Adicionalmente, en su artículo 42 define responsabilidades más específicas para el sector privado, en particular, para las empresas que desarrollen actividades industriales o de otro tipo que puedan significar riesgo de desastre para la sociedad. En complemento, el Decreto 2157 de 2017 establece las directrices generales para la elaboración de los planes de gestión del riesgo de desastres por parte de entidades públicas y privadas, reglamentando así el artículo 42 de la Ley 1523 de 2012. En ese sentido, se reglamenta la necesidad de contar con análisis específicos de los escenarios de riesgo y de llevar a cabo la formulación del Plan de Gestión del Riesgo de Desastres de las Entidades Públicas y Privadas (PGRDEPP) que incluye, entre otros elementos, los protocolos y procedimientos de respuesta para cada tipo de emergencia, considerando los posibles efectos de eventos naturales sobre la infraestructura expuesta y aquellos que se deriven de daños de las mismas en su área de influencia, así como las que se deriven de su operación4. En otras palabras, asigna a la empresa la responsabilidad de identificar y gestionar las amenazas externas (de orden natural, socio-natural y tecnológicas) que puedan afectar sus instalaciones, así como los riesgos que su actividad productiva suponen para las comunidades vecinas y su entorno próximo. Ahora bien, el Ministerio del Trabajo establece que, para las empresas en general, las emergencias y la gestión del riesgo de desastres deben ser gestionadas de acuerdo con lo requerido el Decreto 1072 de 2015. En esta norma, particularmente, el artículo 2.2.4.6.25 ‘Prevención, preparación y respuesta ante emergencias’ define las responsabilidades de las empresas, incluyendo la formulación de un plan de emergencia para responder ante la inminencia u ocurrencia de eventos potencialmente desastrosos. Además, conmina a desarrollar programas o planes de ayuda mutua, identificando los recursos para la prevención y respuesta ante emergencias en el entorno de la empresa y articulándose con los planes que para el mismo propósito puedan existir en la zona donde se ubica. Bajo este panorama, la pregunta que se podría hacer un prevencionista es ¿cómo dar cumplimiento a dichos requisitos tanto desde la Ley 1523 de 2012, como desde lo exigido en el Decreto 1072 de 2015 sobre el plan de prevención, preparación y respuesta ante emergencias? Para responder a esta duda, en primer lugar, es fundamental considerar las condiciones operativas y las actividades de la empresa u organización, así como las responsabilidades del sector público, en particular las de las entidades territoriales y sus autoridades en la gestión del riesgo de desastres. Estas entidades son las encargadas de dirigir el Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres a nivel territorial y, en el caso de los alcaldes, son los responsables directos de implementar los procesos de gestión del riesgo en su ciudad o municipio, lo que incluye el conocimiento, la reducción del riesgo y el manejo de desastres dentro de su jurisdicción5. “Las organizaciones deben evaluar la aplicación de la normatividad relacionada con la reducción del riesgo de desastres y los planes de atención en emergencias ante cualquier escenario de riesgo» En cumplimiento de las responsabilidades asignadas a las autoridades locales, los entes territoriales deben contar con instrumentos de planificación como los Planes Municipales de Gestión del Riesgo de Desastres y las estrategias de respuesta. Estos planes deben incluir la identificación de posibles escenarios de emergencia, incluyendo los generados por actividades industriales, así como las afectaciones a la infraestructura empresarial expuesta. Además, deben evaluar los riesgos, definir acciones para su reducción y establecer mecanismos de respuesta ante emergencias. Por lo tanto, la articulación del sector público y del sector privado tanto en lo referente al conocimiento del riesgo cómo a la reducción y el manejo del desastre, es fundamental. Volviendo a la pregunta planteada inicialmente, es crucial reconocer si la actividad industrial desarrollada puede significar algún tipo de riesgo de desastre para la sociedad. En este caso, es necesario que se adelante lo correspondiente a lo definido por el Decreto 2157 de 20176 (adicionado al capítulo 5, título 1 de la parte 3 del libro 2 del Decreto 1081 de 2015 Único del Sector de la Presidencia de la República). Esto implica la elaboración de un plan de gestión del riesgo de desastres, basado en los tres procesos clave: conocimiento, reducción y manejo del riesgo. Así, se garantizará la articulación de la respuesta de emergencia con los instrumentos de planeación de la entidad territorial. Se deberá identificar en qué estado se encuentran los instrumentos de planificación (planes de gestión del riesgo y estrategias de respuesta) de la entidad territorial en la cual se encuentra las instalaciones de la empresa, quién es el responsable o el coordinador del Consejo Territorial de Gestión del Riesgo y qué acciones de articulación se han adelantado en ese territorio, esto con miras a vincularse activamente a tales iniciativas. Será necesario, a

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