Gestión de la SST

El trabajo en casa. De la invisibilidad al trabajo decente

Resumen ejecutivo Fuente: Organización Internacional del Trabajo (OIT). Recuperado de: https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/—ed_protect/—protrav/-travail/documents/publication/wcms_765898.pdf Con la propagación de la pandemia de COVID-19 en 2020, gran parte de la fuerza de trabajo mundial ha pasado a laborar desde sus casas, uniéndose a cientos de millones de otros trabajadores que llevaban decenios haciéndolo. Aunque ha sido durante mucho tiempo una característica importante del mundo del trabajo, el hogar como lugar de trabajo rara vez se tiene en cuenta en el diseño de las instituciones que rigen el mercado laboral. El repentino aumento del trabajo en casa ha traído consigo la necesidad apremiante de valorar sus implicaciones, tanto para los trabajadores como para los empleadores. El presente informe tiene por objeto conocer mejor esta modalidad de trabajo y proponer orientaciones sobre políticas que pueden allanar el camino hacia el trabajo decente para los trabajadores en domicilio, tanto antiguos como nuevos. ¿Qué es el trabajo en casa? La expresión «trabajo en casa», tal como se define en el Convenio (núm. 177) y la Recomendación (núm. 184) de 1996, de la OIT, es «el trabajo que una persona […] realiza: i) en su domicilio o en otros locales que escoja, distintos de los locales de trabajo del empleador; ii) a cambio de una remuneración; iii) con el fin de elaborar un producto o prestar un servicio conforme a las especificaciones del empleador, independientemente de quién proporcione el equipo, los materiales u otros elementos utilizados para ello» (Convenio núm. 177, artículo 1). Esta definición es aplicable a menos que la persona tenga «el grado de autonomía y de independencia económica necesario para ser considerada como trabajador independiente en virtud de la legislación nacional o de decisiones judiciales». Cabe señalar, asimismo, que una persona no se considerará trabajador en casa a los efectos del Convenio «por el mero hecho de realizar ocasionalmente su trabajo como asalariado en su domicilio, en vez de realizarlo en su lugar de trabajo habitual». Este informe aborda tres tipos diferentes de trabajo a domicilio: • El trabajo industrial a domicilio: que se refiere a la producción de bienes llevada a cabo por los trabajadores en su casa, ya sea como parte o en sustitución de la producción de la fábrica, pero también a la producción artesanal, como en la elaboración de artesanías.• El teletrabajo: que se refiere a los trabajadores asalariados que utilizan las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) para realizar su trabajo a distancia. De conformidad con el Convenio núm. 177, se limita a los teletrabajadores que trabajan desde sus casas (o en otro lugar de su elección) de manera regular o permanente.• El trabajo en plataformas digitales: basado en el domicilio, que se refiere a las tareas del sector de servicios realizadas por trabajadores en plataformas de trabajo en régimen de externalización abierta, o crowdworkers, según las especificaciones del empleador o del intermediario, en situaciones en las que los trabajadores no tienen la autonomía e independencia económica para ser considerados trabajadores independientes de conformidad con la legislación nacional. El trabajo en casa existe en todo el mundo. En los países de ingreso alto se asocia principalmente con el teletrabajo, aunque también en esos países hay importantes bolsas de trabajo a domicilio en la industria manufacturera. Históricamente, el trabajo industrial a domicilio fue predominante en Europa y América del Norte, pero el desplazamiento de la manufactura de uso intensivo de mano de obra a países en desarrollo en los últimos decenios ha traído consigo un aumento del trabajo industrial en el hogar. En el mundo en desarrollo, en particular en Asia, se pueden encontrar trabajadores en casa en las diferentes cadenas mundiales de suministro de las industrias de la confección, la electrónica y el menaje del hogar. No obstante, también ocupan un lugar destacado en las cadenas nacionales de suministro. ¿Cómo se utiliza el trabajo en casa en la producción? Este tipo de trabajo es habitual tanto en la producción de bienes como en la prestación de servicios. Este último existió durante todo el siglo XX, pero fue en la segunda mitad del siglo, con los avances de las TIC, cuando surgió con fuerza en una amplia gama de industrias como la de seguros, la banca y el turismo. En el decenio de 1970 algunos empleadores comenzaron a experimentar con el teletrabajo, lo que dio lugar a una pequeña pero constante proporción de teletrabajadores de cuello blanco. El auge de las plataformas de trabajo digitales a partir de mediados del decenio de 2000 también ha ampliado las oportunidades de trabajar desde casa. Muchas de las labores de servicios anunciados en las plataformas de trabajo digitales son realizados por trabajadores en régimen de externalización abierta (crowdworkers) ubicados encualquier parte del mundo. Estos trabajos son similares a los trabajos industriales a domicilio: los trabajadores son remunerados por tarea o proyecto, y el trabajo se realiza según las especificaciones de un empleador o intermediario. La facilidad de subcontratar tareas a través de plataformas de trabajo digitales apunta a un aumento constante de las oportunidades de trabajo en casa en los próximos decenios. En el caso del trabajo industrial a domicilio y el trabajo en plataformas digitales basado en el domicilio, representa una modalidad de producción muy flexible que permite a las empresas responder rápidamente a los cambios en la demanda de productos y reducir los costos. Lo encontramos siempre y cuando: 1) el proceso de producción pueda desmontarse en tareas diferenciadas; 2) el capital necesario para la producción –por ejemplo, máquinas de coser, ordenadores personales, entre otros– sea accesible a un costo relativamente bajo;3) haya mano de obra disponible. La disponibilidad de esta mano de obra –a menudo mujeres que combinan el trabajo a domicilio con las responsabilidades del hogar y el cuidado de otras personas– depende en gran medida de los roles de género tanto en el hogar como en la sociedad. ¿Cuántos trabajadores a domicilio hay?, ¿dónde viven?, ¿cuáles son sus características? Los trabajadores en casa son un subgrupo de los trabajadores basados en el domicilio que, además de trabajar desde

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La SST se toma el campo colombiano

Más de 900 agricultores colombianos, especialmente del sector cafetero, han fortalecido sus conocimientos y prácticas en Seguridad y Salud en el Trabajo mediante jornadas de capacitación orientadas a fomentar el autocuidado y evitar la ocurrencia de accidentes de trabajo y enfermedades laborales en los entornos rurales. El proyecto hace parte de una estrategia conjunta entre el Ministerio del Trabajo, la Federación Nacional de Cafeteros, el Fondo Visión Cero de la OIT, con la cooperación de la Comisión Europea. Entre las actividades está el curso de aprendizaje virtual “Mi finca cafetera, un entorno de trabajo seguro y saludable” que ofrece capacitación en temas como identificación de peligros; evaluación, valoración y control de los riesgos; estándares de trabajo seguro; cultura del movimiento en las fincas cafeteras y prevención de condiciones negativas de salud a través de la promoción de espacios libres de humo, sustancias psicoactivas y alcohol, entre otras. Se espera que, en los próximos dos meses, más de 400 agricultores y agricultoras, sigan fortaleciendo sus capacidades en SST, lo que aporte a mejorar las condiciones de trabajo en el campo colombiano. Dosis de refuerzo para niños y adolescentes ¿Tienes hijos, hermanos, sobrinos o nietos entre los 12 y los 17 años? No olvides que la población colombiana en este rango de edad puede acceder desde el pasado 28 de marzo a la dosis de refuerzo contra la COVID-19, la cual será aplicada a partir del cuarto mes, luego de haber completado el esquema de vacunación correspondiente. El refuerzo será aplicado con el biológico producido por la empresa Pfizer. Por la inclusión laboral de personas con afectaciones en su salud mental El Ministerio del Trabajo lanzó a finales de marzo la estrategia ‘Laboral- Mente’ construida para promover la vinculación laboral, formal y digna de personas con afectaciones en su salud mental. De esta manera, a través de la red de prestadores del Servicio Público de Empleo, se pondrán en marcha los lineamientos y la Ruta de la Empleabilidad ajustada para la atención de este grupo poblacional. Sabías que… El hipopótamo fue declarado oficialmente como especie exótica invasora de Colombia. La declaratoria se da luego de conocerse el análisis de riesgo para el país presentado por expertos y autoridades ambientales. Su gran tamaño, su alto consumo de vegetación y la ausencia de depredadores naturales no solo dificultan su manejo y control, sino que le brindan el potencial para alterar los ecosistemas,así como para detonar el desplazamiento de especies nativas por competencia y transformación del hábitat. Con esta declaratoria, el MinAmbiente y las entidades del Sistema Nacional Ambiental (SINA) ahora podrán definir las medidas de prevención, control y manejo de esta especie en el país. Sabías que la Revista Protección & Seguridad en la Comunidad es de acceso libre y podrás leerla desde cualquier lugar. No olvides leer esta segunda edición del año. Accede a la revista completa aquí.

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Importancia de los drones en la gestión del riesgo de desastres en Colombia

Por José Ramón Carrero Guayazán / Ingeniero de Sistemas / Piloto profesional de drones / Team Leader Grupos Especiales de Búsqueda y Rescate y Equipos de Pilotos Profesionales de UAS/RPAS / Consultor en Tecnología UAS/RPAS – GdRD y Seguridad / 30 años de experiencia en Atención de Emergencias y Desastres en el sector público y privado en varios países. Cómo citar este artículo:Carrero, J. 2021Importancia de los drones en la gestión del riesgo de desastres en Colombia. Revista Protección & Seguridad No. 400 pág. 38 – 46. Consejo Colombiano de Seguridad. https://ccs.org.co/portfolio/importancia-de-los-drones-en-la-gestion-del-riesgo-de-desastres-en-colombia/ Al igual que las computadoras, la programación lineal o los sistemas de transporte, los drones también evolucionaron para fortalecer, inicialmente, la respuesta de los Estados en sus confrontaciones militares. No obstante, hoy vemos cómo estos equipos y sistemas que, en un principio eran usados secretamente, cada vez más se incorporan en la industria 4.0 y están al alcance de cualquier persona. La palabra UAS (Sistemas de Aeronaves no Tripuladas, por sus siglas en inglés) incluye las expresiones UAV, RPA, RPAS, VANT, DRON o DRONE, independientemente de su sistema de propulsión, y son términos usados para identificar comúnmente las aeronaves piloteadas a distancia que conocemos como drones. Fue hacia el año 2006 cuando la Federal Aviation Administration (FAA) otorgó los primeros permisos comerciales para que drones no militares pudieran ser utilizados a nivel empresarial o profesional en diversas industrias. Desde entonces, las solicitudes se incrementaron exponencialmente e hicieron que, en 2012, el Congreso de los Estados Unidos aprobara la ley de reautorización de la FAA que entró en vigor en 2015 y que permitió abrir el espacio aéreo a estas aeronaves no tripuladas. De esta forma, inició su comercialización en ese país, un hecho que ha catapultado la utilización de los drones en muchos campos, incluyendo el recreativo, sobre el cual hoy los fabricantes tienen puesta la mira a nivel comercial. Por su parte, la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) ha proporcionado el marco normativo general para que las autoridades de aviación civil en cada país generen las reglamentaciones del caso y puedan garantizar la operación segura de los UAS como nuevo componente del sistema aeronáutico mundial. Los drones y la gestión del riesgo de desastres en Colombia A nivel local, en Colombia, la Unidad Administrativa Especial de Aeronáutica Civil (UAEAC), profirió la Resolución 04201 de 2018 la cual incorpora las disposiciones sobre operaciones con los UAS en el país, estableciendo definiciones, su ámbito de aplicación y restricciones, entre otras. De esta reglamentación están exentas las operaciones con equipos de menos de 250 gramos, las Fuerzas Militares, la Policía Nacional y los organismos de socorro por su naturaleza y reglamentación propia. No obstante, en cualquier caso, se recomienda que todo piloto o explotador se registre, según su clase, ante la UAEAC. La regulación actual clasifica las operaciones con UAS de acuerdo con el riesgo operacional, definiendo tres tipos: Figura 1. Clasificación de las operaciones con UAS (Colombia) Figura 2. Recuento de registros en UAEAC de Colombia por marca y clase Al 30 de septiembre de 2021, en la plataforma de la UAEAC y según su reporte público, se encontraban registrados 987 explotadores o empresas, 2.108 operadores, 1.800 equipos o aeronaves y 10 proyectos experimentales. Como dato relevante, es preciso destacar que en el país la Aeronáutica Civil autoriza operaciones a 500 metros de altura con piloto en línea de vista y a 750 metros con otras tecnologías o con observador. Adicionalmente, toda operación que requiera permiso de la UAEAC deberá tramitarlo con 15 días de anticipación al vuelo y deberá contar con una póliza de responsabilidad civil. De otro lado, el uso de los drones en procesos de gestión del riesgo de desastres tales como conocimiento, reducción y manejo2 está favoreciendo la intervención de los organismos operativos encargados de la respuesta, así como de las entidades que participan en los Consejos de Gestión del Riesgo y que antes dependían del apoyo de aeronaves tripuladas en casos especiales de observación aérea. Los servicios que ofrecen los drones y su bajo costo de operación, en comparación con las aeronaves tripuladas, los convierten, sin duda alguna, en la herramienta tecnológica que se incorpora para facilitar las actividades relacionadas con la prevención y atención de emergencias. De esta manera, se viene adelantando la incorporación a sus fuselajes de dispositivos técnicos que permiten localizar personas y observar puntos críticos de riesgo. A esto se le suma la capacidad de transmisión en tiempo real y la grabación mediante cámaras de filmación, térmicas o multiespectrales, sensores y otros accesorios especializados que proporcionan información crucial para la toma de decisiones. Asumiendo los drones como tecnología innovadora, el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-20303 sintetiza, dentro de sus prioridades de acción, que la innovación impulsada por la inversión pública y privada es esencial para aumentar la resiliencia de los países y del medio ambiente. En tal sentido, resulta fundamental para salvar vidas, prevenir y reducir las pérdidas y asegurar la recuperación y la rehabilitación efectivas. Por lo tanto, para Colombia, al ser país firmante, se convierte en una premisa de gobierno por lo que debe apoyar el uso de los UAS en forma responsable y coordinada con todos los actores. Figura 3. Uso de los drones en los procesos de Gestión del Riesgo de Desastres en Colombia El dron es una herramienta que se viene utilizando en los procesos que hacen parte de la Gestión del Riesgo de Desastres. En el proceso de Conocimiento del Riesgo, los sobrevuelos realizados con estas aeronaves capturan imágenes de video y fotografía que permiten hacer análisis de las amenazas presentes en un determinado territorio, con el fin de identificar y caracterizar escenarios potencialmentepeligrosos, ejercer observación permanente de los puntos identificados y monitorear su comportamiento. La información capturada mediante este tipo de dispositivos sirve de insumo para diseñar estrategias de intervención y emitir una comunicación a los servicios de emergencia y a la comunidad en caso de que el riesgo llegue a materializarse. De igual manera, en

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Elementos de Protección Personal (EPP) inteligentes: ‘gadgets’ del trabajador 4.0

Por Lizeth Viviana Salamanca Galvis / Comunicadora social con énfasis en periodismo / Magíster en Responsabilidad Social y Sostenibilidad / Líder de comunicaciones del Consejo Colombiano de Seguridad (CCS). Cómo citar este artículo:Salamanca, L. ( 2024). Elementos de Protección Personal (EPP) inteligentes: ‘gadgets’ del trabajador 4.0. Protección & Seguridad No. 400 (Noviembre – Diciembre – 2021), pág. 35- 39. https://ccs.org.co/portfolio/elementos-de-proteccion-personal-epp-inteligentes-gadgets-del-trabajador-4-0/ Las nuevas Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) están revolucionando el entorno laboral y el campo de la Seguridad y la Salud en el Trabajo (SST) no ha sido ajeno a las transformaciones asociadas. En años recientes, los desarrollos en Inteligencia Artificial (AI), internet de las cosas (IoT), realidad virtual y aumentada, cloud computing y big data, entre otros, se han ido insertando en esta área con el propósito de aportar a una gestión más efectiva, controlada y oportuna de los riesgos laborales. En este sentido, aparecen los Elementos de Protección Personal (EPP) inteligentes cuya fabricación, diseño y funcionalidad incorpora innovaciones tecnológicas en materiales, componentes electrónicos portátiles y aplicaciones digitales que intentan mejorar la seguridad de los trabajadores al permitir que, tanto ellos, como los responsables del área de SST, logren monitorear parámetros del entorno, identificar riesgos y peligros reales o potenciales, realizar seguimiento al estado de salud del usuario y su ubicación en el espacio de trabajo, enviar advertencias e instrucciones y proporcionar información útil para que este tome decisiones informadas. Pese a las bondades que auguran estas nuevas tecnologías en los EPP y lo prometedoras que parecen, también se advierte que conllevarán cambios significativos en las dinámicas de trabajo, los comportamientos y las expectativas. Su desarrollo y adopción no solo implica abordar una serie de cuestiones conceptuales y tecnológicas relacionadas con asegurar su funcionalidad, implementación práctica, confiabilidad, seguridad, eficiencia y reducción de costos operativos, etc., sino que también requiere tener en cuenta su impacto potencial en los usuarios objetivo y las personas indirectamente expuestas a la influencia de estas tecnologías. Por lo tanto, la literatura alrededor del tema sugiere que podrían dar lugar a la aparición de nuevos peligros tanto físicos como psicosociales (CAO, 2013; Podgórski, et. al, 2016; Thierbach, 2020). Lo anterior, debido a que la explotación de estas tecnologías en el campo de la SST se considera “un fenómeno relativamente nuevo, por lo que aún se requieren más actividades de investigación e innovación para perfeccionar y fortalecer su potencial de aplicación práctica, garantizar la aceptabilidad de los usuarios y lograr el cumplimiento de los requisitos sociales y éticos” (Podgórski, et. al, 2016). A esto se añade, el requerimiento de normatividad, estándares y certificaciones que avalen estas innovaciones y garanticen que los ‘smart EPP’ realmente conduzcan a un mayor nivel de protección y seguridad para sus usuarios con altos índices de fiabilidad. Por ello, algunos investigadores y especialistas en el tema aconsejan ver este campo con cierto grado de cautela. En este sentido, un reporte elaborado por Thierbach (2020) comisionado por la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo (EUOSHA, por sus siglas en inglés) advierte que, para garantizar que los EPP inteligentes realmente conduzcan a un mayor nivel de protección, todaslas partes involucradas (desarrolladores, fabricantes, usuarios, autoridades competentes y grupos de estandarización) deben trabajar conjunta y colaborativamente para asegurarse de que el producto en sí no represente un peligro para el usuario y, para ello, se deben formular requisitos y procedimientos de prueba. El mismo organismo señala algunas limitaciones y desafíos que deben considerarse: Habiendo expuesto las anteriores consideraciones, en esta edición especial, Protección & Seguridad presenta algunas innovaciones tecnológicas recopiladas a través de una revisión de los últimos avances desarrollados por fabricantes de EPP y grupos de investigación en distintos países, así como alternativas presentadas en las más recientes ediciones de A+A, la principal feria internacional de seguridad, protección y salud en el trabajo. Algunas de estas soluciones son prototipos y otros están elaborados con base en normas técnicas. Por lo tanto, vale la pena resaltar que el propósito de este artículo no es otro que evidenciar las posibilidades que las nuevas tecnologías ofrecen en el campo de la Seguridad y la Salud en el Trabajo (SST) sin que desde el Consejo Colombiano de Seguridad se esté avalando alguna de las innovaciones presentadas a continuación. Cascos inteligentes Elementos de protección visual (gafas de seguridad, gafas panorámicas y pantallas visuales) Gafas de relidad virtual y aumentada Mascarillas y respiradores Aplicaaciones móviles Tecnología textil Exoesqueletos Guantes Calzado Bibliografía y referencias Artículo técnico tomado de la Revista del Consejo Colombiano de Seguridad, Protección & Seguridad No. 400 Noviembre – Diciembre – 2021

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Exoesqueletos, los avances tecnológicos puestos a disposición de la salud y la prevención de enfermedades

Por Luz Ángela Téllez Chavarro / Fisioterapeuta / Especialista en Salud Ocupacional / Especialista en Ergonomía / Magíster en Docencia Introducción En zoología el término <exoesqueleto> se refiere a una cubierta endurecida y rígida que protege el cuerpo de los artrópodos y otros invertebrados. También se le denomina así al esqueleto externo que recubre y protege el cuerpo de algunos animales haciendo las veces de una coraza protectora. De hecho, en su definición etimológica, “exo” proviene del griego y significa “afuera”, es decir, el exoesqueleto sostiene y protege el cuerpo desde afuera. También se denomina exoesqueleto a la construcción robótica que se ajusta sobre el cuerpo y que sirve para la movilidad y la locomoción de personas cuya movilidad está disminuida o perdida. Es así como en el ámbito de la tecnología, el término se aplica a la estructura o armazón artificial que recubre, total o parcialmente, el cuerpo de una persona y permite aumentar sus capacidades físicas. En ergonomía, los exoesqueletos se han transformado en un recurso importante desde su aplicación en este campo. Alrededor del año 1960, de acuerdo con los historiadores, la empresa General Electric Research (Estados Unidos) fue la pionera en el desarrollo del “hardiman”, un exoesqueleto de cuerpo entero que aumenta la capacidad de carga del usuario facilitando el levantamiento de objetos pesados (citado por Puebla, 2020). La literatura también reporta que, en países como Corea del Sur, la empresa Daewoo, perteneciente a la industria automotriz, diseñó un exoesqueleto con el que un trabajador podía levantar piezas de hasta 30 kilos con el mínimo esfuerzo y contaba con un sistema de energía de hasta cuatro horas de autonomía. Entre tanto, en España, en su planta valenciana, Ford desarrolló sus primeras pruebas con exoesqueletos en los operadores de su línea de montaje y ensamblaje de autos. La iniciativa obtuvo un galardón durante la VII edición de los Premios Asepeyo por mejores prácticas preventivas y de control de riesgo laboral. En Alemania, por su parte, los exoesqueletos industriales se han convertido en tendencia por facilitar el trabajo en tareas físicas y aumentar la productividad de los procesos. De este modo, se ha adoptado en los entornos laborales incursionando en la prevención de trastornos músculo esqueléticos al mitigar sobreesfuerzos realizados por los trabajadores. De otro lado, los exoesqueletos han sido utilizados en el campo de la rehabilitación física siendo, tal vez, una de sus aplicaciones más reconocidas. Incluso, en el área militar, algunos cuentan con certificados de la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) y de la Comunidad Económica (CE) en Europa. Finalmente, en la industria cinematográfica los exoesqueletos han adquirido protagonismo en películas en las que los actores realizan hazañas portando exotrajes. Colombia, por su parte, no ha sido ajena al uso de estas estructuras. En Yumbo (Valle del Cauca) se han realizado pruebas de un exoesqueleto diseñado por Freddy Luna, ingeniero mecánico de la Universidad de Antioquia, cuyo proyecto fue uno de los semifinalistas en América Latina del programa ‘Una idea para cambiar la historia’ de History Channel. Luna diseñó un modelo para permitir al ex director técnico de fútbol, Luis Fernando Montoya, la posibilidad de ponerse en pie tras resultar herido durante un asalto, hecho que derivó en una cuadriplejía irreversible. La propuesta fue acogida por la empresa de calzado de Rómulo Marín y le devolvió la posibilidad de trabajar a cuatro personas en condición de discapacidad física que eran dependientes del uso de sillas de ruedas. Esto demuestra que nuestro país ha venido avanzando en el uso de estos modelos tanto para el apoyo terapéutico en procesos de rehabilitación, como en algunas industrias donde se han convertido en una herramienta muy práctica dentro de las acciones de seguridad y salud en el trabajo para el reintegro laboral. También, cabe resaltar la contribución al diseño de exoesqueletos que desde la academia se ha realizado a través de los grupos de investigación, con el aporte multidisciplinario de profesionales de diversas áreas del conocimiento. Por ejemplo, la Escuela Colombiana de Ingeniería Julio Garavito muestra,en su página institucional, algunos de sus desarrollos. Clasificación y viabilidad de su implementación De acuerdo con su fuente de alimentación, los exoesqueletos se clasifican en pasivos y activos. Así mismo, se categorizan según la zona corporal que protegen, bien sea brazos, espalda, manos o piernas. El exoesqueleto pasivo no tiene ninguna fuente de alimentación externa. Funciona a base de estructuras rígidas móviles, resortes y amortiguadores que distinguen la carga desde la zona corporal más afectada hasta otras zonas corporales con grupos musculares más potentes. En cambio, el exoesqueleto activo dispone de una fuente de alimentación externa que le proporciona energía por medio de baterías o pequeños motores eléctricos. En este caso, un software integrado en el dispositivo ofrece la fuerza extra necesaria para asistir los movimientos que efectúa la persona en cada momento. En términos de apoyo de zonas corporales, los exoesqueletos para miembros superiores ayudan a mantener los brazos elevados, descargando la tensión de la zona superior de la espalda y de los hombros. Sirven para minimizar el esfuerzo en trabajos que requieren subir y bajar los brazos de forma rápida y repetitiva y en aquellas posturas estáticas que exigen mantener los brazos elevados de forma continua para la manipulación y transporte de cargas. En la espalda, los exoesqueletos ayudan a mantener posiciones inclinadas de forma prolongada, disminuyendo el esfuerzo, descargando la tensión y protegiendo la zona lumbar. Lo mismo ocurre en trabajos que exigen mantener la espalda erguida y labores en los que el colaborador debe permanecer sentado. Entre tanto, el exoesqueleto para manos proporciona una fuerza adicional a esta extremidad en su conjunto para abrirla y cerrarla, ejercer agarre con una resistencia mantenida y en trabajos que requieren movimientos rápidos con manos y dedos. En cuanto a los usados en piernas, los exoesqueletos permiten mantener una postura semisentada, descargando la tensión de las piernas. También ofrecen la posibilidad de alternar la postura sentada a semisentada; facilitan el retorno venoso en

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La revolución industrial 4.0 y la seguridad y salud en el trabajo: origen y evolución

Por: Yezid Fernando Niño Barrero / Ingeniero Ambiental y Sanitario / Especialista en Higiene y Salud Ocupacional / Magíster en Salud Pública / Candidato a doctor en Ingeniería / Gerente técnico del Consejo Colombiano de Seguridad (CCS). Carlos Bermúdez / Ingeniero de Sistemas / Especialista en Dirección y Gerencia de Proyectos / Docente en Especialización y Pregrado de Gerencia de Proyectos, Gobierno TI, Negociación TI, Gestión de servicios TI y Calidad en desarrollo Tecnológico / Consultor en transformación digital, industria 4.0, innovación y nuevas tecnologías / Gerente de Tecnología e Informática del Consejo Colombiano de Seguridad (CCS). Los avances en ciencia y tecnología han hecho parte de la historia y evolución de la humanidad. La capacidad de dominar el fuego, la invención de la rueda, el desarrollo de la locomotora y, más tarde, la aparición del Internet sumado a un sinfín de avances logrados a través de las generaciones nos ha permitido visibilizar nuestra capacidad y nuestro potencial. No obstante, además de los grandes beneficios que nos presenta la tecnología y las posibilidades de aplicarlas en nuestra vida cotidiana, cada uno de estos desarrollos traen consigo nuevos peligros para los trabajadores y los usuarios. Si se analiza desde la prehistoria, el dominio del fuego y la elaboración de las primeras herramientas pudo generar los primeros accidentes de trabajo: cortaduras, quemaduras y aplastamientos harían parte de las estadísticas de los principales accidentes sufridos por estos trabajadores. Más adelante, la Primera Revolución Industrial provocó cambios en el mercado laboral con la invención de artefactos que sustituyeron algunas de las labores humanas. Por ejemplo, el trabajo manual fue reemplazado por una máquina de vapor, dejando de lado la dependencia del esfuerzo humano. Por su parte, la Segunda Revolución Industrial permitió la producción en masa utilizando energía eléctrica. Gracias a esto, la maquinaria fue cada vez menos voluminosa y funcionó más rápidamente (Badri et al., 2018; Min et al., 2019). Los cambios provocados por estas dos revoluciones también transformaron los accidentes de trabajo y se empezó a evidenciar una mayor cantidad de enfermedades de origen laboral dadas las alteraciones en la forma de trabajar. De hecho, hacia finales del siglo XIX, la exposición a productos químicos (polvos minerales, fibras, metales tóxicos), agentes biológicos (como el bacilo causante del ántrax), infecciones microbianas y radiaciones ionizantes estaba bien documentada. Lo mismo ocurría con respecto a la exposición a peligros físicos derivados de la utilización de maquinaria peligrosa, así como frente a los principales accidentes que tenían lugar en industrias como la minería, la marina mercante y las fábricas pequeñas y atestadas donde se registraban incendios y explosiones (Organización Internacional del Trabajo, 2019b). Más adelante en el tiempo, la implementación de líneas de montaje motorizadas y el desarrollo de la electrónica permitió que la producción se volviera cada vez más automatizada y centrada en el rendimiento, dando origen a la Tercera Revolución Industrial. Con la automatización surgieron oportunidades para optimizar los procesos de fabricación y mejorar la productividad a través del diseño de maquinaria más flexible, ergonómica y segura (Mesi, 2016, citado por Badri et al.,2018). Esta época también incorporó elementos de seguridad en las herramientas, equipos y máquinas, mientras que el desarrollo de la seguridad y la salud en el trabajo empezaba a evidenciar la importancia de la protección de los trabajadores, incorporando en las empresas los sistemas de gestión. El World Economic Forum (2016) señaló que hoy se observa el comienzo de la Cuarta Revolución Industrial en la que resaltan avances en genética, inteligencia artificial, robótica, nanotecnología, impresión 3D y biotecnología, por nombrar solo algunas innovaciones que se están construyendo y amplificando entre sí. Estos elementos sentarán las bases para una revolución más completa y abarcadora que cualquier otra que hayamos visto. Los sistemas inteligentes (hogares, fábricas, granjas, redes o ciudades) ayudarán a abordar problemas que van desde la gestión de la cadena de suministro hasta el cambio climático. Figura 1. Evolución de las revoluciones industriales Se espera que los cambios demográficos y socioeconómicos tengan un impacto casi tan fuerte en los modelos comerciales y las estructuras organizativas como el cambio tecnológico. La aplicación de la tecnología ya ha generado cambios sobre cuándo y dónde se trabaja en prácticamente todas las industrias ya que los lugares de trabajo de la era industrial dan paso a las prácticas laborales de la era digital, incluido el trabajo a distancia, el trabajo flexible y el trabajo a pedido (World Economic Forum, 2016). Se trata de una oportunidad de cambio y de repensar las dinámicas laborales. No en vano, la Organización Internacional del Trabajo (2019a) ha invitado a aprovechar el contexto actual para mejorar la calidad de vida de los trabajadores, ampliar las opciones disponibles, cerrar la brecha de género, revertir los estragos causados por las desigualdades a nivel mundial y mucho más. Finalmente, es importante considerar la velocidad de los cambios y la rapidez con la que, cada vez más, logramos integrarlos en nuestra vida cotidiana. De hecho, hay que considerar que, en promedio, las transformaciones entre la primera, la segunda y la tercera revolución industrial tardaron en ocurrir más de 90 años. Sin embargo, hoy, en medio de la cuarta revolución, las alteraciones apenas han tardado 52 años. Esto impulsaría, incluso, una quinta revolución industrial, que podría no dar el tiempo suficiente para identificar y analizar los efectos y consecuencias de los cambios sobre la seguridad y la salud de los trabajadores. Retos y oportunidades de la industria 4.0 El Banco Interamericano de Desarrollo (Basco et al., 2018) realizó una caracterización de la industria 4.0, encontrando los siguientes aspectos como los más relevantes de esta revolución industrial y sobre los cuales se pueden centrar los principales retos y oportunidades: La revolución 4.0 genera una amalgama ciberfísica que todo lo conecta en tiempo real: máquina-máquina, máquina-producto, producto-personas. Las empresas se integran en redes y colaboran con otros actores del ecosistema estableciendo modelos predictivos a merced de altos niveles de automatización, digitalización y conectividad. La reinvención de la geografía productiva global tiene efectos aún inciertos sobre el comercio

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El panorama general de la 5G sobre la salud humana

Por Leidy Liceth Pérez Claros / Enfermera / Especialista en salud ocupacional / Magíster en salud y seguridad en el trabajo / Líder técnica el Consejo Colombiano de Seguridad. A través de la historia, el envío de mensajes y la retroalimentación de información entre emisores y receptores se ha traducido en una de las necesidades básicas del ser humano: la comunicación. En este proceso, las redes para dispositivos móviles se han transformado en uno de los principales canales y han venido evolucionando conforme la tecnología ha dispuesto cambios de generación. Específicamente en Colombia, la Asociación Interamericana de Empresas de Telecomunicaciones (ASIET, 2021) afirma que, cada vez más, se han ido reduciendo los tiempos de incorporación de las nuevas generaciones. En la década de los 90’s apareció la primera generación o G1, caracterizada por el uso de sistemas análogos para transmitir voz con una baja seguridad en las comunicaciones. Más adelante, hacia finales de esa misma década, surgió la segunda generación (G2) la cual permitió la evolución a sistemas digitales que, además de la comunicación por voz, admitía el transporte de datos a baja velocidad, mediante el servicio de mensajes cortos (Short Message Service – SMS). Posteriormente, en 2003, apareció la tercera generación (3G), que evolucionó a velocidades de banda ancha dando paso al uso de la Internet. Una década después, en 2013, surgió la cuarta generación (4G) brindando velocidades mayores que la 3G y adicionando servicios multimedia más avanzados, tales como videollamadas, uso de aplicaciones y plataformas digitales como YouTube, entre otros. Estas tecnologías han continuado en permanente proceso de mejora hasta el punto de que hoy la quinta generación o 5G se encuentra en proceso de estandarización. Este hito representa una revolución tecnológica importante ya que, a la conectividad entre personas permitida por las generaciones anteriores, se le suma la pretensión de conectar también objetos (lo que se ha denominado “Internet de las Cosas”) entre otras tecnologías emergentes que sugieren avances e impactos en los diferentes ámbitos de la vida. En la gráfica 1 se muestra la evolución tecnológica de las redes móviles. Gráfica 1. Evolución tecnológica de los servicios móviles Puntualmente, con respecto a la implementación de la 5G en Colombia, es relevante mencionar que en la actualidad se encuentra en ejecución el Plan 5G, el cual consiste en la realización de pruebas piloto en diferentes puntos del país, toda vez que la transición de la 4G a la 5G (o la coexistencia entre ambas) implica prepararse para las características técnicas, los desafíos de seguridad y privacidad de la información, la infraestructura y los insumos e interfaces, entre otros retos (Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, 2019). Adicional a las consideraciones tecnológicas, la 5G ha traído consigo grandes dudas frente a las implicaciones que pudiese tener sobre la salud. Tal es así que en el mundo se han llevado a cabo diferentes investigaciones con el propósito de evaluar sus posibles efectos adversos, precisamente, por los requerimientos electromagnéticos que involucra esta generación, los cuales están dados por la frecuencia de la emisión, es decir, por la velocidad de las ondas electromagnéticas, ya que, como tal, siguen siendo no ionizantes. Dando alcance a lo anterior, se hace preciso exponer las principales diferencias entre las ondas ionizantes y no ionizantes, partiendo de la definición de radiación, como cualquier proceso en el que la energía emitida por un cuerpo viaja a través de un medio o del espacio, para, finalmente, ser absorbida por otro cuerpo. Según los efectos que produzca sobre la materia, la radiación se clasifica en ionizante o no ionizante (OIT, s. f.). Así, la principal diferencia entre estos tipos de radiación consiste en que la ionizante (que incluye los rayos cósmicos, los rayos X y la radiación de los materiales radiactivos) cuenta con la energía suficiente para eliminar un electrón de una molécula generando su ionización, de tal forma que, en términos prácticos, se genera un cambio estructural en las células, modificando de esta manera el ADN. En cambio, la radiación o ionizante (que incluye el calor radiante, las ondas de radio, las microondas, la radiación de terahercios, la luz infrarroja, la luz visible y la luz ultravioleta) no genera este tipo de afectación. No obstante, tanto las radiaciones ionizantes como las no ionizantes son materia de estudio y seguimiento por parte de diferentes organismos internacionales. Por ejemplo, a lo largo de los años, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha desarrollado una serie de instrumentos de política en materia de protección contra las radiaciones, que incluyen convenios y recomendaciones. Prueba de ello es el Convenio número 115, la Recomendación número 114, repertorios de orientaciones, guías prácticas e informes. Algunos de estos instrumentos y publicaciones se han desarrollado y promovido en colaboración con otras organizaciones internacionales como el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y organismos de profesionales como la Asociación Internacional de Protección Radiológica (IRPA), la Comisión Internacional de Protección Radiológica (ICRP) y la Comisión Internacional de Protección de Radiación no Ionizante (ICNIRP) (OIT, s. f.). De igual forma, desde 1996, la OMS estableció el Proyecto CEM (EMF International Electromagnetic Fields), el cual investiga el impacto en la salud de la exposición a campos eléctricos y magnéticos en un rango de frecuencia de 0 a 300 GHz y ha brindado asesoría a las diferentes autoridades sobre la protección radiológica de los campos electromagnéticos. Así mismo, se han promovido investigaciones relacionadas y se ha desarrollado material de información pública, fomentando el diálogo entre científicos, gobiernos y la ciudadanía en general para aumentar la comprensión en torno a la salud y las comunicaciones móviles (OMS, s. f.). A la fecha, la OMS afirma que, después de muchas investigaciones realizadas, no se ha evidenciado ningún efecto adverso para la salud frente a la exposición a tecnologías inalámbricas. No obstante, aclara que las conclusiones relacionadas con la salud han surgido de estudios realizados en todo el espectro de radio, pero, hasta ahora, solo se han llevado a cabo unos pocos estudios

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Acciones correctivas, preventivas y de mejora en los sistemas de gestión de seguridad, salud en el trabajo y ambiente en el marco del decreto 1072 de 2015 y guía RUC®

Por Nasli Miranda Arandia / Ingeniera industrial / Especialista en Higiene y Salud Ocupacional / Magíster en Sistemas Integrados de Gestión / Profesional de Servicios II del Consejo Colombiano de Seguridad / Auditora RUC®. En el cumplimiento del ciclo de mejoramiento continuo dentro de los sistemas de gestión, la fase de “Actuar” representa un elemento de gran importancia en la eficacia de las actividades. Su adecuada intervención permite contar con acciones efectivas que realmente aporten al desarrollo de los procesos. Figura 1. Fases del proceso PHVA En Colombia, dentro del marco normativo del Decreto 1072 de 2015, a través de su artículo 2.2.4.6.33., se establece como responsabilidad de los empleadores “garantizar que se definan e implementen las acciones preventivas y correctivas necesarias, con base en los resultados de la supervisión y medición de la eficacia del Sistema de Gestión de la Seguridad y Salud en el Trabajo (SG-SST), de las auditorías y de la revisión por la alta dirección” (Ministerio de Trabajo, 2015). Por su parte, la Guía RUC® establece, a través de su numeral 4.3, los parámetros para el establecimiento de acciones correctivas, preventivas y de mejora del sistema de gestión de SST y ambiente. Dado lo anterior, toda empresa debería adelantar un adecuado manejo de las acciones correctivas, preventivas y de mejora en su sistema de gestión. No obstante, el desarrollo de este proceso no solo debe dar cumplimiento a un requisito, sino también aprovechar los beneficios que ofrece esta fase de mejora continua. Cuando existe prevalencia de acciones correctivas frente a las preventivas en el sistema de gestión que, en su gran mayoría, son resultado de los procesos de auditorías, se evidencia una situación reactiva en el sistema de gestión más no preventiva. Por lo tanto, el reto es alcanzar la fase de mejoramiento dentro de un marco preventivo y, a su vez, esto genera un factor diferencial en la gestión de la empresa. En este artículo revisaremos las fuentes mediante las cuales se pueden identificar acciones correctivas, preventivas y de mejora, así como los mecanismos de intervención y las estrategias para que estas acciones realmente aporten valor a las organizaciones y no solamente sean vistas como un registro necesario para presentar en procesos de auditoría. Figura 2. Acciones correctivas, preventivas y de mejora No conformidad Una “no conformidad” se presenta cuando hay un incumplimiento de un requisito, entendiendo por requisito un lineamiento interno o externo que aplica al sistema de gestión: Externo Requisitos legales (leyes, decretos, resoluciones, circulares), requisitos de otra índole como normas o guías acogidas (GuíaRUC®, ISO 14001:2015, ISO 45001:2018) o de requerimientos de partes interesadas (contratos con los clientes y sus anexos, conveniosde cooperación, entre otros). Interno Procedimientos, manuales, instructivos, o lineamientos definidos por la organización. Cuando se presenta una no conformidad, la organización debe implementar acciones correctivas que le permitan eliminar de raíz las causas que generaron la falla. Es común ver que las organizaciones implementen medidas de corrección ante las no conformidades, sin atacar realmente su causa raíz, lo que puede generar que la no conformidad vuelva a presentarse. Grafica 2. Diferencia entre corrección y acción correctiva Para lograr eliminar la causa raíz de una no conformidad se debe implementar una metodología de análisis de causalidad, esto permitirá identificar los problemas reales a intervenir. Fuentes de las cuales se pueden identificar no conformidades Seguimiento al cumplimiento de los objetivos e indicadores de gestión (cuando se evidencia incumplimiento de las metas propuestas). Resultados del proceso de revisión desarrollados por la Dirección. Resultados del proceso de evaluación inicial del SG-SST o de la auto evaluación periódica realizada al mismo. Resultado del proceso de verificación de cumplimiento de los requisitos legales. Resultados de la intervención de los peligros y riesgos priorizados. Resultado de la investigación de los incidentes, accidentes y enfermedades laborales. Resultado de peticiones, quejas o reclamos en cuanto a SSTA. Resultados de las rutinas de inspección y monitoreo de actividades. Ejercicios de auditorías internas y externas. No conformidad potencial Una no conformidad potencial es aquel posible incumplimiento que podría llegar a presentarse dentro de la organización o su sistema de gestión, pero que aún no se ha presentado, ocurrido o materializado. Con el fin de evitar la materialización de una no conformidad, la empresa ebe crear mecanismos que le permitan emprender acciones preventivas frente a la ocurrencia de eventos no deseados identificando anticipadamente esas fallas potenciales. Por ello, una no conformidad potencial dará lugar a una acción preventiva. Para lograr eliminar la causa raíz de una no conformidad potencial se debe implementar una metodología que permita identificar laspotenciales fallas a intervenir. A diferencia de la no conformidad, en una no conformidad potencial la falla no se ha materializado, peroexiste esa fuente latente y potencial que genere el incumplimiento. Por lo tanto, es necesario contar con una metodología que nos permita identificar la raíz de ese potencial fallo y controlarlo. Fuentes de las cuales se pueden identificar no conformidades potenciales Seguimiento al cumplimiento de los objetivos e indicadores de gestión (cuando se evidencia que sus resultados están muy cerca del límite establecido). Resultados del proceso de revisión desarrollado por la Dirección. Resultados del proceso de evaluación inicial del SG-SST o de la auto evaluación periódica realizada al mismo. Ante proyectos de norma o requisitos legales que aún no han entrado en vigencia. Resultados de la intervención de los peligros y riesgos priorizados. Resultado del análisis y seguimiento a los reportes de actos y condiciones inseguras. Resultado de peticiones o comentarios en SSTA. Resultados de las rutinas de inspección y monitoreo de actividades. Ejercicios de auditorías internas y externas. Recomendaciones presentadas por los trabajadores y el Comité Paritario de Seguridad y Salud en el Trabajo o Vigía de Seguridad y Salud en el Trabajo, según corresponda. Resultados de los programas de promoción y prevención en salud. Resultados de mediciones o monitoreo a las condiciones de los ambientes de trabajo. Resultado de los diagnósticos de condiciones de salud. Oportunidad de mejora Las oportunidades de mejora están encaminadas a optimizar el desempeño. Hacen parte de

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Trabajo y cáncer. Medidas de prevención y afrontamiento de la enfermedad en el entorno laboral

Por Leidy Liceth Pérez Claros / Enfermera / Especialista en salud ocupacional / Magíster en salud y seguridad en el trabajo / Líder técnica del Consejo Colombiano de Seguridad (CCS). El cáncer es una enfermedad crónica no transmisible de interés para la salud pública por su gran impacto de morbi-mortalidad a nivel mundial. Como tal, el término «cáncer» se designa a un amplio grupo de enfermedades que pueden afectar cualquier parte del organismo (Organización Mundial de la Salud, 2021). Por lo tanto, cada tipo de cáncer (según el órgano que afecte) puede diferir de las demás tipologías. Sin embargo, a grandes rasgos, se podría afirmar que el común denominador de estos procesos patológicos es la transformación de las células normales por células tumorales, con la capacidad de multiplicarse y diseminarse. Esta patología cada día cobra mayor importancia, ya que es una de las causas principales de muerte en el mundo. Tan solo para el 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que unas 10 millones de personas murieron por esta enfermedad siendo los tres tipos de cáncer más frecuentes el de mama (2,26 millones de casos); el pulmonar (2,21 millones de defunciones) y el colorrectal (1,93 millones de fallecimientos) (Organización Mundial de la Salud, 2021). Incluso, frente a este panorama, las proyecciones no son alentadoras: según afirma el Instituto Nacional del Cáncer de EE. UU., se calcula que, en 2040, el número de casos nuevos detectados de cáncer aumentará a 29,5 millones por año, mientras que el número de muertes por esta causa se incrementará en 16,4 millones (Instituto Nacional del Cáncer, 2020). Frente a las cifras, en Colombia se encuentra que, desde que se dio inicio al registro de la información de las personas diagnosticadas con esta enfermedad y atendidas en el marco del Sistema General de Salud (establecido mediante la Resolución 0247 de 2014), se reportaron 139.789 casos en el país, cifra que ha ascendido a 347.745 personas para el 2020 con algún tipo de cáncer. Así mismo, se afirma que, en este mismo periodo, el número de casos nuevos reportados fue de 42.893 y se informaron 27.300 fallecimientos (Fondo Colombiano de Enfermedades de Alto Costo, 2021). Enfermar de cáncer Adicionalmente al proceso fisiopatológico desencadenado por el cáncer y desde una perspectiva integral, esta condición afecta de forma negativa las diferentes dimensiones del ser humano, situación que se agudiza cuando las personas que padecen esta enfermedad, en ocasiones, son condicionadas con la “etiqueta” de enfermedad terminal, lo cual puede conducir a que el paciente diagnosticado, se autocondene a una pena de muerte (si así pudiese denominarse) sin ni siquiera conocer detalles del proceso, tales como el tipo y etapa del cáncer o el tratamiento y alternativas de intervención. Lo que sí es una realidad es que las consecuencias de padecer cáncer tienen manifestaciones de diferente índole en el plano individual con la presentación de problemas o, incluso, trastornos mentales que incorporan desde ansiedad, angustia y pánico hasta depresión, entre otros. Así mismo, las afectaciones físicas dan lugar a procesos de profundo dolor, diagnósticos y tratamientos prologados, con la necesidad de requerir amplios periodos de ausentismo y, con ello, cambios en las dinámicas sociales, laborales y familiares. Desde una visión más global, se encuentra el impacto social con la disminución de la calidad de vida y los costos asociados a las prestaciones tanto de salud como económicas del Sistema General de Seguridad Social (SGSS). Sumado a lo anterior, el cáncer es una enfermedad catalogada de alto costo, lo que se traduce, infortunadamente, en barreras administrativas a las que se ven enfrentados los pacientes y sus familias para acceder de manera oportuna a los servicios de salud. Esto, pese a la creación de la cuenta de alto costo por parte del gobierno, precisamente, para aunar esfuerzos de algunos actores del SGSS y garantizar una gestión solidaria y adecuada. Por su parte, a nivel laboral, esta enfermedad, independientemente de su origen, bien sea laboral o de origen común, afecta de forma directa a las empresas, a través de una disminución de la productividad, aumento en los días perdidos, reasignación de la operación, requerimientos de rehabilitación y reubicación laboral, entre otros. El cáncer y el trabajo Una de las principales características del cáncer es la multicausalidad ya que, frente a su etiología, se ha determinado que su aparición está dada por la interacción entre diferentes factores que abarcan desde los aspectos individuales (genéticos) hasta factores externos (la exposición a agentes carcinógenos). En este punto, el trabajo adquiere un papel definitivo ya que estos factores externos pueden estar presentes en los entornos laborales, a través de peligros cancerígenos de tipo físicos, químicos y biológicos. Dicha multicausalidad, sumada al tiempo que puede tardar en manifestarse alguna sintomatología sugestiva o relacionada con el cáncer, ha conllevado a un subregistro de eventos de origen laboral. Lo anterior representa un gran problema porque da lugar a intervenciones tardías y dificultades en la definición de origen de la enfermedad. Sin embargo, en Colombia, pese al posible subregistro, en el Decreto 1477 de 20141 se encuentran, a la fecha, varios tipos de cáncer incluidos en la tabla de enfermedades laborales, que, aunque no se establecieron dentro del grupo de enfermedades directas, en caso de demostrar relación causal de índole ocupacional, podrían determinarse como “de origen laboral”. En la tabla 1 se enlistan los tipos de afectaciones incluidas y los agentes etiológicos relacionados. Por otra parte, desde la literatura científica se ha documentado evidencia sobre la relación causal entre los carcinógenos ocupacionales y el cáncer de pulmón, vejiga, laringe y piel, así como la leucemia y el cáncer nasofaríngeo (Organización Internacional del Trabajo, 2021). Tabla 1. Tipos de cáncer incluidos en el grupo II de la tabla de enfermedades laborales En concordancia con esto, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) afirma que, entre los cánceres que afectan a las personas, el cáncer de origen laboral es completamente prevenible siempre que se tomen medidas adecuadas para evitar la exposición de los trabajadores a los agentes carcinogénicos en el

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ISO 45003, nueva herramienta para la gestión del riesgo psicosocial en las organizaciones

Por Lizeth Viviana Salamanca Galvis / Comunicadora Social con énfasis en periodismo / Magíster en Responsabilidad Social y Sostenibilidad / Líder de Comunicaciones del Consejo Colombiano de Seguridad (CCS). Así como el trabajo es beneficioso para la salud mental porque permite a las personas trazarse objetivos, cumplir propósitos, relacionarse con otros y mantenerse productivas, a su vez, puede convertirse en un factor de riesgo si el entorno en el que este se desarrolla es adverso. Esto último, según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2019) se asocia comúnmente a políticas inadecuadas de seguridad y protección de la salud, prácticas ineficientes de gestión y comunicación, labores o tareas que no se adaptan a las competencias del trabajador, bajos niveles de apoyo, cargas excesivas de trabajo, largas jornadas laborales y estilos de liderazgo que propician el acoso, el maltrato y/o la intimidación, entre otros. También inciden aspectos como la incertidumbre frente a los contratos laborales, la preocupación constante por perder el empleo, la reducción de beneficios y las bajas retribuciones económicas. El resultado: los trabajadores que se ven expuestos a estas condiciones suelen padecer estrés, fatiga y desmotivación laboral, entre otros síntomas, lo que les termina ocasionando problemas físicos y psicológicos como ansiedad y depresión. Tales efectos generan impactos negativos para las empresas que van desde el incremento del absentismo, la pérdida de productividad y la alta rotación del personal hasta incrementos en las tasas de accidentalidad y fatalidades como consecuencia del descenso en los niveles de atención y concentración de los colaboradores. Así lo advierte la OMS en sus estudios, cuyos indicadores revelan, además, que las pérdidas en productividad a causa de trastornos mentales como la depresión y la ansiedad le cuestan a la economía mundial hasta un billón de dólares anuales. Esta problemática no es ajena a Colombia. Desde el 2007, las encuestas nacionales de condiciones de salud y trabajo realizadas por el Ministerio del Trabajo vienen evidenciando que dos de cada tres trabajadores han manifestado estar expuestos a factores de riesgo psicosociales durante su jornada laboral y que, entre un 20 % y un 33 %, manifestaron sentir altos niveles de estrés1. Incluso, datos más recientes señalan que, durante la pandemia, el 14,3 % de los colombianos encuestados admitió haber padecido sobrecarga laboral con respecto a su rutina diaria previa al inicio de la crisis sanitaria, tal y como lo reveló la Encuesta Pulso Social del Dane desarrollada a mediados de 2021. De hecho, con relación al teletrabajo y a las medidas de trabajo remoto adoptadas por muchos sectores económicos antes y durante la emergencia ocasionada por la COVID-19, la OMS señala que los trabajadores en casa están expuestos a riesgos psicosociales específicos, como el aislamiento, los límites difusos entre el trabajo y la familia, un mayor riesgo de sufrir violencias y la sobrecarga de labores domésticas, entre otros. Por su parte, en la guía denominada ‘Gestión de los riesgos psicosociales relacionados con el trabajo durante la pandemia de COVID-19’, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) instó a los empleadores a proteger la salud mental de sus trabajadores y a integrar este aspecto en los Sistemas de Gestión de la Seguridad y Salud en el trabajo (SG-SST), en los planes de preparación y respuesta ante situaciones de emergencia y en los planes de reincorporación al trabajo, en el marco de la reactivación económica actual. Como respuesta a este escenario, un año después, el pasado 8 de junio de 2021, la Organización Internacional de Normalización (ISO, por sus siglas en inglés) publicó la ISO 45003:2021 ‘Gestión de la Salud y seguridad psicológica en el trabajo – Directrices para la gestión de riesgos psicosociales’, la primera norma internacional que brinda a empresas y organizaciones de todo tipo orientaciones sobre la identificación y gestión de riesgos psicosociales dentro de un sistema de gestión de seguridad y salud en el trabajo. Para conocer su contenido, propósito y alcance, hablamos con Susana Romero, experta en sistemas de gestión de bienestar y empresa saludable, quien hace parte de la junta directiva de la Asociación de Especialistas en Prevención y Salud Laboral (AEPSAL) e integrante el Movimiento Internacional Excelencia y Salud Empresarial y Sostenibilidad (MIESES). De acuerdo con Romero, los riesgos psicosociales son uno de los mayores desafíos que enfrentan hoy por hoy las organizaciones paragarantizar la salud, la seguridad y el bienestar de todos sus colaboradores “Estos riesgos configuran una de las partes más complejas deanalizar en el Sistema de Gestión de Seguridad y Salud en el Trabajo no solo porque involucra un gran carga personal e íntima sino porque también es uno de los factores más críticos si tenemos en cuenta que fácilmente puede originar un accidente físico”, explica la experta. Si bien la ISO 45003 llega a integrar la familia de normas ISO 45001, no es certificable como sí lo es la 45001:2018. Esto se debe a que esta nueva guía brinda pautas y directrices sobre los riesgos psicosociales en el ámbito laboral convirtiéndose en un complemento perfecto para desarrollar una gestión integral de la seguridad y la salud en el trabajo. “Así, lo ideal es que aquellas empresas que estén trabajando en la certificación de la norma ISO 45001 de 2018 o en su actualización yadaptación, se apoyen en esta guía la cual les permitirá llegar al detalle del análisis, la gestión, la planificación de acciones y el monitoreo de los riesgos psicosociales que tienen un impacto en el desempeño del SG-SST”, sugiere Romero. No obstante, desde su experiencia de más de 20 años en este campo, afirma que la gestión de los riesgos psicosociales se ha transformado en un talón de Aquiles para las organizaciones. La dificultad para identificarlos y abordarlos reside, en su opinión, en un común denominador que caracteriza a este tipo de riesgos: su carácter intangible. “Suelen ser factores invisibilizados pues dependen de la percepción particular de las personas y de la organización en su conjunto. En cambio — continúa la especialista— si un trabajador sube una escalera yo sé que existe una posibilidad de que

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