Ergonomía cognitiva con enfoque incluyente
Por: Andrea Catalina Beltrán Franco / Psicóloga / Especialista en Psicología Organizacional / Especialista en Salud y Seguridad en el Trabajo / Estudiante de maestría en Salud y Seguridad en el Trabajo. En la actualidad, hablar de ergonomía desde una mirada simplista y reductiva, centrada únicamente por aspectos físicos, es poco aceptada por la comunidad científica, debido a que con el paso del tiempo este concepto también ha evolucionado, haciéndose complejo y abarcando diferentes áreas del conocimiento; por lo cual, ha requerido un abordaje más amplio como el propuesto por la teoría de los sistemas, que reconoce la importancia de la interrelación entre las diferentes partes de los sistemas con su entorno, del cual se retroalimentan constantemente. Desde este enfoque, y como aporte a las nuevas estrategias que sugieren en el estudio desarrollado por Dul, et.al. (2012) para fortalecer el abordaje y la aplicación de una ergonomía de alta calidad centrada, entre otras cosas, en una visión integradora del conocimiento, así como, en el rendimiento y el bienestar. Es relevante, que al estar en un momento del tiempo en el que prima lo tecnológico y, nuevamente, como ha sucedido en otros momentos de la historia, en el que podrían seguir reemplazándose trabajos que hasta ahora son desarrollados por personas, para ser asumidos por inteligencia artificial; surge la necesidad de fortalecer la educación a la población en estrategias de aprendizaje digital con ayuda de la ergonomía, y en especial, de la ergonomía cognitiva desde la cual se trabaje, a partir de una orientación incluyente, que facilite la adaptación de las personas a dichos cambios del entorno, reconociendo sus diferencias y/o características individuales, no solo a nivel físico sino también cognitivo. Como lo expresan en el libro de Cañas y Waerns (2001) “gran parte del trabajo en ergonomía cognitiva ha sido desarrollado en el nivel perceptual de la cognición” (p.20) así pues, los nuevos retos, propios de nuestra era de comunicación y tecnología conllevan a ocuparnos desde la psicología y la ergonomía cognitiva en estudios tales como: los procesos mentales implicados de acuerdo a edad, género, orientación, raza y demás variables sociodemográficas que inciden en la adaptación físico-mental de las prótesis en biomedicina, la educación a distancia, realidades virtuales, elementos de protección personal adaptados según el género, orientación y cultura, entre otros temas de interés; facilitando la interacción entre los seres humanos y los sistemas de su entorno. La ergonomía con enfoque incluyente se ha trabajado principalmente en el área física, con el diseño de espacios, herramientas y objetos para mujeres trabajadoras y población con necesidades especiales. Sin embargo, a nivel cognitivo no se evidencian muchos aportes en la investigación actual. A pesar de encontrarnos en el siglo XXI, sabemos que muchas personas en el lugar de trabajo son discriminadas por su identidad, sexo y orientación sexual, etc.; facilitando el acoso laboral y generando mayores exigencias mentales y físicas a partir de una organización heteronormativa de las labores. De esta manera, nos encontramos con personas que deben asumir funciones en su trabajo solo porque convencionalmente han sido asignadas según sexo, sin considerar las percepciones y expectativas que surgen a raíz de sus propios procesos identitarios y experiencia. Personas que a pesar de los avances en ergonomía física, usar elementos de protección que no se ajustan a sus características morfofísicas, y personas con constantes o producto de las características socioculturales que determinan otros roles en sus condiciones laborales, extralaborales e individuales. Es así como surge la propuesta de una nueva línea de estudio en ergonomía cognitiva, desde la cual se estudien a profundidad aspectos cognitivos con un enfoque incluyente y que, a futuro, también superen las estructuras socioculturales y laborales tradicionales. Desde esta perspectiva, analizar la ergonomía cognitiva aportaría a otros estudios de la ciencia de la salud que reconocen la importancia de investigar sobre la incidencia de variables como el género sobre diferentes fenómenos del contexto. Por ejemplo, en el trabajo realizado por Makarek y Persinger (1995) citados por Torres, et al. (2006) se afirma que: “las diferencias de género en el rendimiento cognitivo se han demostrado ya desde la infancia…” (p.409) estos autores también comentan que las investigaciones han demostrado que esto estaría relacionado con el impacto que tienen algunas hormonas como los estrógenos en el sistema nervioso central, específicamente en algunas estructuras involucradas en el proceso de memoria; por tanto, la forma como nos acercamos y comprendemos el mundo es diferente desde que comenzamos a interactuar con él. Por esto, no es difícil comprender que en diferentes áreas del conocimiento exista el interés sobre dichas diferencias, estudios centrados en la variable sexo, como el desarrollado por Torres, et al. (2006) en el que se concluye que: “Las mujeres superan a los hombres en tareas verbales, de velocidad perceptiva…tareas de memoria y aprendizaje verbal. Los hombres superan a las mujeres en tareas visoespaciales y resolución de problemas matemáticos” (p.413) Esto permitiría avanzar en la ergonomía cognitiva, debatiendo y profundizando en la comprensión sobre las formas en las que se relaciona hombre y mujer con los objetos y espacios de acuerdo con su contexto sociocultural y habilidades mentales. Cabe resaltar, que en la Enciclopedia de Salud y Seguridad en el Trabajo (s.f) de la OIT se enuncia que: “no se puede establecer ninguna diferencia en el desarrollo de la capacidad cognitiva entre dos sexos sin tener en cuenta este contexto social en el que se desarrolla el trabajo” (p. 29.93) De esta manera, se reconoce la importancia de entender al ser humano como un sujeto social que durante su desarrollo también se ve influenciado por el contexto socio cultural en el que haya crecido. Así mismo, investigaciones en ergonomía se han interesado en realizar aportes al enfoque incluyente, como la realizada por Guastello et al., (2014) en la que se aclara que a pesar que la variable sexo no fue objeto central de su investigación es importante estudiarla, debido a que notaron diferencias en cuanto a su objeto de estudio; y aunque las autoras, solo se limitan a dicha variable, estudiando
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