Gestión de la SST

Elementos de Protección Personal (EPP) inteligentes: ‘gadgets’ del trabajador 4.0

Por Lizeth Viviana Salamanca Galvis / Comunicadora social con énfasis en periodismo / Magíster en Responsabilidad Social y Sostenibilidad / Líder de comunicaciones del Consejo Colombiano de Seguridad (CCS). Cómo citar este artículo:Salamanca, L. ( 2024). Elementos de Protección Personal (EPP) inteligentes: ‘gadgets’ del trabajador 4.0. Protección & Seguridad No. 400 (Noviembre – Diciembre – 2021), pág. 35- 39. https://ccs.org.co/portfolio/elementos-de-proteccion-personal-epp-inteligentes-gadgets-del-trabajador-4-0/ Las nuevas Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) están revolucionando el entorno laboral y el campo de la Seguridad y la Salud en el Trabajo (SST) no ha sido ajeno a las transformaciones asociadas. En años recientes, los desarrollos en Inteligencia Artificial (AI), internet de las cosas (IoT), realidad virtual y aumentada, cloud computing y big data, entre otros, se han ido insertando en esta área con el propósito de aportar a una gestión más efectiva, controlada y oportuna de los riesgos laborales. En este sentido, aparecen los Elementos de Protección Personal (EPP) inteligentes cuya fabricación, diseño y funcionalidad incorpora innovaciones tecnológicas en materiales, componentes electrónicos portátiles y aplicaciones digitales que intentan mejorar la seguridad de los trabajadores al permitir que, tanto ellos, como los responsables del área de SST, logren monitorear parámetros del entorno, identificar riesgos y peligros reales o potenciales, realizar seguimiento al estado de salud del usuario y su ubicación en el espacio de trabajo, enviar advertencias e instrucciones y proporcionar información útil para que este tome decisiones informadas. Pese a las bondades que auguran estas nuevas tecnologías en los EPP y lo prometedoras que parecen, también se advierte que conllevarán cambios significativos en las dinámicas de trabajo, los comportamientos y las expectativas. Su desarrollo y adopción no solo implica abordar una serie de cuestiones conceptuales y tecnológicas relacionadas con asegurar su funcionalidad, implementación práctica, confiabilidad, seguridad, eficiencia y reducción de costos operativos, etc., sino que también requiere tener en cuenta su impacto potencial en los usuarios objetivo y las personas indirectamente expuestas a la influencia de estas tecnologías. Por lo tanto, la literatura alrededor del tema sugiere que podrían dar lugar a la aparición de nuevos peligros tanto físicos como psicosociales (CAO, 2013; Podgórski, et. al, 2016; Thierbach, 2020). Lo anterior, debido a que la explotación de estas tecnologías en el campo de la SST se considera “un fenómeno relativamente nuevo, por lo que aún se requieren más actividades de investigación e innovación para perfeccionar y fortalecer su potencial de aplicación práctica, garantizar la aceptabilidad de los usuarios y lograr el cumplimiento de los requisitos sociales y éticos” (Podgórski, et. al, 2016). A esto se añade, el requerimiento de normatividad, estándares y certificaciones que avalen estas innovaciones y garanticen que los ‘smart EPP’ realmente conduzcan a un mayor nivel de protección y seguridad para sus usuarios con altos índices de fiabilidad. Por ello, algunos investigadores y especialistas en el tema aconsejan ver este campo con cierto grado de cautela. En este sentido, un reporte elaborado por Thierbach (2020) comisionado por la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo (EUOSHA, por sus siglas en inglés) advierte que, para garantizar que los EPP inteligentes realmente conduzcan a un mayor nivel de protección, todaslas partes involucradas (desarrolladores, fabricantes, usuarios, autoridades competentes y grupos de estandarización) deben trabajar conjunta y colaborativamente para asegurarse de que el producto en sí no represente un peligro para el usuario y, para ello, se deben formular requisitos y procedimientos de prueba. El mismo organismo señala algunas limitaciones y desafíos que deben considerarse: Habiendo expuesto las anteriores consideraciones, en esta edición especial, Protección & Seguridad presenta algunas innovaciones tecnológicas recopiladas a través de una revisión de los últimos avances desarrollados por fabricantes de EPP y grupos de investigación en distintos países, así como alternativas presentadas en las más recientes ediciones de A+A, la principal feria internacional de seguridad, protección y salud en el trabajo. Algunas de estas soluciones son prototipos y otros están elaborados con base en normas técnicas. Por lo tanto, vale la pena resaltar que el propósito de este artículo no es otro que evidenciar las posibilidades que las nuevas tecnologías ofrecen en el campo de la Seguridad y la Salud en el Trabajo (SST) sin que desde el Consejo Colombiano de Seguridad se esté avalando alguna de las innovaciones presentadas a continuación. Cascos inteligentes Elementos de protección visual (gafas de seguridad, gafas panorámicas y pantallas visuales) Gafas de relidad virtual y aumentada Mascarillas y respiradores Aplicaaciones móviles Tecnología textil Exoesqueletos Guantes Calzado Bibliografía y referencias Artículo técnico tomado de la Revista del Consejo Colombiano de Seguridad, Protección & Seguridad No. 400 Noviembre – Diciembre – 2021

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Exoesqueletos, los avances tecnológicos puestos a disposición de la salud y la prevención de enfermedades

Por Luz Ángela Téllez Chavarro / Fisioterapeuta / Especialista en Salud Ocupacional / Especialista en Ergonomía / Magíster en Docencia Introducción En zoología el término <exoesqueleto> se refiere a una cubierta endurecida y rígida que protege el cuerpo de los artrópodos y otros invertebrados. También se le denomina así al esqueleto externo que recubre y protege el cuerpo de algunos animales haciendo las veces de una coraza protectora. De hecho, en su definición etimológica, “exo” proviene del griego y significa “afuera”, es decir, el exoesqueleto sostiene y protege el cuerpo desde afuera. También se denomina exoesqueleto a la construcción robótica que se ajusta sobre el cuerpo y que sirve para la movilidad y la locomoción de personas cuya movilidad está disminuida o perdida. Es así como en el ámbito de la tecnología, el término se aplica a la estructura o armazón artificial que recubre, total o parcialmente, el cuerpo de una persona y permite aumentar sus capacidades físicas. En ergonomía, los exoesqueletos se han transformado en un recurso importante desde su aplicación en este campo. Alrededor del año 1960, de acuerdo con los historiadores, la empresa General Electric Research (Estados Unidos) fue la pionera en el desarrollo del “hardiman”, un exoesqueleto de cuerpo entero que aumenta la capacidad de carga del usuario facilitando el levantamiento de objetos pesados (citado por Puebla, 2020). La literatura también reporta que, en países como Corea del Sur, la empresa Daewoo, perteneciente a la industria automotriz, diseñó un exoesqueleto con el que un trabajador podía levantar piezas de hasta 30 kilos con el mínimo esfuerzo y contaba con un sistema de energía de hasta cuatro horas de autonomía. Entre tanto, en España, en su planta valenciana, Ford desarrolló sus primeras pruebas con exoesqueletos en los operadores de su línea de montaje y ensamblaje de autos. La iniciativa obtuvo un galardón durante la VII edición de los Premios Asepeyo por mejores prácticas preventivas y de control de riesgo laboral. En Alemania, por su parte, los exoesqueletos industriales se han convertido en tendencia por facilitar el trabajo en tareas físicas y aumentar la productividad de los procesos. De este modo, se ha adoptado en los entornos laborales incursionando en la prevención de trastornos músculo esqueléticos al mitigar sobreesfuerzos realizados por los trabajadores. De otro lado, los exoesqueletos han sido utilizados en el campo de la rehabilitación física siendo, tal vez, una de sus aplicaciones más reconocidas. Incluso, en el área militar, algunos cuentan con certificados de la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) y de la Comunidad Económica (CE) en Europa. Finalmente, en la industria cinematográfica los exoesqueletos han adquirido protagonismo en películas en las que los actores realizan hazañas portando exotrajes. Colombia, por su parte, no ha sido ajena al uso de estas estructuras. En Yumbo (Valle del Cauca) se han realizado pruebas de un exoesqueleto diseñado por Freddy Luna, ingeniero mecánico de la Universidad de Antioquia, cuyo proyecto fue uno de los semifinalistas en América Latina del programa ‘Una idea para cambiar la historia’ de History Channel. Luna diseñó un modelo para permitir al ex director técnico de fútbol, Luis Fernando Montoya, la posibilidad de ponerse en pie tras resultar herido durante un asalto, hecho que derivó en una cuadriplejía irreversible. La propuesta fue acogida por la empresa de calzado de Rómulo Marín y le devolvió la posibilidad de trabajar a cuatro personas en condición de discapacidad física que eran dependientes del uso de sillas de ruedas. Esto demuestra que nuestro país ha venido avanzando en el uso de estos modelos tanto para el apoyo terapéutico en procesos de rehabilitación, como en algunas industrias donde se han convertido en una herramienta muy práctica dentro de las acciones de seguridad y salud en el trabajo para el reintegro laboral. También, cabe resaltar la contribución al diseño de exoesqueletos que desde la academia se ha realizado a través de los grupos de investigación, con el aporte multidisciplinario de profesionales de diversas áreas del conocimiento. Por ejemplo, la Escuela Colombiana de Ingeniería Julio Garavito muestra,en su página institucional, algunos de sus desarrollos. Clasificación y viabilidad de su implementación De acuerdo con su fuente de alimentación, los exoesqueletos se clasifican en pasivos y activos. Así mismo, se categorizan según la zona corporal que protegen, bien sea brazos, espalda, manos o piernas. El exoesqueleto pasivo no tiene ninguna fuente de alimentación externa. Funciona a base de estructuras rígidas móviles, resortes y amortiguadores que distinguen la carga desde la zona corporal más afectada hasta otras zonas corporales con grupos musculares más potentes. En cambio, el exoesqueleto activo dispone de una fuente de alimentación externa que le proporciona energía por medio de baterías o pequeños motores eléctricos. En este caso, un software integrado en el dispositivo ofrece la fuerza extra necesaria para asistir los movimientos que efectúa la persona en cada momento. En términos de apoyo de zonas corporales, los exoesqueletos para miembros superiores ayudan a mantener los brazos elevados, descargando la tensión de la zona superior de la espalda y de los hombros. Sirven para minimizar el esfuerzo en trabajos que requieren subir y bajar los brazos de forma rápida y repetitiva y en aquellas posturas estáticas que exigen mantener los brazos elevados de forma continua para la manipulación y transporte de cargas. En la espalda, los exoesqueletos ayudan a mantener posiciones inclinadas de forma prolongada, disminuyendo el esfuerzo, descargando la tensión y protegiendo la zona lumbar. Lo mismo ocurre en trabajos que exigen mantener la espalda erguida y labores en los que el colaborador debe permanecer sentado. Entre tanto, el exoesqueleto para manos proporciona una fuerza adicional a esta extremidad en su conjunto para abrirla y cerrarla, ejercer agarre con una resistencia mantenida y en trabajos que requieren movimientos rápidos con manos y dedos. En cuanto a los usados en piernas, los exoesqueletos permiten mantener una postura semisentada, descargando la tensión de las piernas. También ofrecen la posibilidad de alternar la postura sentada a semisentada; facilitan el retorno venoso en

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La revolución industrial 4.0 y la seguridad y salud en el trabajo: origen y evolución

Por: Yezid Fernando Niño Barrero / Ingeniero Ambiental y Sanitario / Especialista en Higiene y Salud Ocupacional / Magíster en Salud Pública / Candidato a doctor en Ingeniería / Gerente técnico del Consejo Colombiano de Seguridad (CCS). Carlos Bermúdez / Ingeniero de Sistemas / Especialista en Dirección y Gerencia de Proyectos / Docente en Especialización y Pregrado de Gerencia de Proyectos, Gobierno TI, Negociación TI, Gestión de servicios TI y Calidad en desarrollo Tecnológico / Consultor en transformación digital, industria 4.0, innovación y nuevas tecnologías / Gerente de Tecnología e Informática del Consejo Colombiano de Seguridad (CCS). Los avances en ciencia y tecnología han hecho parte de la historia y evolución de la humanidad. La capacidad de dominar el fuego, la invención de la rueda, el desarrollo de la locomotora y, más tarde, la aparición del Internet sumado a un sinfín de avances logrados a través de las generaciones nos ha permitido visibilizar nuestra capacidad y nuestro potencial. No obstante, además de los grandes beneficios que nos presenta la tecnología y las posibilidades de aplicarlas en nuestra vida cotidiana, cada uno de estos desarrollos traen consigo nuevos peligros para los trabajadores y los usuarios. Si se analiza desde la prehistoria, el dominio del fuego y la elaboración de las primeras herramientas pudo generar los primeros accidentes de trabajo: cortaduras, quemaduras y aplastamientos harían parte de las estadísticas de los principales accidentes sufridos por estos trabajadores. Más adelante, la Primera Revolución Industrial provocó cambios en el mercado laboral con la invención de artefactos que sustituyeron algunas de las labores humanas. Por ejemplo, el trabajo manual fue reemplazado por una máquina de vapor, dejando de lado la dependencia del esfuerzo humano. Por su parte, la Segunda Revolución Industrial permitió la producción en masa utilizando energía eléctrica. Gracias a esto, la maquinaria fue cada vez menos voluminosa y funcionó más rápidamente (Badri et al., 2018; Min et al., 2019). Los cambios provocados por estas dos revoluciones también transformaron los accidentes de trabajo y se empezó a evidenciar una mayor cantidad de enfermedades de origen laboral dadas las alteraciones en la forma de trabajar. De hecho, hacia finales del siglo XIX, la exposición a productos químicos (polvos minerales, fibras, metales tóxicos), agentes biológicos (como el bacilo causante del ántrax), infecciones microbianas y radiaciones ionizantes estaba bien documentada. Lo mismo ocurría con respecto a la exposición a peligros físicos derivados de la utilización de maquinaria peligrosa, así como frente a los principales accidentes que tenían lugar en industrias como la minería, la marina mercante y las fábricas pequeñas y atestadas donde se registraban incendios y explosiones (Organización Internacional del Trabajo, 2019b). Más adelante en el tiempo, la implementación de líneas de montaje motorizadas y el desarrollo de la electrónica permitió que la producción se volviera cada vez más automatizada y centrada en el rendimiento, dando origen a la Tercera Revolución Industrial. Con la automatización surgieron oportunidades para optimizar los procesos de fabricación y mejorar la productividad a través del diseño de maquinaria más flexible, ergonómica y segura (Mesi, 2016, citado por Badri et al.,2018). Esta época también incorporó elementos de seguridad en las herramientas, equipos y máquinas, mientras que el desarrollo de la seguridad y la salud en el trabajo empezaba a evidenciar la importancia de la protección de los trabajadores, incorporando en las empresas los sistemas de gestión. El World Economic Forum (2016) señaló que hoy se observa el comienzo de la Cuarta Revolución Industrial en la que resaltan avances en genética, inteligencia artificial, robótica, nanotecnología, impresión 3D y biotecnología, por nombrar solo algunas innovaciones que se están construyendo y amplificando entre sí. Estos elementos sentarán las bases para una revolución más completa y abarcadora que cualquier otra que hayamos visto. Los sistemas inteligentes (hogares, fábricas, granjas, redes o ciudades) ayudarán a abordar problemas que van desde la gestión de la cadena de suministro hasta el cambio climático. Figura 1. Evolución de las revoluciones industriales Se espera que los cambios demográficos y socioeconómicos tengan un impacto casi tan fuerte en los modelos comerciales y las estructuras organizativas como el cambio tecnológico. La aplicación de la tecnología ya ha generado cambios sobre cuándo y dónde se trabaja en prácticamente todas las industrias ya que los lugares de trabajo de la era industrial dan paso a las prácticas laborales de la era digital, incluido el trabajo a distancia, el trabajo flexible y el trabajo a pedido (World Economic Forum, 2016). Se trata de una oportunidad de cambio y de repensar las dinámicas laborales. No en vano, la Organización Internacional del Trabajo (2019a) ha invitado a aprovechar el contexto actual para mejorar la calidad de vida de los trabajadores, ampliar las opciones disponibles, cerrar la brecha de género, revertir los estragos causados por las desigualdades a nivel mundial y mucho más. Finalmente, es importante considerar la velocidad de los cambios y la rapidez con la que, cada vez más, logramos integrarlos en nuestra vida cotidiana. De hecho, hay que considerar que, en promedio, las transformaciones entre la primera, la segunda y la tercera revolución industrial tardaron en ocurrir más de 90 años. Sin embargo, hoy, en medio de la cuarta revolución, las alteraciones apenas han tardado 52 años. Esto impulsaría, incluso, una quinta revolución industrial, que podría no dar el tiempo suficiente para identificar y analizar los efectos y consecuencias de los cambios sobre la seguridad y la salud de los trabajadores. Retos y oportunidades de la industria 4.0 El Banco Interamericano de Desarrollo (Basco et al., 2018) realizó una caracterización de la industria 4.0, encontrando los siguientes aspectos como los más relevantes de esta revolución industrial y sobre los cuales se pueden centrar los principales retos y oportunidades: La revolución 4.0 genera una amalgama ciberfísica que todo lo conecta en tiempo real: máquina-máquina, máquina-producto, producto-personas. Las empresas se integran en redes y colaboran con otros actores del ecosistema estableciendo modelos predictivos a merced de altos niveles de automatización, digitalización y conectividad. La reinvención de la geografía productiva global tiene efectos aún inciertos sobre el comercio

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El panorama general de la 5G sobre la salud humana

Por Leidy Liceth Pérez Claros / Enfermera / Especialista en salud ocupacional / Magíster en salud y seguridad en el trabajo / Líder técnica el Consejo Colombiano de Seguridad. A través de la historia, el envío de mensajes y la retroalimentación de información entre emisores y receptores se ha traducido en una de las necesidades básicas del ser humano: la comunicación. En este proceso, las redes para dispositivos móviles se han transformado en uno de los principales canales y han venido evolucionando conforme la tecnología ha dispuesto cambios de generación. Específicamente en Colombia, la Asociación Interamericana de Empresas de Telecomunicaciones (ASIET, 2021) afirma que, cada vez más, se han ido reduciendo los tiempos de incorporación de las nuevas generaciones. En la década de los 90’s apareció la primera generación o G1, caracterizada por el uso de sistemas análogos para transmitir voz con una baja seguridad en las comunicaciones. Más adelante, hacia finales de esa misma década, surgió la segunda generación (G2) la cual permitió la evolución a sistemas digitales que, además de la comunicación por voz, admitía el transporte de datos a baja velocidad, mediante el servicio de mensajes cortos (Short Message Service – SMS). Posteriormente, en 2003, apareció la tercera generación (3G), que evolucionó a velocidades de banda ancha dando paso al uso de la Internet. Una década después, en 2013, surgió la cuarta generación (4G) brindando velocidades mayores que la 3G y adicionando servicios multimedia más avanzados, tales como videollamadas, uso de aplicaciones y plataformas digitales como YouTube, entre otros. Estas tecnologías han continuado en permanente proceso de mejora hasta el punto de que hoy la quinta generación o 5G se encuentra en proceso de estandarización. Este hito representa una revolución tecnológica importante ya que, a la conectividad entre personas permitida por las generaciones anteriores, se le suma la pretensión de conectar también objetos (lo que se ha denominado “Internet de las Cosas”) entre otras tecnologías emergentes que sugieren avances e impactos en los diferentes ámbitos de la vida. En la gráfica 1 se muestra la evolución tecnológica de las redes móviles. Gráfica 1. Evolución tecnológica de los servicios móviles Puntualmente, con respecto a la implementación de la 5G en Colombia, es relevante mencionar que en la actualidad se encuentra en ejecución el Plan 5G, el cual consiste en la realización de pruebas piloto en diferentes puntos del país, toda vez que la transición de la 4G a la 5G (o la coexistencia entre ambas) implica prepararse para las características técnicas, los desafíos de seguridad y privacidad de la información, la infraestructura y los insumos e interfaces, entre otros retos (Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, 2019). Adicional a las consideraciones tecnológicas, la 5G ha traído consigo grandes dudas frente a las implicaciones que pudiese tener sobre la salud. Tal es así que en el mundo se han llevado a cabo diferentes investigaciones con el propósito de evaluar sus posibles efectos adversos, precisamente, por los requerimientos electromagnéticos que involucra esta generación, los cuales están dados por la frecuencia de la emisión, es decir, por la velocidad de las ondas electromagnéticas, ya que, como tal, siguen siendo no ionizantes. Dando alcance a lo anterior, se hace preciso exponer las principales diferencias entre las ondas ionizantes y no ionizantes, partiendo de la definición de radiación, como cualquier proceso en el que la energía emitida por un cuerpo viaja a través de un medio o del espacio, para, finalmente, ser absorbida por otro cuerpo. Según los efectos que produzca sobre la materia, la radiación se clasifica en ionizante o no ionizante (OIT, s. f.). Así, la principal diferencia entre estos tipos de radiación consiste en que la ionizante (que incluye los rayos cósmicos, los rayos X y la radiación de los materiales radiactivos) cuenta con la energía suficiente para eliminar un electrón de una molécula generando su ionización, de tal forma que, en términos prácticos, se genera un cambio estructural en las células, modificando de esta manera el ADN. En cambio, la radiación o ionizante (que incluye el calor radiante, las ondas de radio, las microondas, la radiación de terahercios, la luz infrarroja, la luz visible y la luz ultravioleta) no genera este tipo de afectación. No obstante, tanto las radiaciones ionizantes como las no ionizantes son materia de estudio y seguimiento por parte de diferentes organismos internacionales. Por ejemplo, a lo largo de los años, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha desarrollado una serie de instrumentos de política en materia de protección contra las radiaciones, que incluyen convenios y recomendaciones. Prueba de ello es el Convenio número 115, la Recomendación número 114, repertorios de orientaciones, guías prácticas e informes. Algunos de estos instrumentos y publicaciones se han desarrollado y promovido en colaboración con otras organizaciones internacionales como el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y organismos de profesionales como la Asociación Internacional de Protección Radiológica (IRPA), la Comisión Internacional de Protección Radiológica (ICRP) y la Comisión Internacional de Protección de Radiación no Ionizante (ICNIRP) (OIT, s. f.). De igual forma, desde 1996, la OMS estableció el Proyecto CEM (EMF International Electromagnetic Fields), el cual investiga el impacto en la salud de la exposición a campos eléctricos y magnéticos en un rango de frecuencia de 0 a 300 GHz y ha brindado asesoría a las diferentes autoridades sobre la protección radiológica de los campos electromagnéticos. Así mismo, se han promovido investigaciones relacionadas y se ha desarrollado material de información pública, fomentando el diálogo entre científicos, gobiernos y la ciudadanía en general para aumentar la comprensión en torno a la salud y las comunicaciones móviles (OMS, s. f.). A la fecha, la OMS afirma que, después de muchas investigaciones realizadas, no se ha evidenciado ningún efecto adverso para la salud frente a la exposición a tecnologías inalámbricas. No obstante, aclara que las conclusiones relacionadas con la salud han surgido de estudios realizados en todo el espectro de radio, pero, hasta ahora, solo se han llevado a cabo unos pocos estudios

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Acciones correctivas, preventivas y de mejora en los sistemas de gestión de seguridad, salud en el trabajo y ambiente en el marco del decreto 1072 de 2015 y guía RUC®

Por Nasli Miranda Arandia / Ingeniera industrial / Especialista en Higiene y Salud Ocupacional / Magíster en Sistemas Integrados de Gestión / Profesional de Servicios II del Consejo Colombiano de Seguridad / Auditora RUC®. En el cumplimiento del ciclo de mejoramiento continuo dentro de los sistemas de gestión, la fase de “Actuar” representa un elemento de gran importancia en la eficacia de las actividades. Su adecuada intervención permite contar con acciones efectivas que realmente aporten al desarrollo de los procesos. Figura 1. Fases del proceso PHVA En Colombia, dentro del marco normativo del Decreto 1072 de 2015, a través de su artículo 2.2.4.6.33., se establece como responsabilidad de los empleadores “garantizar que se definan e implementen las acciones preventivas y correctivas necesarias, con base en los resultados de la supervisión y medición de la eficacia del Sistema de Gestión de la Seguridad y Salud en el Trabajo (SG-SST), de las auditorías y de la revisión por la alta dirección” (Ministerio de Trabajo, 2015). Por su parte, la Guía RUC® establece, a través de su numeral 4.3, los parámetros para el establecimiento de acciones correctivas, preventivas y de mejora del sistema de gestión de SST y ambiente. Dado lo anterior, toda empresa debería adelantar un adecuado manejo de las acciones correctivas, preventivas y de mejora en su sistema de gestión. No obstante, el desarrollo de este proceso no solo debe dar cumplimiento a un requisito, sino también aprovechar los beneficios que ofrece esta fase de mejora continua. Cuando existe prevalencia de acciones correctivas frente a las preventivas en el sistema de gestión que, en su gran mayoría, son resultado de los procesos de auditorías, se evidencia una situación reactiva en el sistema de gestión más no preventiva. Por lo tanto, el reto es alcanzar la fase de mejoramiento dentro de un marco preventivo y, a su vez, esto genera un factor diferencial en la gestión de la empresa. En este artículo revisaremos las fuentes mediante las cuales se pueden identificar acciones correctivas, preventivas y de mejora, así como los mecanismos de intervención y las estrategias para que estas acciones realmente aporten valor a las organizaciones y no solamente sean vistas como un registro necesario para presentar en procesos de auditoría. Figura 2. Acciones correctivas, preventivas y de mejora No conformidad Una “no conformidad” se presenta cuando hay un incumplimiento de un requisito, entendiendo por requisito un lineamiento interno o externo que aplica al sistema de gestión: Externo Requisitos legales (leyes, decretos, resoluciones, circulares), requisitos de otra índole como normas o guías acogidas (GuíaRUC®, ISO 14001:2015, ISO 45001:2018) o de requerimientos de partes interesadas (contratos con los clientes y sus anexos, conveniosde cooperación, entre otros). Interno Procedimientos, manuales, instructivos, o lineamientos definidos por la organización. Cuando se presenta una no conformidad, la organización debe implementar acciones correctivas que le permitan eliminar de raíz las causas que generaron la falla. Es común ver que las organizaciones implementen medidas de corrección ante las no conformidades, sin atacar realmente su causa raíz, lo que puede generar que la no conformidad vuelva a presentarse. Grafica 2. Diferencia entre corrección y acción correctiva Para lograr eliminar la causa raíz de una no conformidad se debe implementar una metodología de análisis de causalidad, esto permitirá identificar los problemas reales a intervenir. Fuentes de las cuales se pueden identificar no conformidades Seguimiento al cumplimiento de los objetivos e indicadores de gestión (cuando se evidencia incumplimiento de las metas propuestas). Resultados del proceso de revisión desarrollados por la Dirección. Resultados del proceso de evaluación inicial del SG-SST o de la auto evaluación periódica realizada al mismo. Resultado del proceso de verificación de cumplimiento de los requisitos legales. Resultados de la intervención de los peligros y riesgos priorizados. Resultado de la investigación de los incidentes, accidentes y enfermedades laborales. Resultado de peticiones, quejas o reclamos en cuanto a SSTA. Resultados de las rutinas de inspección y monitoreo de actividades. Ejercicios de auditorías internas y externas. No conformidad potencial Una no conformidad potencial es aquel posible incumplimiento que podría llegar a presentarse dentro de la organización o su sistema de gestión, pero que aún no se ha presentado, ocurrido o materializado. Con el fin de evitar la materialización de una no conformidad, la empresa ebe crear mecanismos que le permitan emprender acciones preventivas frente a la ocurrencia de eventos no deseados identificando anticipadamente esas fallas potenciales. Por ello, una no conformidad potencial dará lugar a una acción preventiva. Para lograr eliminar la causa raíz de una no conformidad potencial se debe implementar una metodología que permita identificar laspotenciales fallas a intervenir. A diferencia de la no conformidad, en una no conformidad potencial la falla no se ha materializado, peroexiste esa fuente latente y potencial que genere el incumplimiento. Por lo tanto, es necesario contar con una metodología que nos permita identificar la raíz de ese potencial fallo y controlarlo. Fuentes de las cuales se pueden identificar no conformidades potenciales Seguimiento al cumplimiento de los objetivos e indicadores de gestión (cuando se evidencia que sus resultados están muy cerca del límite establecido). Resultados del proceso de revisión desarrollado por la Dirección. Resultados del proceso de evaluación inicial del SG-SST o de la auto evaluación periódica realizada al mismo. Ante proyectos de norma o requisitos legales que aún no han entrado en vigencia. Resultados de la intervención de los peligros y riesgos priorizados. Resultado del análisis y seguimiento a los reportes de actos y condiciones inseguras. Resultado de peticiones o comentarios en SSTA. Resultados de las rutinas de inspección y monitoreo de actividades. Ejercicios de auditorías internas y externas. Recomendaciones presentadas por los trabajadores y el Comité Paritario de Seguridad y Salud en el Trabajo o Vigía de Seguridad y Salud en el Trabajo, según corresponda. Resultados de los programas de promoción y prevención en salud. Resultados de mediciones o monitoreo a las condiciones de los ambientes de trabajo. Resultado de los diagnósticos de condiciones de salud. Oportunidad de mejora Las oportunidades de mejora están encaminadas a optimizar el desempeño. Hacen parte de

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Trabajo y cáncer. Medidas de prevención y afrontamiento de la enfermedad en el entorno laboral

Por Leidy Liceth Pérez Claros / Enfermera / Especialista en salud ocupacional / Magíster en salud y seguridad en el trabajo / Líder técnica del Consejo Colombiano de Seguridad (CCS). El cáncer es una enfermedad crónica no transmisible de interés para la salud pública por su gran impacto de morbi-mortalidad a nivel mundial. Como tal, el término «cáncer» se designa a un amplio grupo de enfermedades que pueden afectar cualquier parte del organismo (Organización Mundial de la Salud, 2021). Por lo tanto, cada tipo de cáncer (según el órgano que afecte) puede diferir de las demás tipologías. Sin embargo, a grandes rasgos, se podría afirmar que el común denominador de estos procesos patológicos es la transformación de las células normales por células tumorales, con la capacidad de multiplicarse y diseminarse. Esta patología cada día cobra mayor importancia, ya que es una de las causas principales de muerte en el mundo. Tan solo para el 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que unas 10 millones de personas murieron por esta enfermedad siendo los tres tipos de cáncer más frecuentes el de mama (2,26 millones de casos); el pulmonar (2,21 millones de defunciones) y el colorrectal (1,93 millones de fallecimientos) (Organización Mundial de la Salud, 2021). Incluso, frente a este panorama, las proyecciones no son alentadoras: según afirma el Instituto Nacional del Cáncer de EE. UU., se calcula que, en 2040, el número de casos nuevos detectados de cáncer aumentará a 29,5 millones por año, mientras que el número de muertes por esta causa se incrementará en 16,4 millones (Instituto Nacional del Cáncer, 2020). Frente a las cifras, en Colombia se encuentra que, desde que se dio inicio al registro de la información de las personas diagnosticadas con esta enfermedad y atendidas en el marco del Sistema General de Salud (establecido mediante la Resolución 0247 de 2014), se reportaron 139.789 casos en el país, cifra que ha ascendido a 347.745 personas para el 2020 con algún tipo de cáncer. Así mismo, se afirma que, en este mismo periodo, el número de casos nuevos reportados fue de 42.893 y se informaron 27.300 fallecimientos (Fondo Colombiano de Enfermedades de Alto Costo, 2021). Enfermar de cáncer Adicionalmente al proceso fisiopatológico desencadenado por el cáncer y desde una perspectiva integral, esta condición afecta de forma negativa las diferentes dimensiones del ser humano, situación que se agudiza cuando las personas que padecen esta enfermedad, en ocasiones, son condicionadas con la “etiqueta” de enfermedad terminal, lo cual puede conducir a que el paciente diagnosticado, se autocondene a una pena de muerte (si así pudiese denominarse) sin ni siquiera conocer detalles del proceso, tales como el tipo y etapa del cáncer o el tratamiento y alternativas de intervención. Lo que sí es una realidad es que las consecuencias de padecer cáncer tienen manifestaciones de diferente índole en el plano individual con la presentación de problemas o, incluso, trastornos mentales que incorporan desde ansiedad, angustia y pánico hasta depresión, entre otros. Así mismo, las afectaciones físicas dan lugar a procesos de profundo dolor, diagnósticos y tratamientos prologados, con la necesidad de requerir amplios periodos de ausentismo y, con ello, cambios en las dinámicas sociales, laborales y familiares. Desde una visión más global, se encuentra el impacto social con la disminución de la calidad de vida y los costos asociados a las prestaciones tanto de salud como económicas del Sistema General de Seguridad Social (SGSS). Sumado a lo anterior, el cáncer es una enfermedad catalogada de alto costo, lo que se traduce, infortunadamente, en barreras administrativas a las que se ven enfrentados los pacientes y sus familias para acceder de manera oportuna a los servicios de salud. Esto, pese a la creación de la cuenta de alto costo por parte del gobierno, precisamente, para aunar esfuerzos de algunos actores del SGSS y garantizar una gestión solidaria y adecuada. Por su parte, a nivel laboral, esta enfermedad, independientemente de su origen, bien sea laboral o de origen común, afecta de forma directa a las empresas, a través de una disminución de la productividad, aumento en los días perdidos, reasignación de la operación, requerimientos de rehabilitación y reubicación laboral, entre otros. El cáncer y el trabajo Una de las principales características del cáncer es la multicausalidad ya que, frente a su etiología, se ha determinado que su aparición está dada por la interacción entre diferentes factores que abarcan desde los aspectos individuales (genéticos) hasta factores externos (la exposición a agentes carcinógenos). En este punto, el trabajo adquiere un papel definitivo ya que estos factores externos pueden estar presentes en los entornos laborales, a través de peligros cancerígenos de tipo físicos, químicos y biológicos. Dicha multicausalidad, sumada al tiempo que puede tardar en manifestarse alguna sintomatología sugestiva o relacionada con el cáncer, ha conllevado a un subregistro de eventos de origen laboral. Lo anterior representa un gran problema porque da lugar a intervenciones tardías y dificultades en la definición de origen de la enfermedad. Sin embargo, en Colombia, pese al posible subregistro, en el Decreto 1477 de 20141 se encuentran, a la fecha, varios tipos de cáncer incluidos en la tabla de enfermedades laborales, que, aunque no se establecieron dentro del grupo de enfermedades directas, en caso de demostrar relación causal de índole ocupacional, podrían determinarse como “de origen laboral”. En la tabla 1 se enlistan los tipos de afectaciones incluidas y los agentes etiológicos relacionados. Por otra parte, desde la literatura científica se ha documentado evidencia sobre la relación causal entre los carcinógenos ocupacionales y el cáncer de pulmón, vejiga, laringe y piel, así como la leucemia y el cáncer nasofaríngeo (Organización Internacional del Trabajo, 2021). Tabla 1. Tipos de cáncer incluidos en el grupo II de la tabla de enfermedades laborales En concordancia con esto, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) afirma que, entre los cánceres que afectan a las personas, el cáncer de origen laboral es completamente prevenible siempre que se tomen medidas adecuadas para evitar la exposición de los trabajadores a los agentes carcinogénicos en el

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ISO 45003, nueva herramienta para la gestión del riesgo psicosocial en las organizaciones

Por Lizeth Viviana Salamanca Galvis / Comunicadora Social con énfasis en periodismo / Magíster en Responsabilidad Social y Sostenibilidad / Líder de Comunicaciones del Consejo Colombiano de Seguridad (CCS). Así como el trabajo es beneficioso para la salud mental porque permite a las personas trazarse objetivos, cumplir propósitos, relacionarse con otros y mantenerse productivas, a su vez, puede convertirse en un factor de riesgo si el entorno en el que este se desarrolla es adverso. Esto último, según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2019) se asocia comúnmente a políticas inadecuadas de seguridad y protección de la salud, prácticas ineficientes de gestión y comunicación, labores o tareas que no se adaptan a las competencias del trabajador, bajos niveles de apoyo, cargas excesivas de trabajo, largas jornadas laborales y estilos de liderazgo que propician el acoso, el maltrato y/o la intimidación, entre otros. También inciden aspectos como la incertidumbre frente a los contratos laborales, la preocupación constante por perder el empleo, la reducción de beneficios y las bajas retribuciones económicas. El resultado: los trabajadores que se ven expuestos a estas condiciones suelen padecer estrés, fatiga y desmotivación laboral, entre otros síntomas, lo que les termina ocasionando problemas físicos y psicológicos como ansiedad y depresión. Tales efectos generan impactos negativos para las empresas que van desde el incremento del absentismo, la pérdida de productividad y la alta rotación del personal hasta incrementos en las tasas de accidentalidad y fatalidades como consecuencia del descenso en los niveles de atención y concentración de los colaboradores. Así lo advierte la OMS en sus estudios, cuyos indicadores revelan, además, que las pérdidas en productividad a causa de trastornos mentales como la depresión y la ansiedad le cuestan a la economía mundial hasta un billón de dólares anuales. Esta problemática no es ajena a Colombia. Desde el 2007, las encuestas nacionales de condiciones de salud y trabajo realizadas por el Ministerio del Trabajo vienen evidenciando que dos de cada tres trabajadores han manifestado estar expuestos a factores de riesgo psicosociales durante su jornada laboral y que, entre un 20 % y un 33 %, manifestaron sentir altos niveles de estrés1. Incluso, datos más recientes señalan que, durante la pandemia, el 14,3 % de los colombianos encuestados admitió haber padecido sobrecarga laboral con respecto a su rutina diaria previa al inicio de la crisis sanitaria, tal y como lo reveló la Encuesta Pulso Social del Dane desarrollada a mediados de 2021. De hecho, con relación al teletrabajo y a las medidas de trabajo remoto adoptadas por muchos sectores económicos antes y durante la emergencia ocasionada por la COVID-19, la OMS señala que los trabajadores en casa están expuestos a riesgos psicosociales específicos, como el aislamiento, los límites difusos entre el trabajo y la familia, un mayor riesgo de sufrir violencias y la sobrecarga de labores domésticas, entre otros. Por su parte, en la guía denominada ‘Gestión de los riesgos psicosociales relacionados con el trabajo durante la pandemia de COVID-19’, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) instó a los empleadores a proteger la salud mental de sus trabajadores y a integrar este aspecto en los Sistemas de Gestión de la Seguridad y Salud en el trabajo (SG-SST), en los planes de preparación y respuesta ante situaciones de emergencia y en los planes de reincorporación al trabajo, en el marco de la reactivación económica actual. Como respuesta a este escenario, un año después, el pasado 8 de junio de 2021, la Organización Internacional de Normalización (ISO, por sus siglas en inglés) publicó la ISO 45003:2021 ‘Gestión de la Salud y seguridad psicológica en el trabajo – Directrices para la gestión de riesgos psicosociales’, la primera norma internacional que brinda a empresas y organizaciones de todo tipo orientaciones sobre la identificación y gestión de riesgos psicosociales dentro de un sistema de gestión de seguridad y salud en el trabajo. Para conocer su contenido, propósito y alcance, hablamos con Susana Romero, experta en sistemas de gestión de bienestar y empresa saludable, quien hace parte de la junta directiva de la Asociación de Especialistas en Prevención y Salud Laboral (AEPSAL) e integrante el Movimiento Internacional Excelencia y Salud Empresarial y Sostenibilidad (MIESES). De acuerdo con Romero, los riesgos psicosociales son uno de los mayores desafíos que enfrentan hoy por hoy las organizaciones paragarantizar la salud, la seguridad y el bienestar de todos sus colaboradores “Estos riesgos configuran una de las partes más complejas deanalizar en el Sistema de Gestión de Seguridad y Salud en el Trabajo no solo porque involucra un gran carga personal e íntima sino porque también es uno de los factores más críticos si tenemos en cuenta que fácilmente puede originar un accidente físico”, explica la experta. Si bien la ISO 45003 llega a integrar la familia de normas ISO 45001, no es certificable como sí lo es la 45001:2018. Esto se debe a que esta nueva guía brinda pautas y directrices sobre los riesgos psicosociales en el ámbito laboral convirtiéndose en un complemento perfecto para desarrollar una gestión integral de la seguridad y la salud en el trabajo. “Así, lo ideal es que aquellas empresas que estén trabajando en la certificación de la norma ISO 45001 de 2018 o en su actualización yadaptación, se apoyen en esta guía la cual les permitirá llegar al detalle del análisis, la gestión, la planificación de acciones y el monitoreo de los riesgos psicosociales que tienen un impacto en el desempeño del SG-SST”, sugiere Romero. No obstante, desde su experiencia de más de 20 años en este campo, afirma que la gestión de los riesgos psicosociales se ha transformado en un talón de Aquiles para las organizaciones. La dificultad para identificarlos y abordarlos reside, en su opinión, en un común denominador que caracteriza a este tipo de riesgos: su carácter intangible. “Suelen ser factores invisibilizados pues dependen de la percepción particular de las personas y de la organización en su conjunto. En cambio — continúa la especialista— si un trabajador sube una escalera yo sé que existe una posibilidad de que

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Agentes carcinógenos de tipo biológico, peligros presentes en el Trabajo

Por: Leidy Liceth Pérez Claros / Enfermera / Especialista en Salud ocupacional / Magister en Salud y Seguridad en el Trabajo / Líder técnica del CCS / Bogotá, Colombia / Agosto de 2020. Introducción El cáncer es una causa de morbilidad y mortalidad de impacto a nivel mundial, la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el último informe publicado este año: World Cancer Report (OMS, 2020) estableció que una de cada seis personas muere al año por esta causa y este comportamiento se encuentra en ascenso. Por su parte para el año 2018, 18,1 millones de personas de todo el mundo presentaron cáncer y 9,6 millones murieron por esta enfermedad, estimando la OMS que para el 2040 la carga se duplicará a unos 29-37 millones de nuevos casos. Esta enfermedad corresponde a un proceso fisiopatológico en el cual las células presentan un proceso de crecimiento y diseminación incontrolados cuya etiología es multicausal; específicamente, cuando se hace referencia a cáncer ocupacional, concierne al desarrollo de esta patología contraída como resultado de la exposición a agentes con capacidad de inducir carcinogénesis en el ser humano, presentes en las actividades inherentes a la labor o en el medio en que se desarrolla. Tal como sucede con la mayoría de las enfermedades laborales, el cáncer se desarrolla en un tiempo prologado supeditado al tiempo de exposición y a las características individuales propias de cada trabajador, por lo que la determinación del origen laboral se dificulta, incluso cuando no se tiene una trazabilidad de la exposición a los agentes carcinógenos en la historia laboral del trabajador, o cuando por desconocimiento de los profesionales de la salud no se contemplan los aspectos laborales dentro de la evaluación de los factores de riesgo de las personas que se diagnostican con esta enfermedad. En Colombia, mediante el Decreto 1477 de 2014 (modificado por el Decreto 676 de 2020) se establece la Tabla de Enfermedades Laborales expedida por el Ministerio del Trabajo, en la cual se han incluido algunos tipos de cáncer, sin embargo, no corresponden al grupo de enfermedades directas, es decir que para determinarse de origen laboral se debe demostrar relación causal de índole ocupacional. Los peligros que se han relacionado con estos tipos de cáncer son físicos (radiación ionizante y ultravioleta) y químicos, no obstante, aunque no se encuentren incluidos, los peligros biológicos son de gran importancia puesto que algunos agentes tienen la capacidad de desarrollar cáncer de forma directa (alterando la dinámica celular normal) e indirecta (afectando el sistema inmunológico o generando procesos de inflamación crónica). Agentes cancerígenos de tipo biológico La Agencia Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer – IARC (por sus siglas en inglés: International Agency for Research on Cancer) como organismo de la OMS especializado en las investigaciones oncológicas, ha establecido 4 grupos de clasificación para cancerígenos (Grupo 1: el agente es carcinógeno para los humanos, Grupo 2A: el agente es probablemente carcinógeno para los sereshumanos, Grupo 2B: el agente es posiblemente carcinógeno para los seres humanos, Grupo 3: el agente no es clasificable en cuanto a su carcinogenicidad en seres humanos), concretamente dentro del grupo 1 a la fecha la IARC ha relacionado 11 agentes biológicos que se han comprobado como cancerígenos para los seres humanos, distribuidos de la siguiente manera: 1 bacteria, 7 virus y 3 parásitos, los cuales se enlistan en la tabla 1 y se relacionan con el tipo de cáncer que se ha asociado a cada uno. Es importante aclarar que esta clasificación no está relacionada con el ámbito laboral. Tabla 1. Agente cancerígeno de tipo biológico clasificado en el grupo 1 por la IARC. Exposición ocupacional a agentes cancerígenos de tipo biológico Dentro de los 11 agentes clasificados como cancerígenos para el ser humano en el grupo 1 de la IARC (Tabla 1), se encontró principalmente el reporte de 4 de estos agentes como peligros en lugares de trabajo, en los que se presenta la fuente y el mecanismo de transmisión ocupacional. En primera medida se destaca la bacteria incluida, la cual corresponde al bacilo Helicobacter pylori (H. pylori) que ha sido estudiado por la IARC desde 1994 y determinado como agente cancerígeno, dentro de los tipos de cáncer asociados en adultos se encuentra, el cáncer de estómago, linfoma MALT gástrico (tejido linfoide asociado a mucosas, MALT por sus siglas en inglés), esófago y otros tipos de cáncer menos frecuentes de: hígado, colon y recto, páncreas, pulmón, cabeza y cuello. La IARC plantea que existen varias líneas de evidencia que apuntan a que la carcinogénesis gástrica está asociada a la inflamación gástrica crónica y el estrés oxidativo resultante de la H. pylori, puesto que produce un recambio celular alterado acompañado por cambios en la expresión génica, metilación y mutación (OMS, 2020). El mecanismo de transmisión de este agente es de persona a persona y en el ámbito laboral se establece que es un peligro biológico que puede encontrarse en aquellos trabajos en los que hay contacto estrecho entre trabajadores con pacientes portadores de la H. pylori. A continuación, se exponen algunas publicaciones que muestran esta relación: Durante el 2018 se realizó una revisión de la literatura científica (Ofori et al. 2018) con el objetivo de identificar los peligros laborales para gastroenterólogos, dentro de los principales hallazgos relacionados con el agente causal H. pylori, los autores afirman haber encontrado varios artículos que exponían un alto riesgo de transmisión de la bacteria entre el personal del área de endoscopia, así mismo señalan que mediante un estudio de casos y controles con 122 gastroendoscopistas y enfermeras del área de endoscopía, se determinó que la infección por H. pylori fue más común en el personal del área de endoscopía que en la población general por lo que los investigadores concluyeron que este agente causal debería considerarse un riesgo ocupacional (Peters, 2011). Así mismo, en otro estudio, se informó que la incidencia de infección por H. pylori fue aproximadamente del 2,6% por año entre los endoscopistas y que en comparación con los casos control (no médicos), los endoscopistas tenían

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Los indicadores de desempeño en la industria desde la perspectiva de seguridad de procesos: diferencias, usos y lecciones aprendidas

Por María Camila Suárez Paba / Ingeniera Química / Magíster en Ingeniería Química / Doctora en Ingeniería – Universidad de Kioto (Japón) / Conocimiento y experiencia en desastres naturales que desencadenan accidentes industriales (Natech), medidas de prevención y mitigación para mejorar la capacidad de recuperación territorial a los riesgos Natech, seguridad de procesos y análisis cuantitativos de riesgos / Bogotá, Colombia / 2020. ¿Qué son los indicadores de desempeño? Es claro para los propietarios o administradores de instalaciones peligrosas, que deben conocer los riesgos existentes en estas. Esto se logra a través de una cultura de seguridad conocida y aceptada en toda la empresa y a través de la implementación de un sistema de gestión de la seguridad, que se revise y actualice periódicamente. Lo anterior permite que las instalaciones industriales estén preparadas ante cualquier accidente que pueda ocurrir. Sin embargo, para lograr tal estado, es importante que las organizaciones se apoyen en indicadores de desempeño de seguridad de procesos que, si se monitorean, pueden usarse para limitar o prevenir incidentes relacionados con el proceso (OECD, 2008). Es así como en la industria de procesos, los programas de mejora continua utilizan indicadores para medir el desempeño actual y futuro de sus procesos. Esto les permite obtener una mirada de las buenas prácticas y las oportunidades de mejora, lo que repercute en una mejora continua de la seguridad de sus operaciones (CCPS, 2011). Teniendo en cuenta lo anterior, es posible afirmar que los indicadores de desempeño son herramientas utilizadas para monitorear el cumplimiento de los objetivos de un sistema, proporcionando información sobre los niveles de seguridad. Estos indicadores pueden tener diversos enfoques, ser abordados desde una perspectiva de la salud y seguridad en el trabajo o desde una perspectiva de seguridad de procesos, los cuales no necesariamente tienen una relación directa. A su vez, pueden tener un carácter retrospectivo o prospectivo. A pesar de las diversas alternativas existentes para plantear indicadores de desempeño, aún no se ha establecido una fórmula genérica que pueda ser adaptada a cualquier tipo de industria. Por lo tanto, la implementación de este tipo de indicadores depende de las características y particularidades de cada instalación industrial, sus procesos, sistemas de seguridad y cultura de seguridad de procesos, entre muchas otras variables. Es así que, tal como lo afirman Swuste y colaboradores, aún no se ha identificado la «solución milagrosa» en este sentido (Swuste et al., 2016). Debido precisamente a las múltiples alternativas, existen también diversas definiciones que abordan desde diferentes aristas los indicadores de desempeño. La Tabla 1 muestra un paralelo sobre algunas de las definiciones de los indicadores de seguridad de procesos, propuestas por diferentes autores, tanto desde una óptica de la literatura científica como desde la literatura profesional. Esto sugiere que aún no existe un consenso en la definición, pero si se observa detenidamente, el enfoque abordado es el mismo; esto es, evaluar la efectividad con que un sistema controla sus riesgos, mediante el cumplimiento de objetivos previamente establecidos que contemplan aspectos organizacionales, del proceso y de la infraestructura. Tabla 1. Definiciones de diversos autores sobre indicadores de seguridad de procesos. Adaptado de (Swuste et al., 2016) En la práctica, la gestión del desempeño se hace evidente en la selección de indicadores representativos que reflejen de forma realista el estado del entorno laboral y los procesos productivos. Por lo tanto, se utilizan para determinar qué tan alejado o cercano está el sistema de la situación óptima, de acuerdo con los estándares y objetivos definidos por el gerente de seguridad de procesos y su equipo. Pero la pregunta que surge entonces es ¿qué debe considerar una adecuada gestión del desempeño?, ¿indicadores retrospectivos, prospectivos o una combinación de ambos? ¿Indicadores retrospectivos, prospectivos o una combinación de ambos? Los indicadores retrospectivos son precursores de incidentes de pérdida de contención, mientras que los indicadores prospectivos miden la calidad del sistema de gestión (Knegtering and Pasman, 2009; Zwetsloot, 2009). Otras definiciones establecen que los primeros se refieren a “medidas de la ocurrencia y frecuencia de eventos que ocurrieron en el pasado, como el número de lesiones, enfermedades y muertes” (OSHA, 2019). Los segundos, por su parte, se refieren a “medidas proactivas, preventivas y predictivas que brindan información sobre el desempeño efectivo de sus actividades de seguridad y salud; es decir, que miden los eventos que conducen a lesiones, enfermedades y otros incidentes y revelan problemas potenciales en su programa de seguridad y salud (OSHA, 2019)”. Nótese, sin embargo, la distinción entre las dos aproximaciones: por una parte, la primera definición hace referencia a la seguridad de procesos y por otra, la segunda definición tiene un enfoque en seguridad industrial, es decir, la seguridad al trabajador. Esto denota que existen dos dimensiones de los indicadores de seguridad, a saber: seguridad personal versus indicadores de seguridad del proceso. La distinción entre indicadores de seguridad personal y de procesos es relativamente clara, pero a la hora de hacer esta distinción entre los indicadores prospectivos y los reactivos, las cosas se tornan algo confusas (Hopkins, 2009). Por lo anterior, resulta muy importante que esta diferencia esté claramente establecida cuando se trata de definir indicadores de desempeño. Lo anterior debido a que, de acuerdo con Hopkins, la seguridad industrial se enfoca en eventos de alta probabilidad, pero de baja consecuencia, como caídas o tropezones, mientras que la seguridad de procesos se concentra en eventos de baja probabilidad y alta consecuencia, como es el caso de incendios o explosiones (Hopkins, 2011). Lo anterior indica que el primero busca prevenir incidentes que puedan afectar a los trabajadores y el segundo prevenir un accidente mayor. Cabe mencionar que ambas aproximaciones no son mutuamente excluyentes y por el contrario son complementarias. Lo importante de la discusión es la relación causal entre las mediciones de desempeño proactivas (indicadores prospectivos) y las mediciones de resultados (indicadores retrospectivos). Esto es, las condiciones de seguridad modificables y los resultados no deseados. De acuerdo con Dyreborg (2009) un enfoque proactivo sugiere que desde una mirada de la seguridad de procesos se deban considerar

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Precauciones 2020 de seguridad con cilindros de gas

Por Óscar Mauricio Barajas Pinzón / Ingeniero mecánico / Magíster en Automatización Industrial / Loss Prevention Department Saudi Aramco / Abqaiq Arabia Saudita / Diciembre de Precauciones 2020. Introducción Los cilindros de gas son ampliamente utilizados en el país en la industria o en medicina. Los gases más utilizados son: nitrógeno, oxígeno, argón, dióxido de carbono, helio, acetileno, propano y GLP. El hecho de tener un gas almacenado a presión en un recipiente conlleva peligros que deben conocerse, con el propósito de manejar y controlar el riesgo, y mitigar las posibles consecuencias apropiadamente. El presente artículo busca explorar las principales precauciones de seguridad en cuanto a almacenamiento, transporte y uso de cilindros presurizados. Especiales consideraciones se mencionarán para el uso de equipos de oxicorte. Referencias documentales y normativas Los siguientes documentos y referencias normativas internacionales pueden utilizarse como guía: NFPA 55 “Standard for the Storage, Use, and Handling of Compressed Gases and Cryogenic Fluids in Portable and Stationary Containers, Cylinders and Tanks”. ISO 20475: Gas Cylinders, Cylinder bundles, periodic inspection and testing. ISO 22434: Transportable cylinders, inspection and maintenance of cylinder valves. OSHS 1910-101. Compressed Gases. Consideraciones durante transporte y manipulación de cilindros Los cilindros de gas comprimido tienen una gran variedad de forma y tamaños que debe ser estudiada y conocida en detalle por los usuarios. Figura 1. Diferentes formas y tamaños de cilindros Los cilindros deben manipularse, movilizarse y transportarse con precaución: Los cilindros deben tener instaladas las tapas protectoras en su parte superior para proteger la válvula cuando no se utilizan o cuando son transportados. Los cilindros deben asegurarse en posición vertical durante su movilización. Los cilindros deben identificarse correctamente. Las válvulas en los cilindros vacíos deben estar cerradas. Se deben utilizar canastas y carretillas de seguridad cuando son transportados. No se deben utilizar eslingas, cuerdas o dispositivos electromagnéticos para movilizar cilindros. Los cilindros no deben caerse ni usarse como rodillos o soporte para otros equipos. No utilizar tapas protectoras de válvula para enganchar dispositivos para elevación o movilización de cilindros. Los cilindros deben tener las etiquetas apropiadas, de acuerdo con la naturaleza del gas almacenado. Por ejemplo, las etiquetas DOT tienen información: Nombre del producto. Número de las Naciones Unidas asignado al gas, por ejemplo, UN 1006 para el Argón y UN 1013 para el dióxido de carbono. Rombo de las Naciones Unidas para facilitar identificación de peligros. Figura 2. Etiquetas DOT para identificación de cilindros Medidas de seguridad durante el almacenamiento Las siguientes medidas de seguridad deben implementarse durante el almacenamiento de cilindros a presión: Los cilindros deben almacenarse en posición vertical y deben asegurarse. Los cilindros que contienen oxígeno deben almacenarse, al menos, a 6 metros de cilindros que almacenan otras sustancias como el acetileno o a 1,5 metros de una barrera no combustible, tal como una pared resistente al fuego. Esta pared debe tener una resistencia de 30 minutos, como mínimo. No se deben almacenar cilindros a temperaturas mayores a 52 °C. Los cilindros vacíos deben estar debidamente identificados y deben almacenarse separadamente de los cilindros llenos. Se recomienda implementar medidas para restringir el acceso de personal no autorizado a la zona de almacenamiento. Para prevenir corrosión, los cilindros deben almacenarse preferiblemente en superficies que no estén en contacto directo con el suelo. El área debe estar seca, bien ventilada y libre de la acción del polvo o la humedad. Los cilindros deben asegurarse para evitar su caída. Las tapas protectoras deben instalarse para proteger las válvulas cuando estos cilindros son transportados o almacenados. Figura 3. Distancias para separación segura entre cilindros. Fuente: NFPA 55. [3] Especialmente el acetileno posee un peligro adicional y es su alta reactividad. Bajo determinadas condiciones, inclusive en ausencia de aire u oxígeno, el acetileno se puede descomponer en sus elementos esenciales: carbono e hidrógeno. Solo el personal entrenado debe operar los equipos de oxicorte. [5], [6], [7]. Inspección antes de uso Antes de su uso, los cilindros presurizados se deben inspeccionar visualmente, con el propósito de identificar una o más de las siguientes fallas: Precauciones durante uso de cilindros Las siguientes consideraciones de seguridad deben implementarse cuando se utilizan cilindros presurizados: Inspeccione los cilindros y sus conexiones. Utilice reguladores de presión aprobados para ser conectados en las válvulas. En equipos de oxicorte, atrapa llamas deben instalarse en los reguladores de presión y en la antorcha. Inspeccione los manómetros, reguladores, válvulas, mangueras, antorcha y cilindro para identificar daños. Se debe verificar la fecha de prueba hidrostática. No utilice un martillo o una llave para abrir las válvulas del cilindro. Si las válvulas no se pueden abrir manualmente, notifíquelo al proveedor. La persona que va a operar la válvula de un cilindro presurizado debe hacerse a un lado del cilindro y no ubicarse directamente en frente de la salida de gases. Antes de intentar controlar cualquier fuga en el cuerpo del cilindro o en mangueras y dispositivos asociados, primero cierre la válvula del cilindro. No utilizar aceite o grasa como lubricante en conexiones. Las roscas y acoples deben ser los mismos de la válvula del cilindro. Los cilindros deben protegerse de la luz solar, de la acción directa de llamas y cualquier fuente de calor. Los cilindros deben estar asegurados durante su utilización. Retire los cilindros que estén fuera de uso de las áreas de trabajo calientes donde se realicen cortes o soldaduras, o utilice un escudo resistente al fuego. Cierre siempre las válvulas de los cilindros vacíos. No utilice los cilindros como rodillos. Especialmente el acetileno puede formar compuestos explosivos cuando se encuentra en contacto con algunos metales, tales como cobre o plata. Los acoples de cobre no deben utilizarse en cilindros con acetileno. Las pruebas hidrostáticas de los cilindros deben realizarse cada 5, 10 o 12 años dependiendo de la naturaleza del almacenado y el tipo de cilindro utilizado. Las siguientes recomendaciones generales de seguridad deben considerarse cuando se utilizan equipos de oxicorte [2]: Las antorchas no deben dejarse desatendidas. Acoples comprimidos deben utilizarse en las conexiones de mangueras. Todas las conexiones, mangueras, tanques, reguladores y

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