Importancia de los drones en la gestión del riesgo de desastres en Colombia

Por José Ramón Carrero Guayazán / Ingeniero de Sistemas / Piloto profesional de drones / Team Leader Grupos Especiales de Búsqueda y Rescate y Equipos de Pilotos Profesionales de UAS/RPAS / Consultor en Tecnología UAS/RPAS – GdRD y Seguridad / 30 años de experiencia en Atención de Emergencias y Desastres en el sector público y privado en varios países.

Cómo citar este artículo:
Carrero, J. 2021Importancia de los drones en la gestión del riesgo de desastres en Colombia. Revista Protección & Seguridad No. 400 pág. 38 – 46. Consejo Colombiano de Seguridad. https://ccs.org.co/portfolio/importancia-de-los-drones-en-la-gestion-del-riesgo-de-desastres-en-colombia/

Al igual que las computadoras, la programación lineal o los sistemas de transporte, los drones también evolucionaron para fortalecer, inicialmente, la respuesta de los Estados en sus confrontaciones militares. No obstante, hoy vemos cómo estos equipos y sistemas que, en un principio eran usados secretamente, cada vez más se incorporan en la industria 4.0 y están al alcance de cualquier persona.

La palabra UAS (Sistemas de Aeronaves no Tripuladas, por sus siglas en inglés) incluye las expresiones UAV, RPA, RPAS, VANT, DRON o DRONE, independientemente de su sistema de propulsión, y son términos usados para identificar comúnmente las aeronaves piloteadas a distancia que conocemos como drones.

Fue hacia el año 2006 cuando la Federal Aviation Administration (FAA) otorgó los primeros permisos comerciales para que drones no militares pudieran ser utilizados a nivel empresarial o profesional en diversas industrias. Desde entonces, las solicitudes se incrementaron exponencialmente e hicieron que, en 2012, el Congreso de los Estados Unidos aprobara la ley de reautorización de la FAA que entró en vigor en 2015 y que permitió abrir el espacio aéreo a estas aeronaves no tripuladas. De esta forma, inició su comercialización en ese país, un hecho que ha catapultado la utilización de los drones en muchos campos, incluyendo el recreativo, sobre el cual hoy los fabricantes tienen puesta la mira a nivel comercial.

Por su parte, la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) ha proporcionado el marco normativo general para que las autoridades de aviación civil en cada país generen las reglamentaciones del caso y puedan garantizar la operación segura de los UAS como nuevo componente del sistema aeronáutico mundial.

Los drones y la gestión del riesgo de desastres en Colombia

A nivel local, en Colombia, la Unidad Administrativa Especial de Aeronáutica Civil (UAEAC), profirió la Resolución 04201 de 2018 la cual incorpora las disposiciones sobre operaciones con los UAS en el país, estableciendo definiciones, su ámbito de aplicación y restricciones, entre otras. De esta reglamentación están exentas las operaciones con equipos de menos de 250 gramos, las Fuerzas Militares, la Policía Nacional y los organismos de socorro por su naturaleza y reglamentación propia. No obstante, en cualquier caso, se recomienda que todo piloto o explotador se registre, según su clase, ante la UAEAC.

La regulación actual clasifica las operaciones con UAS de acuerdo con el riesgo operacional, definiendo tres tipos:

Figura 1. Clasificación de las operaciones con UAS (Colombia)

Figura 2. Recuento de registros en UAEAC de Colombia por marca y clase

Al 30 de septiembre de 2021, en la plataforma de la UAEAC y según su reporte público, se encontraban registrados 987 explotadores o empresas, 2.108 operadores, 1.800 equipos o aeronaves y 10 proyectos experimentales.

Como dato relevante, es preciso destacar que en el país la Aeronáutica Civil autoriza operaciones a 500 metros de altura con piloto en línea de vista y a 750 metros con otras tecnologías o con observador. Adicionalmente, toda operación que requiera permiso de la UAEAC deberá tramitarlo con 15 días de anticipación al vuelo y deberá contar con una póliza de responsabilidad civil.

De otro lado, el uso de los drones en procesos de gestión del riesgo de desastres tales como conocimiento, reducción y manejo2 está favoreciendo la intervención de los organismos operativos encargados de la respuesta, así como de las entidades que participan en los Consejos de Gestión del Riesgo y que antes dependían del apoyo de aeronaves tripuladas en casos especiales de observación aérea.

Los servicios que ofrecen los drones y su bajo costo de operación, en comparación con las aeronaves tripuladas, los convierten, sin duda alguna, en la herramienta tecnológica que se incorpora para facilitar las actividades relacionadas con la prevención y atención de emergencias. De esta manera, se viene adelantando la incorporación a sus fuselajes de dispositivos técnicos que permiten localizar personas y observar puntos críticos de riesgo. A esto se le suma la capacidad de transmisión en tiempo real y la grabación mediante cámaras de filmación, térmicas o multiespectrales, sensores y otros accesorios especializados que proporcionan información crucial para la toma de decisiones.

Asumiendo los drones como tecnología innovadora, el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-20303 sintetiza, dentro de sus prioridades de acción, que la innovación impulsada por la inversión pública y privada es esencial para aumentar la resiliencia de los países y del medio ambiente. En tal sentido, resulta fundamental para salvar vidas, prevenir y reducir las pérdidas y asegurar la recuperación y la rehabilitación efectivas. Por lo tanto, para Colombia, al ser país firmante, se convierte en una premisa de gobierno por lo que debe apoyar el uso de los UAS en forma responsable y coordinada con todos los actores.

Figura 3. Uso de los drones en los procesos de Gestión del Riesgo de Desastres en Colombia

El dron es una herramienta que se viene utilizando en los procesos que hacen parte de la Gestión del Riesgo de Desastres. En el proceso de Conocimiento del Riesgo, los sobrevuelos realizados con estas aeronaves capturan imágenes de video y fotografía que permiten hacer análisis de las amenazas presentes en un determinado territorio, con el fin de identificar y caracterizar escenarios potencialmente
peligrosos, ejercer observación permanente de los puntos identificados y monitorear su comportamiento.

La información capturada mediante este tipo de dispositivos sirve de insumo para diseñar estrategias de intervención y emitir una comunicación a los servicios de emergencia y a la comunidad en caso de que el riesgo llegue a materializarse. De igual manera, en el proceso de Reducción del Riesgo, su uso contribuye a apoyar las acciones de intervención enfocadas en la prevención de riesgos directos o asociados a una amenaza, por medio de sobrevuelos en puntos calificados como críticos o de especial vigilancia ya sea porque se hizo algún tipo de obra correctiva (riesgo ya existente) o prospectiva (nuevo riesgo).

Las anteriores aplicaciones se realizan en la etapa previa a la ocurrencia de una emergencia o desastre. Por ende, las capacidades de los UAS permiten reducir el impacto que puede generar un riesgo materializado sobre una comunidad específica y sobre su entorno natural.

Ahora bien, en la etapa de Manejo de Desastres, sin importar el nivel de daño ocasionado por una emergencia, los drones también cobran un papel aún más relevante y son las entidades de respuesta a emergencias las que están incorporando esta tecnología para mejorar la capacidad de atención a la comunidad. En este punto, las acciones encaminadas hacia la Preparación para la Respuesta y la
Ejecución de la Respuesta son las actividades en las que, en la actualidad, las entidades públicas, privadas y ONG (Organizaciones No Gubernamentales) están enfocando sus mayores esfuerzos a través de la preparación de pilotos y la adquisición de equipos UAS, sin dejar de lado, por supuesto, la utilidad que los drones prestan en la fase de recuperación o en el desarrollo de obras civiles para la rehabilitación o la reconstrucción.

Actualmente, el país está aprovechando experiencias y lecciones aprendidas de tareas humanitarias de localización de personas que tratan de cruzar el desierto de Arizona o Texas en busca del sueño americano y que, desde el 2005, vienen siendo localizadas mediante el uso de drones. Las operaciones son realizadas por la patrulla fronteriza y por organizaciones civiles de ayuda a migrantes ilegales, que luego de recibir los llamados de auxilio en las líneas de emergencia o por solicitud de familiares, sobrevuelan las zonas de probabilidad de ubicación con aeronaves no tripuladas de ala fija, llegando a cubrir sectores de hasta 800 hectáreas en 14 minutos, lo que ha permitido salvar vidas o localizar cuerpos. Estas experiencias de seguridad pública hacen parte de estudios realizados para el desarrollo de cursos como el organizado por la Asociación de Profesionales de Drones (APD), una ONG que asocia a pilotos profesionales de drones en Latinoamérica. Se trata de una organización con sede en Colombia que, en enero de 2020, desarrolló un curso especializado para pilotos en operaciones de emergencia, el cual contó con invitados internacionales de los sistemas de emergencia y ONG con experiencia en uso de drones de Estados Unidos. El encuentro también convocó a instructores canadienses y participantes de cuerpos de socorro colombianos.

La asociación desarrolla permanentemente espacios de capacitación en distintos países del continente americano como Perú, Argentina, Chile, Colombia, México y República Dominicana, entre otros. El siguiente espacio de formación en el calendario tendrá lugar en El Salvador y estará dirigido a personal de los servicios de emergencia de ese país.

Gracias a esta tecnología, realizar sobrevuelos de alerta temprana o labores de búsqueda sobre terreno extenso y agreste, así como en el mar, embalses, ríos o quebradas, ahora es más fácil. Antes, cuando no se contaba con el apoyo de aeronaves no tripuladas, la capacidad de cubrir estas áreas con personal a través de otros medios como automotores de doble tracción, unidades de navegación fluvial de fácil transporte y mediante recorridos a pie, resultaba ser una misión casi titánica e implicaba la inversión de tiempo vital para las tareas especializadas en emergencias. Hoy por hoy, gracias a su implementación, el uso de los drones minimiza el riesgo de lesiones del personal operativo que hace parte de los equipos de rescate técnico y mejora considerablemente la eficiencia de las labores.

Por otra parte, se debe considerar que un desastre involucra, generalmente, grandes extensiones de afectación. Por lo tanto se debe generar rápidamente su sectorización para realizar una intervención georreferenciada que los sistemas de respuesta local y de apoyo externo deben seguir para asegurar la efectividad. La sectorización se hace sobre las imágenes teniendo en cuenta factores como el área y características geográficas, volumen de trabajo previsto, escala de la respuesta y el alcance de control, entre otros. Frente a este aspecto, los drones también resultan ser útiles para delimitar las áreas de afectación comprometidas en un evento y estimar así los valores en extensión de los terrenos comprometidos como en los casos de incendios de cobertura vegetal.

De esta forma, los drones son la herramienta tecnológica que complementa la información de planimetría requerida en el proceso de planificación cuya responsabilidad inicial es de la autoridad local, la cual se apoya también por las imágenes satelitales disponibles que no siempre están actualizadas, razón por la cual tomar fotografías del área ampliada de afectación es de gran utilidad y representa un insumo clave para la toma de decisiones. Entre las acciones iniciales se encuentra realizar la evaluación general del área, lo cual arroja un plan de sectorización, lugares para la instalación del Puesto de Comando en el modelo que se determine, la base de operaciones y las unidades de apoyo a la administración del incidente o desastre que se requieran y que harán parte de las prioridades del plan inicial.

Es así como en Colombia los drones vienen siendo utilizados en la administración de las emergencias, los incidentes críticos y las calamidades públicas, para realizar la evaluación de daños y apoyar la sectorización de áreas de afectación. También se están incorporando a tareas operativas como búsqueda de personas, rescate técnico, control y liquidación de incendios y evacuaciones, principalmente con aeronaves multirrotor4.

Ejemplo de ello fue la avenida torrencial de Mocoa (Putumayo) en 2018, donde se realizaron sobrevuelos del área de afectación para la localización de sobrevivientes y cadáveres a nivel de superficie. Otro ejemplo, en 2019, fue la atención de la contingencia de la “Vía al Llano” a la altura del km 58+00 donde, gracias al uso de dones por parte de los cuerpos de socorro, se logró observar la meseta e identificar la zona de ladera que desprendía el material rocoso que caía tanto sobre la vía como sobre el caudal del río Negro, el cual amenazaba con generar un represamiento súbito afectando al municipio de Guayabetal (Cundinamarca). Ello demuestra cómo estos dispositivos han venido incorporándose al Sistema de Alertas Tempranas.

Más tarde, en 2020, los drones sirvieron de apoyo a la Defensa Civil Colombiana para obtener imágenes in situ5 del lugar donde se llevaba a cabo la operación de rescate de tres mineros atrapados en un socavón en Boyacá, para instalar su puesto de comando y recursos de apoyo operativo.

Figura 4. Toma aérea con dron en zona de operaciones de rescate minero en Colombia, 2020

En este sentido, los organismos de socorro colombianos tienen el reto de fortalecer las capacidades del talento humano que conforman los equipos de pilotos de UAS/RPAS por medio de la implementación de programas de capacitación que desarrollen las habilidades de los operadores de UAS en el estándar requerido, la inclusión de los conocimientos de rescate técnico de cada especialidad y las experiencias de otras organizaciones y países, así como las obtenidas en sus desempeños misionales.

También es importante contar con un inventario de equipos y dispositivos adecuados para cada operación o tipo de apoyo a brindar, que sea acorde a los recientes avances tecnológicos y fomentar la investigación y el desarrollo (I+D) por medio de alianzas estratégicas con entidades públicas y privadas que cuenten con las debidas capacidades técnicas, un hecho que se puede concretar mediante la coordinación de los responsables de la Gestión del Riesgo de Desastres en el país, quienes pueden liderar esta integración de medios y conocimientos en pro de la comunidad y el entorno.

Por otro lado, es preciso destacar que las operaciones con drones en Colombia estuvieron suspendidas para personal civil tras la emergencia social, económica y ecológica decretada por el Gobierno Nacional, debido a la pandemia de COVID-19, que ordenó el aislamiento preventivo y obligatorio de la comunidad en general. Sin embargo, durante la pandemia, estas aeronaves han sido utilizadas para brindar asistencia en actividades de salud y seguridad pública, entre otras excepciones.

Entidades de socorro, como la Defensa Civil Colombiana, realizaron operaciones aéreas de desinfección en grandes superficies. Ejemplo de ello fue el caso de Leticia (Amazonas), región que en 2020 se convirtió en el foco de infección más crítico del país y donde se utilizó un dron hexacoptero6 de fumigación que asperjaba amonio cuaternario de quinta generación por medio de un termonebulizador adaptado a su estructura. De esta forma, se realizaron desinfecciones en el Hospital San Rafael, en instalaciones militares, en entidades del gobierno y en los sectores residenciales donde se focalizó la atención, como se puede observar en la figura 5.

En ciudades como Bogotá, por su parte, se hicieron sobrevuelos con drones provistos de cámaras visuales y térmicas para apoyar a las autoridades a verificar el cumplimiento de las medidas de cuarentena en lugares públicos. Las aeronaves también incorporaban altavoces para transmitir mensajes enfocados en las medidas de prevención comunitaria establecidas para reducir el riesgo de contagio.

Figura 5. Aspersión externa del Hospital San Rafael, Leticia (Amazonas), mayo 2020. Dirección General Defensa Civil.

Aplicaciones en la gestión del riesgo con amenaza de origen antrópico.

Entre los eventos7 de origen antrópico8 se encuentran los incendios estructurales y de cobertura vegetal, explosiones, fugas, derrames y accidentes, entre otros, que están relacionados con la actividad humana, especialmente en los sectores productivos. Por ende, su monitorización es fundamental para prevenir la materialización de riesgos gestionados o residuales9. En este ámbito, los drones son los dispositivos que están realizando una intervención efectiva a menor costo de operación y reduciendo la exposición del talento humano, como ocurre en los casos de la seguridad industrial.

En los eventos socio-naturales, los UAS también son utilizados como equipo de detección temprana para generar alertas ya que, por medio de estos, se pueden identificar grietas transversales, cambios significativos en la cobertura vegetal, empozamientos o pérdida de verticalidad de individuos arbóreos, entre otros factores que indican la posibilidad de ocurrencia de un fenómeno de remoción de tierra en masa. A su vez, por medio de la fotogrametría aérea, los drones permiten detectar las zonas de erosión ocasionadas por la fricción continua de otros elementos como el agua o el viento que generan pérdida de la capa superficial de la corteza.

Otro uso de los UAS, en esta clasificación, es la verificación del aumento o del descenso inusual del nivel freático de cuerpos hídricos como los ríos o quebradas. Para este fin se realizan sobrevuelos en trayectorias contrarias a la desembocadura para identificar comportamientos anormales del cauce, buscando hallar puntos con represamiento por caída de algún tipo de material al lecho o aumento por precipitaciones, cambios que puedan llegar a ocasionar una creciente súbita o avenida torrencial que afecte a comunidades ubicadas en el curso del caudal.

De otro lado, en el apoyo a operaciones de localización de personas extraviadas o accidentadas, los drones permiten hacer llegar rápidamente un Desfibrilador Automático Externo (DEA), un equipo de comunicaciones, un botiquín, medicamentos y elementos de supervivencia, incluso, desde distancias comprendidas entre los 5 km y los 10 km. También, es posible observar su condición general
para planificar el rescate. Son algunos de los servicios que los drones brindan a los organismos de socorro. No obstante, se requiere de mayor inversión en equipamiento, capacitación y entrenamiento para optimizar la aplicación de esta tecnología.

Así mismo, es necesaria la incorporación a los UAS de sensores que detecten la presencia de materiales peligrosos en un escenario de tención de emergencias (lo cual evita que el rescatista tenga que ingresar a verificar la atmósfera directamente) y el desarrollo de tecnologías para mejorar el rendimiento de las cámaras de modo que faciliten la localización, desde el aire, de personas atrapadas en estructuras colapsadas o bajo material removido en masa, por enunciar algunas necesidades.

A nivel industrial o productivo, los UAS tienen diversos usos encaminados a reducir la exposición de los trabajadores a riesgos de origen tecnológico y mejorar la productividad en los procesos en aquellos sectores donde se puedan aprovechar las prestaciones de estas aeronaves. Es el caso del sector de la construcción, el industrial extractivo (minería y petróleos), el sector agropecuario, el de servicios y telecomunicaciones —en instalación de sistemas de redes de interconexión— y la seguridad privada —en esquemas protectivos y seguridad de instalaciones con medios tecnológicos—.

Las aplicaciones van desde la inspección de espacios confinados como excavaciones, silos, tanques o túneles que están por debajo del nivel del suelo o con escasa presencia de oxígeno, pasando por el monitoreo de la infraestructura vial, hasta la revisión de puntos elevados sobre la corteza terrestre para inspeccionar construcciones civiles como puentes, edificios o torres de telecomunicaciones o de transporte de energía eléctrica, entre otras. Una suma de actividades que, anteriormente, requerían equipos de trabajo de personas que realizaban tareas de alto riesgo para hacer una verificación técnica y que, ahora, se pueden desarrollar mediante la transmisión de datos obtenidos por aeronaves no tripuladas.

En la agricultura, los drones están reemplazando los aviones tripulados de fumigación. También apoyan la realización de estudios de suelos a través de la toma de imágenes en infrarrojo para identificar las diferencias en la humedad del terreno. Así, la información topográfica y geomorfológica obtenida permite inferir la geología y detalles de la historia del sitio tales como rellenos o cortes, información que resulta útil para la agronomía.

En los servicios de seguridad privada, un dron tiene la capacidad de reaccionar más rápidamente en áreas de gran extensión, sirviendo como equipo disuasivo en contra de la delincuencia. De esta forma, ayuda en la prevención del delito y reduce el riesgo de exposición de los guardas de seguridad, especialmente en zonas de difícil cubrimiento para la protección. Así mismo, por medio de cámaras visuales y térmicas, detecta posibles emboscadas en sectores críticos de desplazamiento de personas, realiza filmaciones en puntos ciegos de circuitos cerrados de televisión y puede llegar a servir como acervo probatorio en un caso judicial.

Dado todo lo anterior, la perspectiva a futuro en Colombia debe ajustar los UAS al avance tecnológico de la revolución 4.0, porque no solo se trata de conducir una “cámara voladora” para obtener imágenes o transportar un objeto anclado a su estructura. También se requiere integrar el machine learning o aprendizaje automático, el procesamiento de grandes volúmenes de datos (big data) y la inteligencia artificial para realizar tareas de fotogrametría con dispositivos especializados que obtengan información con imágenes en varias escalas y proyecciones para diferentes usos en la industria mejorando los resultados actuales.

Las preocupaciones del momento respecto al rendimiento y la autonomía de vuelo de estas aeronaves serán resueltas rápidamente con las actualizaciones y nuevos productos lanzados. Sin embargo, como siempre, es el hombre quien decide qué hacer con esta tecnología en bien de la humanidad y del planeta.

Referencias

  • Congreso de la República de Colombia (2012). Ley 1523 del 24 de abril de 2012. Por la cual se adopta la Política Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres y se establece el Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres y se dictan otras disposiciones. https://secretariageneral.gov.co/transparencia/marco-legal/normatividad/ley-1523-2012
  • Unidad Administrativa Especial de Aeronáutica Civil (2018). Resolución 04201 del 27 de diciembre de 2018. Por la cual incorpora a la norma RAC 91 de los Reglamentos Aeronáuticos de Colombia unas disposiciones sobre operaciones de sistemas de aeronaves no tripuladas UAS y se numeran como Apéndice 13, y se adoptan otras disposiciones.
  • Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (2015). Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030. Adoptado en la tercera Conferencia Mundial de las Naciones Unidas celebrada en Sendai (Japón) el 18 de marzo de 2015. https://www.unisdr.org/files/43291_spanishsendaiframeworkfordisasterri. pdf
  • Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (2017). Terminología sobre Gestión del Riesgo de Desastres y Fenómenos Amenazantes, Comité Nacional para el Conocimiento del Riesgo SNGRD.
  • Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (2012). Guía Municipal para la Gestión del Riesgo (GRD.2010) actualizada de acuerdo con lo establecido en la Ley 1523 de 2012.
  • Unidad Administrativa Especial Aeronáutica Civil de Colombia (2021). Explotadores, operadores y equipos UAS inscritos según lo establecido en la circular 02 del 27 de julio de 2015 y Resolución 04201 del 27 de diciembre de 2018 (vigente) / versión 105 vigencia 30 de septiembre de 2021
  • Airborne International Response Team (AIRT). https://airt-ngo.translate.goog/airtapd/?_ x_tr_sl=en&_x_tr_tl=es&_x_tr_hl=es&_x_tr_pto=nui,s

Artículo técnico tomado de la Revista del Consejo Colombiano de Seguridad, Protección & Seguridad No. 400 Noviembre – Diciembre – 2021