Cadenas de suministro y encadenamientos productivos: su importancia en la economía circular
Por Jacqueline Mesa Sierra / Ingeniera Forestal / Especialista en Gestión Medioambiental / Magíster en Salud y Seguridad en el Trabajo / Líder técnica / Consejo Colombiano de Seguridad (CCS). Los modelos de producción industrial se han mantenido históricamente como procesos lineales de consumo de recursos que siguen un patrón de «tomar, fabricar, desechar» de manera tal que, aún hoy, las empresas continúan extrayendo recursos para fabricar productos que, luego, el consumidor va a descartar. En otras palabras, la humanidad ha dependido durante mucho tiempo de sistemas económicos lineales, dando lugar a desechos en cantidades y formas sin precedentes que el medio ambiente no es capaz de metabolizar (Salvador, y otros, 2021). Para el año 2010, de acuerdo con la Fundación Ellen MacArthur, ingresaron a la economía aproximadamente 65.000 millones de toneladas de materias primas y, para 2020, se esperaba que la cifra ascendiera a unos 85.000 millones de toneladas. Lo anterior evidencia que cualquier sistema basado en el consumo más que en el uso reparador de recursos no renovables conlleva a importantes pérdidas de valor y a efectos negativos a lo largo de la cadena (Ellen MacArthur Foundation, 2013). El sistema lineal no solo revela problemas a nivel ambiental. Actualmente, muchas compañías han evidenciado que este sistema lineal aumenta la exposición a diferentes riesgos como el incremento y la volatilidad de los precios de los recursos (valores menos predecibles), cambios en la oferta1, interrupciones en el suministro, alta competencia y demanda, aumento de los costos de extracción, aumento de las emisiones, escasez de agua, aumento de los precios de la energía, aumento de la población y del consumo2 que posiblemente no logrará compensarse. Por lo tanto, este modelo lineal está alcanzando el límite: las mejoras en la efi ciencia no son sufi cientes para ser competitivos, la productividad agrícola decrece y existe un riesgo inminente en relación con la seguridad alimentaria ligada a las súper optimizadas cadenas de suministro (Ellen MacArthur Foundation, 2014). Entre tanto, la economía circular es una combinación de sistemas de producción-consumo que maximiza los servicios de producción de manera sostenible, sin violar las tasas de reproducción natural, mientras utiliza fl ujos de materiales cíclicos y fuentes de energía renovable (Korhonen et al., 2018, citado por Stefanos, Efstratios, & Styliani, 2021). Las estrategias de negocio de la economía circular tienen como objetivo cerrar baches que pueden tener los materiales, reducir el uso de materias primas, reutilizar o re-manufacturar productos y reciclar productos y materiales. Pasar a la economía circular significa rediseñar productos y procesos para que el uso y el desperdicio de materias primas se eliminen o minimicen en el sistema de producción y posconsumo. Así, los patrones de consumo circulares pueden reemplazar los actuales patrones lineales, desligando el crecimiento económico de los impactos ambientales y reorientando a las empresas manufactureras a la prestación de servicios en lugar de la producción de productos (Clyde, Sherwyn, & Eric, 2021). Una economía circular es un sistema industrial restaurador o regenerativo por intención y por diseño. Sustituye el concepto de “caducidad” por el de “restauración” y se inclina hacia el uso de energías renovables basándose en tres principios fundamentales: primero, el diseño para evitar el residuo; segundo, la utilización de componentes consumibles y duraderos; y tercero, el uso de energía renovable (Ellen MacArthur Foundation, 2014). Una de las principales barreras que existen en la implementación de la economía circular es el hecho de que, año tras año, se incluyen nuevos aditivos en los productos lo que dificulta el proceso de circularidad. De acuerdo con la Fundación Ellen MacArthur, las fórmulas de los materiales son la clave para iniciar el cambio. Es necesario inclinarse hacia la unifi cación o consolidación de los materiales de tal manera que se facilite la separación y los residuos resulten de calidades aceptables para ingresar nuevamente al proceso productivo. De hecho, la misma fundación sostiene que existen unos materiales clave con los cuales se puede empezar a demostrar la real efectividad de la economía circular y dar gran impulso por parte de varios actores. En la Tabla 1 se describen algunas de dichas categorías clave. Tabla 1. Categorías de materiales primordiales candidatos para demostrar viabilidad de circularidad Fuente: Elaboración propia basado en (Ellen MacArthur Foundation, 2014) De igual manera, otra de las unidades clave sobre las cuales se debe enfatizar en la economía circular son las cadenas de suministro y encadenamientos productivos, que requieren la eliminación de barreras como la dispersión geográfi ca, la complejidad de los materiales y lograr el sentido inverso, es decir, cerrar el círculo. Cadenas de suministro y encadenamientos productivos locales y globales Las cadenas de suministro circulares ya están en funcionamiento y se han vuelto globales, de tal manera que se espera que las oportunidades mejoren a medida que las materias primas aumenten el valor y los ciclos inversos disminuyan los costos de establecimiento, apoyados en avances tecnológicos que permiten la efi ciencia de la logística en ambos sentidos: de avance y retrocesos (Ellen MacArthur Foundation, 2014). De la misma manera, en las cadenas de suministro insertas en la economía circular los consumidores son eslabones clave puesto que, en el modelo, son vistos no solo como “el objetivo principal de la cadena de suministro del producto”, sino también como “el punto de partida de la cadena de suministro inversa”. Este movimiento de bienes del consumidor al productor implica, a su vez, que en lugar de ser tratado como un “residuo a eliminar”, sea visto como un “recurso que debe reingresar” a los procesos productivos. Como tal, una economía circular refuerza el papel del consumidor como un poderoso agente de mercado, superando así el mero papel de ser una de las partes más débiles en una relación contractual (Oliveira, 2020). Por ende, en la economía circular se reemplaza el concepto de “consumidor” por el de “usuario”, por lo que se requiere un nuevo tipo de contrato entre las empresas y sus clientes, basado en el rendimiento del producto (Ellen MacArthur Foundation, 2014). A nivel local se espera que los costos de