Química sostenible: la vía para lograr el cumplimiento de los ODS
Por Daniel Arturo Quiroga Vargas / Ingeniero Químico / Especialista en Gerencia en Salud Ocupacional / Estudiante Maestría en Salud y Seguridad en el Trabajo/ Líder Técnico del Consejo Colombiano de Seguridad (CCS) / Enero 2020. Introducción En el año 1987, la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, creada en 1983 por la Organización de las Naciones Unidas, presentó ante la Asamblea General de dicha entidad el informe denominado «Nuestro Futuro Común», que también es conocido como «Informe Brundtland»,debido a que la política y ex primera ministra noruega, Gro Harlem Brundtland, presidió tal Comisión (Bermejo, 2014). El informe conceptualizó que: “está en manos de la humanidad hacer que el desarrollo sea sostenible, duradero, o sea, asegurar que satisfaga las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias” (Organización de las Naciones Unidas [ONU], 1987, p.23). El desarrollo duradero o sostenible, como se visualizó en el Informe Brundtland: «No es un estado de armonía fijo, sino un proceso de cambio por el que la explotación de los recursos, la dirección de las inversiones, la orientación de los progresos tecnológicos y la modificación de las institucionesse vuelven acordes con las necesidades presentes tan bien como con las futuras. No pretendemos afirmar que este proceso sea fácil o sencillo (ONU, 1987, p.24).» En los años 80, cuando el medio ambiente empezaba a captar la atención mundial, la pobreza era catalogada como la causa y efecto de los problemas ambientales (degradación ambiental, extinción de especies de fauna y flora). En las dos primeras décadas del Siglo XXI, además de la pobreza hay otras problemáticas globales de inequidad que enfrenta la humanidad, relacionadas con los derechos humanos, la migración y los refugiados y la igualdad de género (Gunawan, Permatasari & Tilt, 2019). Es por esto que, el día 25 de septiembre de 2015, en el marco de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, los líderes mundiales adoptaron un conjunto de 17 «Objetivos de Desarrollo Sostenible – ODS», con 169 metas asociadas, a alcanzar durante un periodo de 15 años, entre el 2016 y el 2030; para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos como parte de una nueva agenda global (ONU, 2015). La agenda es ambiciosa, lo cual se patentiza en las necesidades globales de inversión para el cumplimiento de los ODS, que de acuerdo con estimaciones de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo UNCTAD, están por el orden de USD $ 5-7 billones anuales(aproximadamente 7-9% del PIB Mundial) hasta el año 2030. Este paradigma de cumplimiento de los ODS, asegurar el futuro de la humanidad y potenciar la satisfacción presente de las necesidades y deseos humanos esenciales dentro de los límites ecológicos y de recursos del planeta, es muy relevante para la industria química global (Blum et al., 2017), un negocio de USD $ 4 billones que se extiende a todos los sectores de la economía y emplea directamente a más de siete millones de personas e, indirectamente a más de 20 millones (International Council of Chemical Associations [ICCA], 2017). Dado que la química se halla en el nivel molecular, es necesariamente relevante en una amplia gama de temáticas, que incluyen la salud, el bienestar, el agua limpia, la producción de alimentos, y la preservación de ecosistemas, entre otros (Anastas & Zimmerman, 2018). En concordancia con lo anterior, Anastas (2003) plantea que la sostenibilidad de la humanidad puede alcanzarse si la química fundamental, como base energética de nuestra sociedad y de nuestra economía, sufre transformaciones que le permitan proveer soluciones saludables en lugar de productos tóxicos, partiendo de materias primas renovables y no de fuentes agotables, y restaurando el ambiente antes que coadyuvando a su degradación. La química verde El primer enfoque sistemático de química alineada con la sostenibilidad fue introducido en el año 1991 por Anastas y Warner y se denominó «química verde». La definición acuñada por estos investigadores es la siguiente: “la química verde es el diseño de productos químicos y procesos que reduzcan o eliminen el uso y la generación de sustancias peligrosas” (Anastas & Warner, 1998). Los principios de la química verde constituyen un marco de lo que haría que un producto o proceso químico sea más ecológico (American Chemical Society [ACS], 2020), y son presentados a continuación de acuerdo con el trabajo publicado por Anastas y Warner (1998): Prevención: Es mejor prevenir el residuo que tratar o limpiar el residuo después de que se haya creado. Economía del átomo: Los métodos sintéticos deben diseñarse para maximizar la incorporación en el producto final de todos los materiales utilizados en el proceso. Síntesis de productos químicos menos peligrosos: Siempre que sea posible, los métodos sintéticos deben diseñarse para usar y generar sustancias que posean poca o ninguna toxicidad para la salud humana y el medio ambiente. Diseño de productos químicos más seguros: Los productos químicos deben diseñarse para preservar la eficacia de su función, mientras se reduce su toxicidad. Solventes y auxiliares más seguros: El uso de sustancias auxiliares (solventes, agentes de separación, etc.) debe evitarse siempre que sea posible, y sus efectos deben ser inocuos cuando se usan. Diseño con eficiencia energética: Los requisitos de energía deben ser reconocidos de acuerdo con sus impactos ambientales y económicos y deben minimizarse. Los métodos sintéticos deben desarrollarse a temperatura y presión ambiente. Uso de materias primas renovables: Una materia prima debe ser renovable en lugar de tratarse de una fuente agotable, siempre que sea técnica y económicamente posible. Reducción de derivados: La derivación innecesaria (uso de grupos de bloqueo, protección / desprotección, modificación temporal de procesos físicos / químicos) debe minimizarse o evitarse si es posible, porque tales pasos requieren reactivos adicionales y pueden generar residuos. Catálisis: Los reactivos catalíticos (tan selectivos como sea posible) son superiores a los reactivos estequiométricos. Diseño para la degradación: Los productos químicos deben diseñarse de modo que al final de su función se descompongan en productos de degradación inocuos que no persistan
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