Comunidad

Organizaciones de triple impacto: un cambio de paradigma en la forma de hacer negocios

Por Lizeth Viviana Salamanca Galvis Líder de Comunicaciones del Consejo Colombiano de Seguridad (CCS). Comunicadora social con énfasis en periodismo / Magíster en Responsabilidad Social y Sostenibilidad. Ser las mejores empresas para el mundo y no solo las mejores del mundo. Esa es la consigna del SistemaB, un movimiento de organizaciones que está replanteando el modelo económico actual y está demostrandoque sí es posible dotar los negocios de un alto propósito social y ambiental sin perder de vista la rentabilidad.De esta forma, busca transformar el paradigma empresarial y medir el éxito no solo desde su crecimiento económico sino también desde su contribución a la sociedad. En 2012 el Sistema B aterrizó en América Latina, una región que, de acuerdo con la Cepal (2016), es la más desigual del mundo y cuyas brechas de pobreza se acentúan, entre otros factores, por una arraigada “cultura del privilegio”. No en vano, el movimiento pone sobre la mesa una pregunta crucial: ¿qué sentido tiene una economía que crece financieramente y que, por su misma naturaleza, genera inequidad creciente, acaba con los recursos naturales y profundiza la exclusión de miles de personas? Por eso, promueve formas de organización económica que puedan ser medidas desde el bienestar de la población y del entorno natural, de forma simultánea, y conconsideraciones de corto y largo plazo. En ello radica su principal diferencia con respecto a las empresas socialmente responsables, pues, más allá de hacerse cargo de los impactos socioambientales de sus actividades y operaciones, tienen cuatro características fundamentales: 1) un modelo de negocio que soluciona, de forma intencional, uno o varios problemas sociales o ambientales; 2) estatutos que por mandato de los accionistas declaran la búsqueda del impacto social o ambiental y la triple cuenta de resultados (financiero, social y ambiental)¹; 3) un proceso exhaustivo de certificación que garantiza que su impacto es real, duradero y efectivo y 4) una declaración de interdependencia firmada, en la cual reconocen que son parte de una sociedad y de un ecosistema y, por lo tanto, deben trabajar a su favor y no a costa de ellos. “Las empresas B son inspiración, son ejemplo y se convierten en el aspiracional de otras empresas que quieren profundizar su modelo de sostenibilidad”, sostiene Camilo Ramírez, director ejecutivo del Sistema B en Colombia. Hoy por hoy, las empresas B certificadas a nivel mundial ascienden a 4500, conformando así una red global de empresas líderes en temas de sostenibilidad que están apuntalando el futuro de los negocios. En Latinoamérica ya son más de 800 y, a nivel local, Colombia cuenta con 75 empresas de este tipo, entre ellas, ConTREEbute, Juan Valdés, Alcagüete, Crepes & Waffles, Alquería, Grupo Contempo, Hybritec Solar, Portafolio Verde y Arroz Blanquita, entre otras. “El sector empresarial colombiano es sensible a temas de impacto social y ambiental. Esto ha hecho que en Colombia el movimiento haya crecido vertiginosamente en los últimos años. De igual forma, los consumidores de hoy les exigen a las empresasno solo un producto de alta calidad a un precio asequible, sino también una conexión con la solución de problemas sociales y ambientales que sea coherente y creíble por parte de la empresa. Es allí donde el movimiento B tiene sus bases de crecimiento”, explica Ramírez. Entre las ventajas que obtienen las organizaciones que deciden trabajar bajo un modelo de economía de triple impacto, el directivo señala una alta preferencia por parte de los consumidores; mayor nivel de atracción y retención de talentos en comparación con las empresas tradicionales —por cuanto los colaboradores se conectan con el propósito superior de la organización—; un interés cada vez mayor por parte de inversionistas y bancos que se inclinan por las empresas B en sus decisiones de financiación e, incluso, les otorgan tasas preferenciales de interés; y el incremento en la confianza y la reputación entre los diversos grupos de interés motivados por la ética en los negocios que estas evidencian. De igual forma, al regirse por un propósito superior, este tipo de organizaciones tiende a ser mucho más resilientes durante las crisis, puesto que se concentran en crear modelos de negocio orientados a resolver problemáticas y desafíos coyunturales, de modo que encuentran oportunidades en medio de las adversidades. “Así ocurrió en la pandemia. La emergencia sanitaria golpeó a todas las empresas del mundo por igual. Sin embargo, encontramos que a las empresas B sus consumidores y colaboradores no las abandonaron —apunta Ramírez—. De hecho, muchas crecieron durante este período porque estaban dando solución a las necesidades sociales y ambientales y no solo buscando rendimientos financieros a toda costa”. No obstante, el sistema B reconoce que, para motivar un cambio profundo en el paradigma económico actual, se requieren también transformaciones estructurales y esto solo se logra incidiendo en política pública, conectando empresas y gobiernos. Desde el 2014, elmovimiento viene construyendo la Red Latinoamericana de Abogados de Impacto a través de la cual promueve “estudios- y discusiones en torno a los temas legales más relevantes para propiciar un cambio en las reglas de juego en lo económico-corporativo de la nueva economía: desde el desarrollo del lenguaje legal de las empresas B, hasta promover cambios en las regulaciones o prácticas del mercado” (Sistema B, s.f.) De la mano de esta red de abogados, el Sistema B ha venido promoviendo en la región la figura jurídica denominada Sociedadesde Beneficio e Interés Colectivo también conocida como ‘Sociedades BIC’. De acuerdo con Ramírez, se trata de una figura pública, voluntaria y autorreportada que se convierte en un primer paso hacia la sostenibilidad para aquellas empresas que la adoptan. En Colombia, estas sociedades cuentan con reconocimiento legal a partir de la Ley 1901 de 2018, reglamentado por el Decreto 2046 de 2019 (MinCIT & Confecámaras, s.f.). «El sistema B reconoce que, para motivar un cambio profundo en el paradigma económico actual, se requieren también transformaciones estructurales y esto solo se logra incidiendo en política pública, conectando lo público y lo privado». ¿Dónde radica entonces la diferencia? Básicamente en que las empresas B se certifican bajo un modelo de

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Sostenibilidad: imperativo estratégico que asegura la continuidad y la competitividad de los negocios

Por Yezid Niño Barrero, Gerente técnico del CCS. Ingeniero ambiental y sanitario / Especialista en Higiene y Salud Ocupacional / Magíster en Salud Pública / Candidato a doctor en Ingeniería. La sostenibilidad es un término asociado al desarrollo sostenible que, en 1987, la Comisión Brundtland de lasNaciones Unidas definió como aquel que permite “satisfacer las necesidades del presente sin comprometer lahabilidad de las futuras generaciones de satisfacer sus propias necesidades” (Naciones Unidas, n.d.), lo cual implica que la sostenibilidad no invita a la inacción para no generar impacto, sino que, buscando continuar con el crecimiento y el desarrollo, los impactos generados no afecten a las generaciones venideras. Bajo la bandera de la sostenibilidad, hoy por hoy, el mundo entero ha buscado establecer diferentes compromisos para la protección del medio ambiente, incorporando aspectos sociales y económicos en la ecuación del desarrollo. En 2015, la Organización de las Naciones Unidas aprobó la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible que, comúnmente, conocemos como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Son 17 objetivos que incorporan compromisos y metas para temas como la eliminación de la pobreza, el trabajo decente, la producción y el consumo responsable, la acción por el clima, entre otros. Lamentablemente, estos objetivos aún son lejanos para las empresas y para las personas en su día a día. Resulta difícil entender cómo nuestras acciones individuales aportan a su alcance y, en el plano empresarial, suele ser difícil cuantificar la contribución que hacen las organizaciones. Pese a ello, las personas en general son conscientes de la existencia de los ODS y ya empiezan a emprender acciones tendientes a la protección ambiental. Según datos publicados por el Foro Económico Mundial (2019), el 74 % de los adultos en todo el mundo conocen los ODS. Sin embargo, la conciencia y la familiaridad con la Agenda 2030 tiende a ser significativamente más baja en los países con mayor nivel económico que en los emergentes. Algunos de los ODS con mayor importancia percibida son: hambre cero (ODS 2), salud y bienestar (ODS 3) y agua limpia y saneamiento (ODS 6). Por el contrario, los ODS que ocupan los últimos lugares en cuanto a posicionamiento en la mente de los ciudadanos se refiere son igualdad de género, reducción de la desigualdad e industria, innovación e infraestructura (World Economic Forum, 2019). Para el caso de Colombia, los resultados de una encuesta adelantada por el Centro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para América Latina y el Caribe (2019) destacan que dentro de las principales acciones que desarrollan los ciudadanos en materia de protección ambiental se encuentran limitar de manera consciente la cantidad de agua que usan a diario, disminuir el consumo de energía en sus hogares, separar la basura para contribuir a su aprovechamiento y usar bolsas reutilizables en sus compras. No obstante, tan solo el 25 % de los encuestados se podrían considerar “consumidores sostenibles” ya que presentan comportamientos consistentes con el consumo en transporte, vivienda, alimentación y hábitos. Aunque lo anterior muestra una creciente preocupación de las personas por los temas ambientales, esto no se ve reflejado en acciones a gran escala que logren prevenir el calentamiento del planeta por encima de 1,5 ºC o controlar la deforestación de la selva y los bosques, entre otras muchas necesidades. Por lo tanto, se hace necesario insistir en la búsqueda de la sostenibilidad, aclarando sus reales dimensiones e identificando los caminos más viables para alcanzar este anhelado objetivo, sin desconocer que es necesario un desarrollo económico que propenda por la equidad y que la protección de las personas y el mejoramiento de sus condiciones de vida es fundamental para asegurar que el desarrollo sea verdaderamente sostenible. En ese sentido, continuamente se ha mencionado que la sostenibilidad aborda tres esferas: lo económico, lo social y lo ambiental. Las dos primeras son menos evidentes en el entendimiento de la sostenibilidad. De acuerdo con lo descrito por Salas-Zapata & Ortiz- Muñoz (2019) fue posible encontrar cuatro usos de la palabra sostenibilidad: (i) la sostenibilidad como conjunto de criterios socioecológicos que orientan la acción humana, (ii) la sostenibilidad como una visión de la humanidad que se realiza a través de la convergencia de los objetivos sociales y ecológicos de un sistema de referencia particular, (iii) la sostenibilidad como un objeto, cosa o fenómeno que sucede en ciertos sistemas socio-ecológicos, y (iv) la sostenibilidad como un enfoque que implica la incorporación de variables sociales y ecológicas al estudio de una actividad, proceso o producto humano. En todos los casos se puede concebir la sostenibilidad bajo un enfoque antropocéntrico. Comprender ese alcance ayuda a entender que, si se quiere que las acciones y discursos lleguen a oídos de todos los actores de la sociedad, habrá que dar razones de peso de cómo la sostenibilidad nos ayuda como humanidad, una humanidad que se integra con su entorno y un medio ambiente que comprende al ser humano con un actor de interés y no como un enemigo. Estrategias empresariales Desde hace muchos años, las organizaciones han emprendido diferentes acciones para demostrar su compromiso con la protección del medio ambiente, algunas muy puntuales y tradicionales como campañas de limpieza de ecosistemas o siembras de árboles. Así mismo se observan acciones de responsabilidad social que muestran a las compañías desarrollando actividades de intervención comunitaria asociada a actividades como embellecimiento de fachadas, suministro de alimentos, entrega de insumos para educación, entre otras. No se trata de insinuar que este tipo de acciones no tengan ningún tipo de impacto o que no se deban realizar. Sin embargo, las compañías han empezado a repensar y reenfocar sus esfuerzos, migrando hacia acciones de sostenibilidad de manera tal que les permita demostrar un impacto mucho más profundo y duradero. A partir de las consecuencias de la pandemia de la COVID-19 y las diferentes preocupaciones que se han desarrollado alrededor de la conservación del planeta, algunas de las temáticas que se han identificado como tendencia en temas de sostenibilidad son cambio climático, Derechos Humanos y empresas, economía regenerativa, finanzas sostenibles, movilidad sostenible, comunicación y gestión (ComunicarSe,

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Los nuevos retos de la industria colombiana en la gestión de riesgos ocupacionales

Análisis a la Resolución 4272 de 2021 Por: Jorge Olave Molano, Ingeniero Agroindustrial Especialista en Gerencia de la Seguridad y Salud en el Trabajo / Auditor HSEQ (ISO 9001, 14001, 45001) / Auditor en gestión del riesgo biológico y bioseguridad / Auditor en ISO 39001, gestión de la seguridad vial / Gerente de relacionamiento institucional del CCS. Desde que el Ministerio del Trabajo expidió en 2012 la Resolución 1409, se buscó fortalecer en las organizaciones todas las actividades de identificación y evaluación de riesgos asociados a los trabajos en alturas a través de lo que, en aquel entonces, se denominada “Programa de Salud Ocupacional”. De esta forma, se procuraba promover un eficaz proceso de adopción e implementación de controles para aquellas condiciones de las actividades rutinarias y no rutinarias de la organización en las que existiera el riesgo de caída de alturas. Luego, en 2014, el mundo de la prevención conoció por primera vez, a nivel normativo, el término “Sistema de Gestión de la Seguridad y Salud en el Trabajo (SG-SST)’’ reglamentado bajo el Decreto 1443, el cual definió una estructura que promueve la interacción entre diferentes elementos bajo el ciclo Planear, Hacer, Verificar, Actuar (PHVA), con el fin de prevenir la accidentalidad y la enfermedad laboral en las organizaciones. Esta estructura de mejora continua ha seguido permeando los diferentes elementos normativos en materia de seguridad y salud en el trabajo que conocemos hasta el día de hoy. Para ese momento, y luego de dos años de haberse generado la obligatoriedad de implementar un Programa de Prevención y Protección contra Caídas con diferentes componentes técnicos, los accidentes provocados por caídas por encima de los 1,5 metros — definidos como accidentes por trabajo en alturas— generaban altas cifras de mortalidad en Colombia. De acuerdo con un artículo publicado por el diario El Espectador, “755 personas murieron a causa de accidentes de trabajo, la mayoría de ellas, desarrollando actividades en alturas’’ (El Espectador, 2014). Aunque la Resolución 1409 de 2012 sugiere medidas de protección y prevención contra caídas que se pueden alinear a la implementación de controles en la fuente, el medio y el individuo, la realidad y el contexto de algunas organizaciones para aquel entonces era muy distinta. Por ejemplo, era usual encontrar situaciones críticas como trabajadores sin aval de entrenamiento paratrabajos en alturas; condiciones de trabajo con carencia absoluta de línea de vida o punto de anclaje; actividades en las que el trabajador quedaba en algún momento absolutamente suspendido sin ningún tipo de conexión al punto de anclaje mediante eslinga en Y o de posicionamiento, e incluso, trabajadores sin uso de Elementos de Protección Personal (EPP) elementales, como el casco y el barbuquejo. Actualización normativa Casi diez años después de la aparición de la Resolución 1409 en el panorama de los prevencionistas en Colombia, el Ministerio del Trabajo abrió en 2021 la consulta pública del primer borrador de una resolución que buscaba actualizar las condiciones de trabajo en alturas en el país, y, a finales del 2021, expidió la Resolución 4212 mediante la cual se definen requisitos mínimos de seguridad para el trabajo seguro en alturas. El instrumento se encuentra alineado al Plan Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo que promueve la transversalidad de este asunto en las políticas públicas, buscando la protección social de los trabajadores mediante la cultura preventiva en las organizaciones, a través del desarrollo de instrumentos normativos sobre los ambientes de trabajo seguro y la salud de los yrabajadores. Es importante resaltar que la Resolución 4272 no aplica a ciertas actividades especificadas en el documento normativo dentro de las que se pueden destacar las relacionadas con atención a emergencias y rescate; operaciones militares y policiales; actividades deportivas como el montañismo; actividades artísticas y aquellas realizadas sobre animales. Como proceso inicial, la resolución establece la identificación de peligros y la valoración de riesgos alineada a la nueva estructura normativa fundamentada en el ciclo PHVA de mejoramiento continuo, llevando al encargado del SG-SST y/o al coordinador de trabajo en alturas a evaluar las diferentes actividades, condiciones peligrosas (bordes, sistemas energizados, equipos en movimiento, entre otros), procesos y centros de trabajo de la organización y a analizar el nivel de riesgo de caída en alturas, lo que le permitirá establecer medidas fundamentadas en la jerarquía de control del riesgo descrita en el Decreto Único Reglamentario 1072 de 2015. Igualmente el hito más destacable de la Resolución 4212 frente a su antecesora, la 1409 de 2012, es que en este nuevo elemento normativo la definición del trabajo en alturas indica que es aquel que se realiza por encima de los dos (2) metros con riesgo de caída, con relación del plano de los pies del trabajador al plano horizontal inferior más cercano a él, mientras que en la anterior se consideraba el límite para implementación de controles en 1,5 metros. «Como proceso inicial, la resolución establece la identificación de peligros y la valoración de riesgos alineada a la nueva estructura normativa fundamentada en el ciclo PHVA de mejoramiento continuo». Si bien la Resolución 1409 ya establecía el Programa de Prevención y Protección contra Caídas como un requisito y este aún continúa siendo un documento esencial para dar un marco a la gestión de los riesgos derivados del trabajo en alturas, así como un registro documental clave en el marco del SGSST, la Resolución 4272 le incorpora nuevos elementos. Entre ellos, se destaca la identificación previa a su implementación, por parte del empleador, del riesgo de caída en cada una de sus actividades, procesos o centros de trabajo, estableciendo y documentando controles para eliminar el riesgo (llevando al empleador a considerar, antes de aceptar el riesgo, cualquier medida de eliminación o sustitución de este desde la planeación), controles de ingeniería o modificaciones en los equipos y procesos de la organización. Programa de Prevención y Protección contra Caídas presenta un contenido robusto pero absolutamente necesario dentro de los objetivos, el alcance de acuerdo con las actividades de la organización; los roles y las responsabilidades; los requisitos de formación y

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Custodia de producto: la gestión de riesgos desde el diseño hasta la eliminación

Por Lizeth Viviana Salamanca Galvis Líder de Comunicaciones del Consejo Colombiano de Seguridad (CCS). Comunicadora social con énfasis en periodismo / Magíster en Responsabilidad Social y Sostenibilidad. En 2019, el segundo informe de Perspectivas de los productos químicos a nivel mundial, presentado durante la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente en Nairobi, advirtió que la producción mundial y el consumo de productos químicos viene experimentado un fuerte crecimiento en los últimos años. Para la muestra, el documento señala que la capacidad de producción química actual es de 2.300 millones de toneladas y se prevé que se dupliqué hacia el 2030 impulsada por el crecimiento de sectores industriales de uso intensivo de productos químicos como el agrícola, el farmacéutico, el textil, la construcción y la electrónica, por mencionar algunos ejemplos. Sin embargo, pese a los esfuerzos y compromisos que los productores vienen desarrollando para maximizar los beneficios y minimizarlos impactos, el informe sostiene que muchas sustancias químicas peligrosas aún continúan siendo liberadas al medio ambiente en grandes cantidades que afectan la calidad del aire, del agua, del suelo y de los alimentos, lo que pone en riesgo la vida de los seres humanos y los animales (PNUMA, 2019). No en vano, la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible incluye esta preocupación en dos de sus 17 ODS. En el número 3 ‘Salud y Bienestar’ se menciona la reducción sustancial del número de muertes y enfermedades causadas por productos químicos peligrosos, asícomo la contaminación del medio ambiente. Por su parte, el número 12 ‘Producción y consumo responsables’ establece la gestión y desecho de productos químicos y se proponía, como meta al 2020, lograr la gestión ecológicamente racional de los productos químicos y de todos los desechos a lo largo de su ciclode vida, de conformidad con los marcos internacionales convenidos y reducir significativamente su liberación a la atmósfera, el agua y el suelo a fin de minimizar sus efectos adversos en la salud humana y el medio ambiente” (Naciones Unidas, 2015). A pesar de este marco de actuación, el mismo Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente se mostraba escéptico y en el citado informe concluyó que los países no cumplirían con el objetivo acordado por lo que instaba a tomar medidas urgentes para reducir daños aún mayores en la salud humana y las economías (PNUMA, 2019). “Que el auge de los productos químicos se convierta en un escenario positivo o en uno catastrófico dependerá de cómo manejemos este gran desafío”, señaló Joyce Msuya, directora ejecutiva interina de ONU Medio Ambiente. “Lo que está claro es que debemos hacer mucho más y hacerlo unidos”, añadió la vocera durante la presentación del documento. Entre las recomendaciones que el organismo proporciona, tanto a productores como a autoridades y gobiernos, están las siguientes (PNUMA, 2019): • Abordar las brechas y vacíos en la legislación.• Desarrollar y adoptar cadenas de suministro sostenibles basadas en un enfoque de reducción de riesgos.• Robustecer y perfeccionar la evaluación y la gestión de riesgos de los productos químicos en todo su ciclo de vida.• Fortalecer los aspectos de gestión de residuos y productos químicos en las políticas corporativas de sostenibilidad, los modelos de negocio y la rendición de cuentas.• Intercambiar conocimientos sobre estrategias, instrumentos e iniciativas exitosas.• Educar e innovar: integrar la química verde y sostenible en las políticas y programas de educación, investigación e innovación.• Empoderar a los trabajadores, consumidores y ciudadanos en el conocimiento y gestión de los riesgos para protegerse a sí mismos y al medio ambiente. Productos más seguros en todo su ciclo de vida: un enfoque de gestión Bien podría decirse que una gran mayoría de estas recomendaciones convergen en un solo concepto: Custodia de producto o, en inglés, Product Stewardship. Para la Asociación de Industrias Químicas (CIA, por sus siglas en inglés), se trata de un enfoque que “integra todos los aspectos de la gestión de la salud, la seguridad y el medio ambiente de un producto a lo largo de su ciclo de vida,teniendo en cuenta los requisitos reglamentarios existentes y emergentes, las presiones sociales y las mejores prácticas comerciales” (CIA, 2019). No obstante, el término no se restringe tan solo a la industria química. Su adopción ha permeado otros sectores que, como ya se mencionaba, cada vez hacen un uso más intensivo de sustancias químicas en sus procesos productivos. El Product Stewardship Institute (s.f.) lo define como “el acto de hacer que los productos [cualquiera que sea su naturaleza] sean más seguros para las personas y el planeta, desde el diseño hasta la eliminación”, de modo que se concentra en “minimizar los impactos sociales, ambientales, de salud y de seguridad tanto del producto en sí mismo como de su empaque o embalaje”. Estos impactos pueden ocurrir a lo largo del ciclo de vida de un producto y están asociados con el consumo de materiales y energía; la generación de residuos y sustancias tóxicas, la emisión de gases de efecto invernadero y la contaminación de ecosistemas. Inmerso en este concepto está el de ‘Responsabilidad Extendida del Productor’ (o Extended Producer Responsibility-EPR) puesto que se considera que, en la custodia o administración de productos, los fabricantes son quienes tienen la mayor capacidad y, por lo tanto, la mayor responsabilidad para reducir los impactos ambientales de los productos que ponen en los mercados (EPA, s.f). De acuerdo con la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos, en el mundo, muchas empresas y multinacionales se están involucrando activamente en la custodia de sus productos a partir de acciones como la reducción o sustitución del uso de sustancias tóxicas en sus procesos de elaboración, la mitigación de los efectos del producto en la salud humana y el medio ambiente, el desarrollo de estrategias de producción más limpia y de eficiencia energética, la introducción del ecodiseño para favorecer la reutilización, reciclabilidad o biodegradación de sus componentes, la creación de mecanismos de devolución o retorno y gestión de envases (en algunos casos asociados a programas posconsumo) y, finalmente, la adopción de enfoques

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Diez recomendaciones para la gestión de residuos químicos

Jacqueline Mesa Sierra Ingeniera forestal Especialista en Gestión Medioambiental / Magíster en Salud y Seguridad en el Trabajo / Líder técnica / Consejo Colombiano de Seguridad (CCS). Los residuos químicos no son exclusivos de la industria química. También son generados en diversos sectores como el minero, el manufacturero, l automotriz, el industrial, el agropecuario y el educativo (en laboratorios), entre otros. Incluso se producen en diferentes procesos a pequeña escala, incluyendo el hogar. En este sentido, es clave comprender los diferentes impactos, problemas y peligros que se pueden generar por su inadecuada gestión. En el presente artículo se describe la importancia de prevenir la generación de dichos residuos como principal herramienta de gestión. A su vez, se abordan los principios de la química verde como la base para el diseño de nuevos productos desde un punto de vista ecológico y cómo en ese proceso deben vincularse términos actuales como la economía circular para, a partir de allí, dirigirse a la gestión de lo que, en últimas, se denominará “residuo químico”. De la misma manera se analiza el panorama de las sustancias y los residuos químicos categorizados en Colombia como “peligrosos” y autorreportado por las organizaciones como “Respel” en la plataforma del Ideam. Al finalizar se dan recomendaciones puntuales para las organizaciones sobre la gestión de residuos químicos. A continuación, se listan algunas recomendaciones para tener en cuenta en la gestión de los residuos químicos que son transversales a cualquier sector económico y requieren de un alto compromiso y liderazgo. 1. Revisar los procesos internos de tal manera que se evite generar el residuo. Cuando se pierden grandes porciones de las materias primas iniciales utilizadas en un proceso debido al diseño original, se generan inexorablemente desechos que, por definición, son indeseables (Anastas & Eghbali, 2009). En este sentido es clave realizar un análisis detallado del proceso productivo, buscando una mejora continua en las diferentes actividades y subactividades, incluyendo la etapa de diseño del producto. El objetivo es que al final del proceso productivo se reduzca o elimine la posibilidad de generar residuos. 2. Caracterizar y cuantificar el tipo de residuo y las cantidades generadas. En este caso, la organización debe tener claramente identificado el tipo de residuos o desechos químicos que está generando en sus procesos, así como las cantidades producidas. La caracterización se debe dar también en términos de si el residuo químico es peligroso o no peligroso, teniendo en cuenta el nivel de inflamabilidad, corrosividad, reactividad y toxicidad. 3. Reducción, reciclaje y tratamiento en el punto de generación del residuo químico (en la fuente). Si es posible dentro del proceso, realizar tratamiento al residuo químico para reducir su nivel de peligrosidad o repensar el proceso para el reciclaje de la sustancia. 4. Definir la recolección, transporte y almacenamiento temporal de residuos químicos (peligrosos y no peligrosos) al interior de la organización. Precisar los procedimientos y protocolos a llevar a cabo en cada dependencia y por cada tipo de residuo generado. El almacenamiento debe realizarse en recipientes adecuados para cada sustancia y se deben tener en cuenta las matrices de compatibilidad, entre otros aspectos. También se deben considerar aspectos de Seguridad y Salud en el Trabajo (SST) mediante los cuales se garantice que los trabajadores que realicen las actividades de recolección, transporte y almacenamiento temporal fueron capacitados y conocen los peligros y riesgos relacionados con la manipulación de las sustancias caracterizadas. 5. Rotular y etiquetar adecuadamente todos los residuos químicos de acuerdo con la normatividad vigente. Aunque se defina como “residuo”, sigue siendo un producto químico, razón por la cual se deben cumplir los requisitos legales relacionados con el etiquetado y la rotulación de las sustancias. 6. Definir la recolección y transporte del residuo químico a nivel externo. Es de alta importancia que el proceso de recolección y transporte externo se lleve a cabo cumpliendo la normatividad vigente. En el caso de contratación de un tercero para prestar el servicio, es necesario que se revise de manera detallada el cumplimiento de los requisitos legales aplicables y el proceso se controle de manera permanente. La contratación externa no exime al productor de la responsabilidad en relación con el residuo y su destinación. 7. Definir el tipo de aprovechamiento, tratamiento y destinación final que se dará al residuo generado. Es clave identificar estos aspectos toda vez que de ello dependerá el nivel de impacto que el residuo generará. Después de generar el residuo, priorizar actividades de aprovechamiento y tratamiento resulta indispensable como paso previo a tomar la opción de disposición final. En cualquiera de los casos definidos, es necesario contar con la documentación y el seguimiento que soporte el cumplimiento legal del tercero que realizará el proceso. 8. Medir y controlar el proceso. Parte de la gestión implica un alto compromiso en el control y registro de todos los procesos realizados. Por lo tanto, llevar un control detallado ayudará a tener información pertinente en el momento de tomar decisiones. 9. Tener en cuenta la responsabilidad extendida de productor. Tanto si se es generador de la sustancia o consumidor, se debe tener claridad de la responsabilidad extendida que tienen las organizaciones. Esto quiere decir que el productor debe ser partícipe de la gestión de los residuos que se generan y gestionar, a nivel de la cadena de suministro, alianzas que apoyen la gestión adecuada de los residuos. 10. Mejora continua del proceso de gestión de residuos químicos. La mejora continua del proceso es clave toda vez que el análisis de las circunstancias y la búsqueda de soluciones novedosas por parte de las organizaciones puede llevar a la reestructuración de procesos, la búsqueda de opciones tecnológicas y la optimización de los recursos. Incluir en la gestión de residuos químicos actividades de Investigación, Desarrollo e Innovación (I+D+i) es esencial para la generación de soluciones que reduzcan el impacto de los residuos. 11. Capacitación y entrenamiento a todo el personal involucrado (tanto operativo como quien toma las decisiones). En este aspecto es fundamental que dentro de la organización todos los colaboradores conozcan la importancia de

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La gestión del riesgo asociado al uso de sustancias químicas

Por Yezid Niño Barrero, Gerente técnico del CCS. Ingeniero ambiental y sanitario / Especialista en Higiene y Salud Ocupacional / Magíster en Salud Pública / Candidato a doctor en Ingeniería. La gestión del riesgo químico es una preocupación que, en los últimos años, se ha ido incrementando a nivel mundial. Uno de los principales referentes de esta preocupación tuvo lugar en 1992 en el Programa 21 de las Naciones Unidas, donde se lanzó la propuesta de promover la “gestión ecológicamente racional de los productos químicos tóxicos, incluida la prevención del tráfico internacional ilícito de productos tóxicos y peligrosos” (Naciones Unidas, 1992). En esta dirección, el organismo propuso seis líneas de acción a saber: • Expansión y aceleración de la evaluación internacional de los riesgos de los productos químicos.• Armonización de la clasificación y el etiquetado de los productos químicos.• Intercambio de información sobre los productos químicos tóxicos y sobre el riesgo que entrañan los productos químicos.• Organización de programas de reducción de riesgos.• Fomento de la capacidad y los medios nacionales para la gestión de losproductos químicos.• Prevención del tráfico internacional ilícito de productos tóxicos y peligrosos. Durante los últimos años, tales compromisos se han desarrollado en mayor o menor medida y han empezado a marcar el camino para la gestión del riesgo, afrontando una realidad que muestra que las sustancias químicas son tan diversas como sus usos en todos los aspectos de la vida, desde la extracción de materias primas y la fabricación de productos primarios, hasta su incorporación en elementos que se utilizan a nivel doméstico. Por lo tanto, todas las personas presentan algún grado de exposición a las sustancias, lo que hace que gestionar el riesgo asociado a su uso sea un reto de mayor importancia. El Chemical Abstact Service (CAS), que lleva el registro de las sustancias químicas, indica que en su base de datos cuenta con más de “192 millones de sustancias orgánicas e inorgánicas, incluidas aleaciones, compuestos de coordinación, minerales, mezclas, polímeros y sales” (CAS, n.d.). Esta gran cantidad de sustancias, muchas de ellas presentes en la vida cotidiana, requiere de todas las herramientas para lograr gestionar de manera adecuada los riesgos asociados a su uso. En Colombia, en 2016, el país definió la ‘Política de Gestión del Riesgo asociado al Uso de Sustancias Químicas’ mediante la expedición del Conpes 3868, el cual “busca integrar de manera coherente los procesos de gestión del riesgo y las etapas del ciclo de vida de las sustancias químicas para cubrir el amplio espectro de los problemas asociados a su uso, visto desde la óptica de dos objetos de interés: (i) la sustancia química y (ii) las instalaciones donde se usan; al tiempo que se fortalece la articulación y el compromiso de las entidades responsables del proceso de gestión” (Conpes, 2016). Esta política define varios elementos que se debían desarrollar en el país con un plazo al 2020, incluyendo dos programas principales y unos instrumentos para la generación y fortalecimiento de capacidades. Los programas establecidos son el Programa de Gestión de Sustancias Químicas de Uso Industrial (PGSQUI) y el Programa de Prevención de Accidentes Mayores (PPAM). Adicional a los aspectos relacionados con el fortalecimiento de capacidades institucionales, se definieron dos aspectos para el desarrollo de esta política: la implementación del Sistema Globalmente Armonizado de clasificación y etiquetado de productos químicos (SGA) y el Registro de Emisiones y Transferencia de Contaminantes (RETC). + El cumplimiento de las metas trazadas en el Plan de Acción y Seguimiento del Conpes no se alcanzó dentro de los plazos definidos. Sin embargo, en 2021, se vieron grandes avances en la regulación sobre las sustancias químicas, lo cual abrió un panorama nuevo de responsabilidades y obligaciones de las empresas colombianas. Así mismo, el país se posicionó con regulaciones que se ajustan a los requisitos establecidos en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). En adelante, los empresarios tendrán que incorporar dentro de sus requisitos legales las siguientes normas:• Sistema Globalmente Armonizado de Clasificación y Etiquetado de Productos Químicos y su aplicación en los lugares de trabajo.• Programa de Prevención de Accidentes Mayores (PPAM) y posteriores reglamentaciones.• Gestión integral de las sustancias químicas de uso industrial, incluida su gestión del riesgo.• Registro de emisiones y transferencia de contaminantes (RETC). De los diferentes instrumentos normativos, l RETC es el único sobre el que, a la echa, no se ha expedido el marco normativo, aunque sí se ha venido avanzando en su construcción bajo el liderazgo del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y con la participación de otros actores del sector público y privado. Sistema Globalmente Armonizado (SGA) En el año 2018, bajo el Decreto 1496, Colombia adoptó el Sistema Globalmente Armonizado de Clasificación y Etiquetado de productos químicos (SGA) definiendo cuatro ámbitos de aplicación: Productos químicos dirigidos al consumidor Plaguicidas químicos de uso agrícola Etapa de transporte Lugares de trabajo Dentro de los principales aspectos establecidos en este decreto se encuentra que los fabricantes, importadores y distribuidoresson los responsables de clasificar sus productos, etiquetarlos y suministrar las Fichas de Datos de Seguridad (FDS) de acuerdo con los lineamientos definidos en el SGA, resaltando lo que está definido en la Ley 55 de 1993. Así mismo, dentro de las responsabilidades del empleador, se estableció que deberá “garantizar que en los lugares de trabajo, cuando se manipulen sustancias químicas, se cumpla lo referente a la identificación de productos químicos, evaluación de la exposición, controles operativos y capacitación a los trabajadores”. De esta forma, deja a cargo del Ministerio del Trabajo y del Ministerio de Salud y de la Protección Social la definición de las acciones que deben desarrollar los empleadores para la aplicación del SGA a los productos químicos en los lugares de trabajo, las acciones enfocadas en la protección de la seguridad y salud de los trabajadores frente al uso y manejo de estos, así como la definición de las fuentes de información recomendadas para la clasificación de los peligros de productos químicos utilizados en los entornos laborales. Más adelante, en 2021, se

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Seguridad química: intoxicación por plomo. Once preguntas y respuestas

Tomado y adaptado de: https://www.who.int/es/news-room/questions-andanswers/item/chemicalsafety-lead-poisoning La OMS determinó que el plomo es una de las 10 sustancias químicas más peligrosas para la salud pública y que requiere la intervención de los Estados miembros para proteger la salud de los trabajadores, los niños y las mujeres en edad reproductiva. No obstante, la exposición a este metal aún es alta. Para dar una idea, la misma entidad señala que la fabricación y venta de pinturas con plomo todavía es permitida en más del 60 % de los países y que más de tres cuartas partes del consumo mundial de plomo corresponden a la fabricación de baterías de plomo-ácido para vehículos de motor, lo que supone una fuente constante y futura de exposición. Para concienciar acerca de los peligros del plomo y de la necesidad de adoptar medidas preventivas, la OMS ha publicado en su sitio web diversa información sobre este metal, así como orientaciones técnicas y material para campañas de promoción. En esta edición de Salud, Trabajo y Ambiente recogemos once preguntas y respuestas esenciales para aumentar el conocimiento alrededor del tema. «El saturnismo o intoxicación por plomo es producto de la exposición excesiva del ser humano a este metal, que puede producirse al inhalar humos y partículas que lo contienen”. ¿Qué es el plomo? El plomo es un metal tóxico presente de forma natural en la corteza terrestre que tiene numerosos usos, como la fabricación de baterías de plomo-ácido para vehículos de motor y el almacenamiento de energía o su inclusión en pigmentos, pinturas, soldaduras, municiones, esmaltes cerámicos, joyas, juguetes y algunos cosméticos y medicinas tradicionales. Aunque se han eliminado los aditivos de plomo de la gasolina para vehículos de motor [1], este metal se sigue utilizando en algunos combustibles aeronáuticos (Avgas) para aviones con motores de pistón. El tratamiento, el uso y la eliminación del plomo pueden contaminar el medio ambiente, los alimentos y el agua, con la consiguiente exposición humana. Debido a que el plomo es un elemento químico, persiste como posible fuente de exposición una vez liberado al medio ambiente. ¿Qué es la intoxicación por plomo? El saturnismo o intoxicación por plomo es producto de la exposición excesiva del ser humano a este metal, que puede producirse al inhalar humos y partículas que lo contienen (por ejemplo, procedentes de la fundición); al ingerir polvo (por ejemplo, virutas de pintura con plomo); agua (canalizada a través de tuberías de plomo); o alimentos contaminados (almacenados en recipientes revestidos o soldados con plomo). Esta exposición puede durar un tiempo breve (intoxicación aguda) o prolongado (intoxicación crónica). Hasta la fecha, no se ha demostrado que haya un nivel concreto de exposición al plomo que no sea perjudicial. Por ello, algunas autoridades sanitarias definen la exposición excesiva como la presencia en la sangre de una concentración superior al valor general de referencia en la población, que suele ser la concentración de plomo en sangre en el 2,5 % o el 5 % de la población con mayor exposición, es decir, en el percentil 97,5 o 95, respectivamente. Por ejemplo, en los Estados Unidos de América se establecióen 2012 un valor de referencia de 5 μg/dl, basándose en el percentil 97,5 de las concentraciones sanguíneas de plomo encontradas enlos niños menores de 6 años entre 2008 y 2012 [2]. En Francia, la concentración de 5 μg/dl es el valor del percentil 98 para los niños menores de 7 años [3]. ¿Cuáles son los efectos en la salud de la exposición al plomo? El plomo, que no tiene ninguna función biológica en el organismo, se acumula en él y afecta prácticamente todos sus sistemas. Los estudios realizados hasta la fecha no han podido encontrar niveles de exposición sin efectos nocivos para los niños o los adultos [4]. Aunque todos los grupos de edad pueden sufrir los efectos nocivos crónicos del plomo para la salud, los más afectados son los niños pequeños porque su sistema nervioso en desarrollo es más vulnerable, incluso, a niveles de exposición que no causan síntomas y signos manifiestos. La exposición en la primera infancia puede provocar una reducción de la capacidad cognitiva, dislexia, déficit de atención y conductas antisociales. Además, puede ocasionar hipertensión, insuficiencia renal y toxicidad en el sistema inmunitario y los órganos reproductores. La absorción de grandes cantidades de plomo puede causar coma, convulsiones e, inclusive, la muerte. Los niños que sobreviven a unaintoxicación grave por este metal pueden sufrir daños neurológicos permanentes, como sordera y discapacidad intelectual. «La absorción de grandes cantidades de plomo puede causar coma, convulsiones e, inclusive, la muerte”. Según los cálculos del Instituto de Sanimetría y Evaluación Sanitaria, los efectos a largo plazo de la exposición al plomo han provocadoen todo el mundo 900.000 defunciones y la pérdida de 21,7 millones de años de vida a causa de discapacidades y muertes (años de vida ajustados en función de la discapacidad), en su mayor parte en países de ingresos medianos y bajos. Además, este instituto estimó que, en 2019, la exposición al plomo ocasionó el 62,5 % de la carga mundial de déficit del desarrollo cognitivo sin otra causa evidente (como la hereditaria), el 8,2 % de la carga mundial de cardiopatía hipertensiva, el 7,2 % de la carga mundial de cardiopatía isquémica yel 5,65 % de la carga mundial de accidentes cerebrovasculares [5]. De acuerdo con la versión de 2021 de la publicación Public health impact of chemicals: knowns and unknowns de la OMS, casi la mitad de los dos millones de vidas perdidas por exposición a sustancias químicas registradas en 2019 fueron consecuencia de la exposición al plomo y las enfermedades cardiovasculares que ocasiona [6]. ¿Cuáles son las fuentes de exposición humana al plomo? Debido a que el plomo tiene muchas aplicaciones, las posibles fuentes de exposición son numerosas y abarcan la contaminación presente en el medio ambiente por el reciclaje de baterías de plomo y las operaciones de minería y fundición de plomo no controladas debidamente; el uso de medicamentos tradicionales que contienen plomo; los esmaltes cerámicos con plomo utilizados en

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Es imperativo incluir la reducción del riesgo de desastres en la planificación de proyectos y sus presupuestos”: Nahuel Arenas

Nahuel Arenas García, Jefe Adjunto para las Américas de la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR). En conversación con Protección & Seguridad, el jefe adjunto para las Américas de la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR) habló de los desafíos que tienen los gobiernos y las empresas de la región en construcción de resiliencia. El Informe de Evaluación Global (GAR2022) publicado por la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR) revela datos preocupantes: en las últimas dos décadas se produjeron anualmente entre 350 y 500 desastres de mediana y gran escala que tuvieron origen antropocéntrico, es decir, se derivaron de comportamientos y actividades humanas. Adicionalmente, estos desastres, como nunca antes, tienen una escala y una intensidad que va en aumento, con mayor cantidad devíctimas fatales o afectadas por pérdidas en sus medios de vida, lo que impacta negativa y profundamente los logros obtenidos en materia de progreso económico y social. De hecho, el informe estima que los desastres afectan de manera desproporcionada a los países en desarrollo que pierden, en promedio, el 1 % de su Producto Interno Bruto (PIB) al año debido a desastres, en comparación con el 0,1 % y el 0,3 % que pierden, poreste mismo motivo, los países desarrollados. A lo anterior se suman falencias en los procesos de recuperación y reconstrucción dado que las cifras de cobertura de los seguros enlos países en desarrollo son, con frecuencia, inferiores al 10 %, y en algunos casos cercanas a cero, como lo señala el documento. Esto indica que la infraestructura, los equipos o el patrimonio afectado por los desastres no suelen estar asegurados, lo que incrementa las pérdidas y socava las posibilidades de superar la crisis. Por si fuera poco, el GAR2022 advierte que, según la tendencia, el mundo podría enfrentarse a 1,5 desastres diarios de aquí a 2030 lo que revertiría los avances sociales y económicos logrados hasta el momento en algunas regiones. Para no ir tan lejos, en América Latina, la pandemia de la COVID-19 ya lo demostró: según la Cepal, entre 2020 y 2021 las personas en situación de pobreza extrema se incrementaron en cerca de cinco millones pasando de una tasa del 13,1 % al 13,8 % en 2021, un retroceso de 27 años en la lucha contra este flagelo. “Lo primero que tenemos que entender es que los desastres no son naturales. Los eventos que los originan sí pueden ser de índole natural, tecnológica o biológica, pero se transforman en desastres porque no hacemos bien la tarea en materia de prevención, mitigación y control, tomamos decisiones que no son las acertadas y que generan mayor exposición o vulnerabilidad”, afirma Nahuel Arenas, jefe adjunto para las Américas de la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR). Desde su perspectiva, la visión predominante en materia de gestión de riesgos tanto del sector público como privado en la región es absolutamente reactiva. Si bien sostiene que se han dado importantes pasos en el fortalecimiento de sistemas de respuesta, la atención continúa centrada en la atención de emergencias mientras que persiste todo un camino por recorrer en materia de construcción de resiliencia. Incluso, señala que hay países en las Américas que invierten más recursos en encarar desastres que en programas sociales y ambientales. Lamentablemente, hoy por hoy, estamos generando más riesgos que acciones para promover sistemas e infraestructuras resilientes y este es el círculo vicioso que tenemos que romper». “Es imperativo incluir la reducción del riesgo de desastres en la planificación y el desarrollo de proyectos, en la evaluación de las inversiones, así como en los presupuestos (…). Si las inversiones que hagamos, cualquiera que sean, no contemplan criterios de identificación, comprensión, evaluación y mitigación del riesgo, ese proyecto va a generar exposición o vulnerabilidad para las personasy el entorno mismo”, enfatiza Arenas. Por ejemplo, si al momento de construir un proyecto de infraestructura, llámese carretera, puente, edificio, colegio u hospital, no se tiene en cuenta el ordenamiento territorial, los atlas de riesgo de la zona, la planificación urbana o rural, las normas de sismorresistencia o la tecnología hídrica para reducir riesgos de inundación, por mencionar algunos elementos, se termina generando una inversión que, según Arenas, muy probablemente va a ocasionar nuevos peligros y/o aumentará el nivel de riesgo, expondrá la vida de sus usuarios y generará cuantiosas pérdidas económicas. No será una obra resiliente, sino vulnerable en todo sentido. Esto se explica, de acuerdo con el análisis del GAR 2022, porque la humanidad aún tiene una percepción errónea del riesgo basada en un exceso de optimismo, infravaloración de los peligros y amenazas y un convencimiento de “invencibilidad”, lo que conduce a tomar decisiones políticas, financieras y de desarrollo que agravan las vulnerabilidades existentes. Es lo que la UNDRR denomina una “espiral de autodestrucción”, pues señala que al ignorar deliberadamente el riesgo y no integrarlo en la toma de decisiones, el mundo está financiando eficazmente su propia destrucción. “Lamentablemente, hoy por hoy, estamos generando más riesgos que acciones para promover sistemas e infraestructuras resilientes y este es el círculo vicioso que tenemos que romper”, afirma Arenas. La clave, según el experto, está en empezar a ver las inversiones en reducción del riesgo no como un costo sino como una inversión inteligente. “El hospital o la escuela más cara que puede existir es la que no sobrevive a un huracán, a un movimiento de masa o una inundación—añade el representante de la UNDRR—. Entonces, tenemos que pasar de visiones estrechas y cortoplacistas de rentabilidad a pensar que, en un mundo que se ve cada vez más afectado por la variabilidad climática, las crisis sistémicas y las amenazas de todo tipo, debemos garantizar que las inversiones estén blindadas y, por lo tanto, sean sostenibles en el tiempo”. Otro aspecto sobre el que llama la atención Arenas es la necesidad de dejar de pensar los desastres como eventos de proporciones mayúsculas y

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Impacto de las nuevas tecnologías en la Seguridad y Salud en el Trabajo agrícola y forestal

Por:Alun Jones / CIHEAM (Centro Internacional de Estudios Agronómicos Avanzados) Martina Jakob / Ph. D. / Instituto Leibniz de Ingeniería Agrícola y Bioeconomía e.V. (ATB) / Miembro de Sacurima. John McNamara / Ph. D. / Teagasc (Autoridad Irlandesa de Desarrollo Agrícola y Alimentario / Vicepresidente de Sacurima / Gestión de proyectos.Annick Starren / Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo, (EU-OSHA). Traducido por Gerencia de Comunicaciones del CCS. Disponible en https://osha. europa.eu/es/publications/cobots-robots-and-dronesimpact-digital-technology-oshagriculture-and-forestry AntecedentesEste resumen de políticas aborda el impacto en la agricultura de las nuevas tecnologías en la Seguridad y la Salud en el Trabajo (SST) y se basa en el informe de la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo (EU-OSHA) sobre el futuro del agro y la SST que proporciona un análisis exhaustivo de los riesgos nuevos y emergentes y su impacto en la SST en el sector (EU-OSHA, 2020a). Introducción La digitalización de la agricultura o la agricultura inteligente son conceptos amplios utilizados para cubrir el área de desarrollo tecnológico digital en el sector. Estos conceptos incluyen el uso de drones, sensores, geolocalización o posicionamiento mediante sistemas satelitales, automatización y robotización, big data, Internet de las cosas, inteligencia artificial (IA) y realidad aumentada. Otro término comúnmente utilizado es ‘Agricultura 4.0’ que cubre la agricultura inteligente o de precisión ombinando las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) con dispositivos de detección para permitir el uso preciso de insumos con el fin de optimizar la producción de alimentos y prevenir la degradación ambiental, así como agilizar la disponibilidad de datos para facilitar la gestión agrícola (Klerkx y Rose, 2020). La agricultura inteligente ha sido objeto de mucha atención en el sector siendo identificada como una de las pocas innovaciones que potencialmente podría generar un cambio de paradigma en la productividad y una mayor producción de alimentos. Si bien las salas de ordeño robóticas vienen siendo usadas desde hace tiempo, los desarrollos más recientes, como las cosechadoras robóticas, los recolectores mecánicos de frutas y las máquinas de deshierbe, son solo algunos ejemplos de la revolución tecnológica que está teniendo lugar en la agricultura. Sin embargo, la adopción de tecnologías inteligentes en el sector ha tendido a ir por detrás de otros sectores y su despliegue es desigual siendo adoptadas con mayor frecuencia por explotaciones agrícolas más grandes, en ciertas prácticas o cultivos específicos y en ciertas regiones europeas. Impacto de la agricultura inteligente y la digitalización en la SST El sector agrícola y forestal ya es uno de los sectores laborales más peligrosos. Sin embargo, las nuevas tecnologías ofrecen la posibilidad de mejorar la SST en este ámbito. Existe un gran potencial para mejorar dichos aspectos en el lugar de trabajo mediante la incorporación de características de seguridad, salud y ergonomía en el desarrollo de las tecnologías de la agricultura inteligente, así como en el diseño de las granjas y los cultivos y de los procesos e instalaciones de manipulación de los animales. En las siguientes secciones, se analizará el potencial de la agricultura inteligente para mejorar la SST en el sector. También se examinarán los nuevos riesgos que podrían surgir si la introducción de las nuevas tecnologías digitales no se gestiona de forma eficaz. La agricultura inteligente y las mejoras en materia de SST Los desarrollos de la agricultura inteligente tienen el potencial de reducir los factores de riesgo en materia de SST y mejorar el entorno de trabajo. Pueden reducir la carga de trabajo mediante la sustitución de la mano de obra y la minimización de la exposición al riesgo. Algunos ejemplos se encuentran en Noguchi (2013), relacionados con la producción de cultivos y Jago et al. (2013), relacionados con la ganadería lechera. Al sustituir la mano de obra, se elimina el riesgo de lesiones en el lugar de trabajo, lo que mejora la SST. Los ejemplos incluyen la recolección mecánica de cultivos (por ejemplo, papas y fruta), el ordeño automatizado de ganado lechero y la tecnología de las cosechadoras forestales. La adopción de tecnologías como las telecomunicaciones, la automatización y la agricultura de precisión¹ fomenta sistemas de gestión más eficientes (incluidos los sistemas de gestión del tiempo), aumenta la rentabilidad de las explotaciones, minimiza los impactos ambientales adversos y mejora la sostenibilidad de la producción agrícola, a la vez que se mejoran las normas de la Seguridad y la Salud en el Trabajo (SST). Las soluciones de agricultura inteligente tienen el potencial de simplificar los sistemas de trabajo y mejorar el control de procesos y la gestión de los sistemas de seguridad. Esto optimizará la organización del trabajo y, como resultado, podría dar lugar a mejoras en la SST. Sin embargo, persisten desafíos en muchas áreas de la agricultura debido a la irregularidad y la imprevisibilidad del entorno de trabajo(suelo, topografía, cultivos y ganado, clima, etc.), lo que hace que la “detección” sea particularmente desafiante (Wang, C., 2013). Lo más probable es que un paso intermedio sea la implementación de la ‘co-robótica’: diseñar robots para trabajar junto con trabajadores humanos, con los robots manejando tareas simples y mecánicas mientras las personas continúan realizando las acciones más complejasy delicadas (Downing, 2018). Como se ha evidenciado con la adopción de tecnologías como los sistemas de ordeño automatizado, la conciliación de la vida personaly laboral de los ganaderos mejorará porque podrán gestionar y monitorear máquinas y sistemas de forma virtual, es decir, a distanciaen cualquier momento. Los ejemplos incluyen: monitoreo de espacios de cría de cerdos o aves de corral a través de un teléfono móvil, el uso de una cámara remota para vigilar el ganado cerca del momento del parto o el empleo de sistemas de riego automatizados para determinar cuándo y dónde irrigar y cuánta agua aplicar (Wang, D. et al., 2013). La prevención de los trastornos musculoesqueléticos (TME) a través de mejoras ergonómicas será uno de los más importantes beneficios de la introducción de tecnologías inteligentes en la agricultura y la silvicultura. Los TME son una de las condiciones de salud más comunes que sufren los

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Teletrabajo saludable y seguro. Resumen técnico

Por Organización Mundial de la Salud (OMS) y Organización Internacional del Trabajo (OIT), 2021 Traducido por Gerencia de Comunicaciones del CCS Disponible en https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/—ed_dialogue/—lab_admin/documents/publication/wcms_836250.pdf Nota aclaratoria: del documento original se extrajeron los apartados que, para el propósito de esta publicación y el público al que se dirige, se consideraron más pertinentes y prácticos. Los interesados pueden consultar el informe completo en el link previamente proporcionado. Mensajes clave El teletrabajo es la práctica de trabajar de forma remota utilizando Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC), las cuales tiene un papel importante y creciente en el lugar de trabajo y un impacto potencial en la salud, la seguridad y el bienestar de los trabajadores. Cuando se organiza y realiza correctamente, el teletrabajo puede ser beneficioso para la salud física y mental y el bienestar social. Puede mejorar el equilibrio entre el trabajo y la vida personal, reducir el tráfico vehicular y el tiempo destinado a los desplazamientos y disminuir la contaminación del aire, todo lo cual puede, indirectamente, mejorar la salud física y mental. El teletrabajo también puede tener beneficios sociales y de salud pública. Los entornos de teletrabajo pueden no cumplir con los estándares de seguridad y salud ocupacional disponibles en los lugares de trabajo tradicionales. Entornos físicos y diseños del lugar de trabajo deficientes, así como equipos y apoyos inadecuados pueden provocar trastornos musculoesqueléticos, fatiga visual y lesiones. Trabajar en un entorno digital en aislamiento físico de los compañeros de trabajo, junto con las posibles dificultades para gestionar el equilibrio entre el trabajo y la vida privada en lugares por fuera del control directo del empleador, puede dar lugar a problemas de salud mental y conductas poco saludables. Proteger y promover la salud y el bienestar en el teletrabajo requiere un conjunto integral de medidas para proporcionar un entorno de trabajo saludable y seguro, incluida una organización adecuada del trabajo. Los gobiernos, los empleadores y los trabajadores tienen un papel en la protección y promoción de la salud y la seguridad durante el teletrabajo, incluida la ergonomía, la salud mental y el bienestar, tal como se define en el Convenio de la OIT sobre seguridad y salud en el trabajo (1981) y el Marco Promocional para la Seguridad en el Trabajo y Convenio sobre la Salud (2006). Se deben desarrollar programas para promover el teletrabajo saludable y seguro. Dichos programas deben brindar asistencia para evaluar y gestionar los factores de riesgo para la salud y la seguridad; entre otros, el puesto de trabajo, los equipos informáticos y periféricos y el soporte TIC remoto. Los servicios de salud ocupacional pueden ofrecer apoyo ergonómico, de salud mental y psicosocial. Los trabajadores deben colaborar con los empleadores en la implementación de estas medidas, cooperando con su empleador y cumpliendo con sus propios deberes de salud y seguridad para garantizar condiciones dignas y seguras para el teletrabajo. Impacto del teletrabajo en la salud Resultados de salud física Existe una amplia evidencia sobre el impacto del trabajo prolongado con los equipos de cómputo, en una serie de dolencias físicas (por ejemplo, daño musculoesquelético y fatiga visual) en entornos de oficina. Sin embargo, pocos estudios han evaluado específicamente el impacto en el escenario del teletrabajo. Pese a ello, las investigaciones realizadas han evidenciado impactos tanto positivos como negativos en la salud física. que los trabajadores generalmente consideran que el teletrabajo tiene un efecto positivo en su salud, pero puede generar problemas derivados del diseño del puesto de trabajo y las largas horas laboradas (7). Así mismo, dos estudios informaron reducciones en la presión arterial —un estudio basado en cuestionarios del personal académico encontró que los teletrabajadores tenían menos problemas relacionados con la hipertensión arterial (8) y un estudio de trabajadores del gobierno sueco mostró que la presión arterial era significativamente más alta durante el trabajo en la oficina que durante el teletrabajo (9). Si bien esta modalidad se ha utilizado más recientemente durante la pandemia ocasionada por la COVID-19 para prevenir la propagación del virus, también se ha descubierto que algunos teletrabajadores también han tenido problemas para continuar trabajando cuando están enfermos, lo que se ha denominado presentismo por enfermedad (10). No obstante, estos estudios son preliminares. Por ende, se necesitará más investigación para determinar los verdaderos impactos del teletrabajo para diferentes trabajadores y durante períodos de tiempo más prolongados. Resultados de salud mental Antes de la aparición de la COVID-19, el teletrabajo a menudo se basaba en acuerdos individuales entre un trabajador y un empleador(por ejemplo, para abordar mejor el equilibrio entre la vida laboral y personal). Sin embargo, en respuesta a la pandemia, se adoptó como parte de las medidas sociales y de salud pública, lo que podría dar lugar a un desajuste potencial de las preferencias de los trabajadores. Varios estudios realizados antes de a pandemia de la COVID-19 indicaron que el teletrabajo podría reducir el estrés relacionado con el trabajo (11–14); mientras que otros evidenciaron un aumento del estrés (15–17). Así mismo, cinco investigaciones (incluida una revisión), realizadas antes o durante la pandemia de la COVID-19, informaron que el aislamiento social es un posible efecto adverso para la salud asociado con el teletrabajo (7, 15, 18–20). Otro análisis informó una mayor incidencia de soledad, irritabilidad, preocupación y culpa entre los teletrabajadores (21). Por el contrario, otro estudio basado en la revisión de los datos demográficos de los empleados, las reclamaciones médicas, las evaluaciones de riesgos para la salud y las horas de conectividad remota informó un riesgo reducido de depresión entre los que teletrabajaban en comparación con los que no lo hacían (22). De otro lado, una investigación realizada en los EE.UU. durante la emergencia sanitaria informó que los participantes que trabajaban desde casa pasaban más tiempo de calidad con mascotas y familiares, aunque trabajar desde la oficina brindaba más oportunidades para socializar y generaba menos conflictos entre el trabajo y la familia (19). A su vez, un estudio español desarrollado durante el confinamiento domiciliario demostró que no teletrabajar contribuía a un mejor equilibrio ocupacional que conduce al bienestar

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